Los habitantes de Koksara siempre se estaban quejando por la suciedad de las calles cuando un ciudadano ejemplar fue elegido como gobernador. Su lema para triunfar había sido «Koksara limpia» y apenas tomó posesión del cargo se concentró en despejar de barro la principal avenida que verdaderamente era un asco.
Todos los ciudadanos esperaban que las nuevas autoridades contrataran nuevos barrenderos y obreros para limpiar la ciudad, pero -sorpresivamente- el gobernador publicó un edicto que obligaba a todos los ciudadanos a prestar servicio comunitario una vez por semana para quitar la suciedad de la avenida.
De mala gana todos terminaron obedeciendo la nueva reglamentación y después de varias semanas extrayendo baldes, carretillas y camiones enteros de mugre, los vecinos descubrieron que -debajo de todas las capas de barro y suciedad- existía una calle adoquinada que se había conservado en perfectas condiciones. Al encontrar esta avenida oculta, los vecinos se entusiasmaron y el trabajo empezó a acelerarse.
Sorprendidos por el singular hallazgo, los historiadores locales acudieron a los viejos archivos de Koksara para descubrir que, quinientos años atrás, la ciudad había contado con un gobernador ejemplar cuyo lema había sido «Koksara limpia».
Muy spiritual para reflexionar..Todos tenemos algo maravilloso en nuestras almas pero esta cubierto de lodo con las envidias ,egoismo,sobervia,mentiras y mucha basura mas. Pero podemos brillar si nos despojamos poco a poco de estos malos defectos.
Muy buena interpretación. A mi me ha gustado esta historia porque acepta varias lecturas, una de ellas es esta.
Gracias por esta nueva entrega Phileas. Me gustó mucho pues me recuerda que es MI trabajo personal el que me liberará de todas las capas de lodo y nadie más vendrá a «salvarme». Gracias, de verdad llegó en el momento justo en que necesitaba este recordatorio.
Al final de todo, el mismo pueblo es el encargado y responsable de cuidar la ciudad, pero por lo visto en el cuento durante muchos años transfirieron esa responsabilidad a otros (el gobernador) regresando a la suciedad. Como individuos tenemos que hacer el trabajo que nadie más hará por nosotros. Muchas gracias Phileas.
Es un cuento sencillo, pero de una enorme profundidad, por las diferentes interpretaciones que se puede encontrar.
Verdaderamente reflexivo, sin perder tiempo a limpiar nuestra personalidad
de las diferentes capas que ocultan la brillantes de nuestro Yo Superior.
Gracias Phileas