A los pies de Jano me postro y hago mi ofrenda sincera antes de empezar un nuevo ciclo.
Decía Lao-tsé: “Un viaje de mil millas comienza con un primer paso”, y este primer paso es -quizás- el más importante de todos porque es mucho más que una acción, es una declaración abierta al universo de que estamos dispuestos a darnos la vuelta, dejar las tierras tenebrosas de la mediocridad y la muchedumbre, para rectificar el rumbo, con el rostro vuelto al sol para aventurarnos decididos por una tierra nueva.
¿De qué estoy hablando? De que ese paso implica abrirnos al aprendizaje, es decir una actitud de total apertura, de perfecta atención, para que el nivel de conciencia se eleve, para despertar del letargo en el que estábamos dormidos, abriendo el ojo del corazón para conectar lo alto y lo bajo, lo de arriba y lo de abajo, conectando con otras personas, hombres y mujeres, que también se están quitando las telarañas de los ojos, a fin de construir juntos un mundo nuevo y mejor.
Vivimos tiempos difíciles. Tiempos de confusión donde se ha intentado despojarnos del sentido de trascendencia, de lo sobrenatural, pero sobre todas las cosas del sentido de comunidad, del entendimiento de que los seres humanos formamos una común unidad. En tiempos de polarización, de odios prefabricados entre hombres y mujeres, blancos y negros, rojos y fachas, vacunados y antivacunas, en fin, en estos días extraños del fin de ciclo, es necesario regresar a una verdad poderosa: todos somos Uno. Todos, absolutamente todos, Uno. Hermanos. Células de un mismo cuerpo. Seres que tienen un propósito a cumplir en esta universidad maravillosa, en este planeta-escuela donde hemos nacido y donde moriremos, y donde volveremos a nacer una y otra vez hasta que la misión continúe en otros planos de realidad, en otros mundos.
Oh, Jano, ayúdanos en este ciclo que comienza, acompáñame en este recorrido y ayúdame a levantar estos 365 velos para descubrir detrás de ellos 365 joyas, 365 enseñanzas y más. Ayúdame a no desviarme y a concentrarme en lo verdaderamente importante.
No quiero retroceder, quiero avanzar a paso firme de las tinieblas a la luz.
Ahora que ya hemos hecho nuestra ofrenda a Jano y le hemos pedido que nos acompañe durante todo este 2022, quiero recordar que -mucho antes de que se constituyera el camino de Santiago como una vía de peregrinación- los romanos recorrían un noble sendero, los romanos Octavio Augusto y Marco Agripa impulsaron la creación de un recorrido iniciático en honor al dios Jano.
Este camino, conocido como Callis Ianus, comenzaba en Oriente, más precisamente en la ciudad de Éfeso, donde estaba el templo a la diosa Diana, pasaba por Roma y finalizaba en Lucus Augusti (hoy Lugo, en Galicia) hasta llegar al Cabo Turiñan, donde está la ciudad de Muxía, en Finisterre, el fin de la tierra en la Costa de la Muerte.
La peregrinación del Callis Ianus empezaba el 25 de marzo, el primer día del año según la tradición mesopotámica, lo cual coincide con muchas tradiciones iniciáticas que consideran el mes de marzo como el verdadero comienzo del año, más allá de lo que dicta el calendario.
De hecho, la Iglesia Católica festejó el 25 de marzo como comienzo de año hasta que el papa Gregorio XIII introdujo un nuevo calendario en 1582 (el calendario gregoriano en sustitución del calendario juliano) donde se pasó a considerar el 1 de enero como fecha de inicio de año para todos los países católicos.
Sin embargo, como esta fecha se consideraba pagana, Inglaterra siguió celebrando el 25 de marzo como comienzo del año durante 170 años más hasta que en 1752 un acta del Parlamento decidió unificar el calendario británico con el del resto de Europa.
En el mes de marzo, en una fecha coincidente con el equinoccio, varias escuelas inspiradas por la Rosacruz suelen celebrar el Año Nuevo Rosacruz, en concordancia con esta tradición que viene de la antigua mesopotamia y que en el cristianismo conmemoraba el momento en el que el arcángel Gabriel se le apareció a la virgen María.
En Hispania, el sendero sagrado de Jano se iniciaba en el templo de Venus Pyrinea, en Port-Vendres (hoy Francia), aunque algunos apuntan al Cap de Creus, en Cataluña.
Según dice María José Echarte Cossío esta senda “era la representación de un camino de iniciación a misterios y conocimientos interiores, que ligaban al devoto con el cosmos. Este sendero […] era utilizado como camino de culto e iniciación personal”.
En este nuevo año que comienza, pidamos a Jano bifronte que sea nuestro compañero de ruta del mismo modo que cerramos el 2021 de una manera ritual acompañados por el mismo dios Jano y recordando siempre las dos máximas latinas: Tempus Fugit y Carpe Diem. El tiempo vuela pero con conciencia y haciendo lo que hay que hacer, sin distraernos, podremos aprovechar cada uno de los días de este año que comienza.
Tenemos frente a nosotros, pues, un camino de 365 jornadas, un camino lleno de pruebas, desafíos, penas y alegrías. Lo único que nos queda es caminar.
A quienes no realizaron la prueba de Jano en diciembre, les comento que aún están a tiempo de hacerla, para dar cierre el año que se fue y comenzar con buen pie este 2022.