«Lo que un hombre puede inventar, otro lo puede descubrir»(Sherlock Holmes en «The Adventure of the Dancing Men»)
En un artículo anterior dedicado a las dos esfinges, hablamos de una supuesta cámara secreta debajo de la Esfinge, y comentamos que el ocultista francés P. Christian (seudónimo del ocultista Jean-Baptiste Pitois) había aseverado en su obra “Historia de la Magia” que la Esfinge de Gizeh era la entrada a unas cámaras subterráneas en las cuales se realizaban rituales de corte iniciático. Para respaldar su afirmación, P. Christian recurría a un testimonio antiguo, el del filósofo neoplatónico Jámblico.
Siempre de acuerdo con P. Christian, Jámblico habría dicho que entre las patas de la esfinge había un portón oculto adornado con hojas de bronce y que conducía a las recámaras donde los candidatos debían pasar las cuatro pruebas de los elementos.
Sin embargo, si vamos a la fuente, es decir a la obra de Jámblico, nos percataremos que esa afirmación nunca existió y que en ninguna de sus obras el filósofo habla de una cámara subterránea, ni siquiera en su trabajo sobre las iniciaciones egipcias titulado «Sobre los Misterios».
Por lo tanto, al parecer, P. Christian simