Uno de los personajes más enigmáticos y controvertidos del esoterismo occidental fue, sin lugar a dudas, el conde Alessandro Cagliostro.
Iniciado, aventurero, embaucador, maestro… Cagliostro es una mezcla de todo eso y su halo de misterio ha permanecido intacto hasta nuestros días.
Cagliostro puede ser considerado el referente de los ritos de masonería egipcia, especialmente de Memphis y Misraim, y también influyó fuertemente en algunas corrientes rosacruces como la Orden del Templo de la Rosacruz de Annie Besant y Marie Russak y la Antigua y Mística Orden Rosacruz de Harvey Spencer Lewis.
Existe una descripciòn que el propio Cagliostro hizo de su persona y que es muy interesante:
“No pertenezco a ninguna época ni a ningún lugar; fuera del tiempo y del espacio, mi ser espiritual vive su eterna existencia, y si me sumerjo en mi pensamiento remontando el curso de los años, si extiendo mi espíritu hacia un modo de existencia alejado del que percibís, me convierto en el que deseo ser.
Al participar de modo consciente en el ser absoluto, adecuo mi acción según el medio en el que me encuentre. (…)
Vedme: soy noble y viajero; hablo, y vuestra alma se estremece al reconocer palabras antiguas; una voz que está en vosotros y que permanecía en silencio desde hacía mucho, responde a la llamada de la mía: actúo y la paz regresa a vuestros corazones.
Todos los hombres son mis hermanos; todos los países me son queridos; los recorro para que, en todas partes, el Espíritu pueda descender y encontrar un camino hacia vosotros. No les pido a los reyes, cuyo poder respeto, más que hospitalidad en sus tierras y, cuando se me concede, paso por ellas naciendo en derredor mío el mayor bien posible; pero no hago sino pasar. ¿Acaso no soy un noble viajero?”.
Hay muchas biografías sobre el conde Cagliostro, la mayoría con partes noveladas y también con muchas mentiras y exageraciones. Lo cierto es que Cagliostro decía haber sido iniciado en los misterios por otro enigmático personaje que se conoce como Althotas y que era un sabio alquimista que habría estado vinculado de alguna forma con la Gran Logia Blanca o Iglesia Interior. Lo cierto es que el punto de encuentro entre Cagliostro y Althotas parece ser la ciudad de Medina, en Arabia, lo cual explicaría el prefijo “Al” de la palabra Althotas.
Eliphas Lévi consideraba que este nombre estaba compuesto por la palabra Thot (que obviamente hacía referencia al dios egipcia) y por las sílabas Al y As que, leídas cabalísticamente, son Sala, que significa mensajero o enviado. Por lo tanto, y siempre según el testimonio de Lévi el nombre completo sería “Thot, el mensajero”.
Althotas y Cagliostro viajaron juntos durante años por el Mediterráneo, visitando Grecia, Egipto, Túnez, pero el punto más importante de esta asociación se dio en la isla de Malta donde Cagliostro habría sido admitido en la Orden de Malta por Manuel Pinto da Fonseca e instruido en la ciudad de La Valletta en “el secreto de los secretos” (“Secreto Secretorum”).
En el continente europeo, Cagliostro contactó con varias organizaciones y cofradías mistéricas y fue iniciado en la Masonería en la ciudad de Londres en abril de 1777.
Cagliostro consideraba que las ceremonias masónicas estaban desfiguradas y afirmó que “la Masonería ordinaria es una ruta que conduce al ateísmo”. Con el apoyo de algunos francmasones que estaban desilusionados de su Orden, creó entonces un nuevo rito que conectara el trabajo masónico con la tradición egipcia bajo una premisa que se haría célebre en los círculos iniciáticos: “Toda Luz viene de Oriente, toda Iniciación viene de Egipto”.
Entonces, el 24 de diciembre de 1784 en el marco de la logia-madre “La sabiduría triunfante” de la ciudad de Lyon, Cagliostro inauguró su “Rito de la masonería egipcia superior”, con tres altos grados: Aprendiz Egipcio, Compañero Egipcio y Maestro Egipcio.
La palabra clave del rito de Cagliostro es “regeneración”, es decir una regeneración total: corporal, anímica y espiritual. Entre los preceptos de la organización, podemos encontrar la siguiente declaración:
“Ascenderás al Monte Sinaí con Moisés; subirás al Calvario; con Faleg escalarás el Tabor y estarás con Elias en el Carmelo. Construirás tu tabernáculo en la cima de la montaña; consistirá en tres alas o divisiones, que estarán ensambladas, y en el centro tendrá tres pisos. El refectorio se hallará en planta baja. Encima habrá una cámara circular con doce lechos en torno de los muros y un lecho en el centro: este será el sitio del sueño y las ensoñaciones. El cuarto superior será cuadrado, con cuatro ventanas en cada uno de los lados; este será el cuarto de la luz. Sólo allí orarás durante cuarenta días y dormirás cuarenta noches en el dormitorio de los Doce Maestros. Luego recibirás las rúbricas de los siete genios y el pentagrama trazado sobre una hoja de pergamino virgen. Este es el signo que ningún hombre conoce, salvo quien lo recibe. Es el rasgo secreto inscripto en la piedra blanca mencionada en la profecía del más joven de los Doce Maestros. Tu espíritu será iluminado por el fuego divino y tu cuerpo se tornará tan puro como el de un niño. Tu penetración no tendrá límites y grande será también tu poder; entrarás en el reposo perfecto que es el comienzo de la inmortalidad; te será posible decir en verdad, exento de todo orgullo: Yo soy el que soy.”
En sus ceremonias, Cagliostro se valía de niños y niñas, hijos de sus Hermanos y Hermanas, para conectar con otros planos. Los niños recibían el nombre de pupilos y las niñas se llamaban columbas.
Al ingresar en el templo, los jóvenes participantes recitaban una oración a Dios y luego invocaban a siete ángeles planetarios: Anael (vinculado con el Sol), Miguel (Luna), Rafael (Marte), Gabriel (Mercurio), Uriel (Júpiter), Zobriachel (Venus) y Hanachiel (Saturno).
Tanto los pupilos como las columbas solían tener visiones de otros planos a través de un recipiente lleno de agua y habiendo bebido previamente un elixir. Mucho se ha discutido si este brebaje contenía o no sustancias alucinógenas.
Es bastante probable que en estas ceremonias se utilizaran plantas mágicas, que Cagliostro conocía perfectamente a través de sus estudios sobre alquimia, espagiria y que eran bastante usuales en el mundo árabe, especialmente el cannabis.
Eliphas Lévi se refirió en varias ocasiones a los vinos de Medio Oriente con infusión de cannabis y es bien conocido el llamado “elixir de Jerusalén” que usaban los caballeros templarios y que consistía en una mezcla de hachís, pulpa de áloe y vino de palma.
De acuerdo con el Dr. David Harrison en su obra “Los ritos perdidos y rituales de Francmasonería”: “Los ritos de Cagliostro son una forma de masonería donde el candidato es introducido en una mezcla alquímica de magia y posibles experiencias alucinógenas”.
Lo cierto es que muchos antes de que las drogas se convirtieran en productos de consumo, sustancias recreativas para evadirse de la realidad, éstas eran utilizadas en ámbitos sagrados, religiosos e iniciáticos, a fin de alterar la percepción y conectar con otros mundos y otras entidades. Como bien sabemos, aún hoy existen ceremonias de corte espiritual y hasta iniciático, donde se usan plantas mágicas como la ayahuasca y otras sustancias enteógenas.
Además de estas sustancias misteriosas, en los rituales de Cagliostro también solían usarse otros elementos que conectaban directamente con la práctica alquímica como –por ejemplo– el rocío.
Los alquimistas recogían cuidadosamente el rocío celeste, preferentemente el rocío de mayo, por considerarlo el vehículo del Espíritu universal, o sea una energía o vibración trascendente que en la tradición esotérica también ha sido llamada Luz Astral o Telesma. Y también hay que decir que de ese rocío recogido por las mañanas se conseguía uno de los fundamentos de la Gran Obra, el alkahest o disolvente universal.
¿Para qué usaba Cagliostro este rocío celeste? Bueno, en los templos del rito egipcio había un altar central triangular llamado Shekinah y donde había un recipiente con agua, pero esta no era agua de grifo sino un agua especial. Algunos hablan de un agua pura que tenía un ingrediente especial: rocío. Por eso, cuando los pupilos y las columbas usaban esta agua para tener visiones de otros mundos, en verdad estaban usando agua de rocío, es decir agua impregnada del espíritu universal.
La Shekinah, es decir ese altar triangular con tres candiles y un recipiente central fue heredado por varias corrientes iniciáticas y fue adoptado por la Orden Rosacruz AMORC a través de la Sra Marie Russak, una de las fundadoras del Templo de la Rosacruz y una conocida líder teosófica de California.
Lo cierto es que el modelo triangular del altar fue tomado por Cagliostro de una obra muy misteriosa: la Santísima Trinosofía, que la mayoría de los investigadores atribuye al Conde de Saint Germain, pero algunos afirman que su autor fue el propio Cagliostro.
En verdad, el manuscrito original de la Santísima Trinosofía hoy en día puede encontrarse con el número 2400 en la Biblioteca Municipal de Troyes, en Francia. En este libro aparecen símbolos mágicos, jeroglíficos y láminas que describen de forma alegórica el proceso iniciático desde la óptica alquímica, y justamente en una de estas ilustraciones aparece la Shekinah.
La confusión sobre la autoría de la obra se inició porque el único ejemplar existente fue confiscado por la Inquisición a Cagliostro y por esas cosas raras del destino no terminó ni en la Biblioteca del Vaticano ni fue quemado sino que fue comprado o robado por las tropas napoleónicas al conquistar Roma en 1798, exactamente dos años y medio después de la muerte de Cagliostro en los calabozos de la Inquisición.
La obra interesó al Mariscal francés André Massena, iniciado en la logia “Los estudiantes de Minerva” de Toulon, el cual la llevó a Francia y años más tarde fue vendida por su hijo a la Biblioteca de Troyes, que hoy sigue conservando el manuscrito.
Cagliostro fue arrestado en el año 1789 por el Santo Oficio de la Inquisición acusado de varios cargos y estuvo encerrado durante dieciocho meses en el castillo de Sant’angelo, tras lo cual fue conducido al tribunal secreto. En ese lugar fue acusado de hechicería, de difundir enseñanzas erróneas y pecaminosas, de comunicarse con espíritus y entidades demoníacas, además de pertenecer a diversas sectas secretas.
Se cuenta que sus carceleros lo obligaron a recorrer descalzo los dos kilómetros que separan el Castillo de Sant’angelo con Santa Maria sopra Minerva para pedir perdón a la Iglesia Católica, atravesando el ponte Sant’Angelo y vistiendo hábito de penitente mientras la muchedumbre lo humillaba con insultos y pedradas.
Condenado a cadena perpetua, Cagliostro fue conducido a la prisión de Saint Leo, donde las golpizas y los malos tratos no terminaron. El cardenal Doria aconsejó a los carceleros que lo redujeran a la “bastonata, ma discretametnte”, en otras palabras que le dieran una paliza pero de forma discreta.
En ese momento lo trasladaron de la miserable celda a la que lo habían destinado a otra peor (por miedo a que se fugase) y que estaba dentro del fuerte llamado Pozzetto, un lugar sin puerta.
Cagliostro fue bajado desde una trampilla en el techo (sala de guardia) a la celda de abajo de diez metros cuadrados, equipada con una pequeña ventana, con una triple serie de rejas desde las cuales solo se podía ver la iglesia del pueblo.
Finalmente, en este terrible lugar, sufrió una apoplejía, la cual le paralizó el lado derecho del cuerpo y tres días después su cuerpo sin vida fue hallado en su celda. En lugar de enterrarlo en un camposanto, sus carceleros lo sepultaron en un lugar desconocido a lo alto del acantilado de San Leo.
¿Quién fue Cagliostro? Más allá de la polémica, en las corrientes iniciáticas esta pregunta se responde casi siempre del mismo modo: Cagliostro fue un emisario, un siervo de los Maestros, un hombre de mundo, imperfecto, que vivió camuflado y que se infiltró en muchos círculos de poder haciendo un trabajo muy sutil que difícilmente podríamos entender con las fuentes y documentos que disponemos y con todas las mentiras, muchas de ellas difundidas desde la Iglesia, que se han difundido desde 1795 hasta nuestros días.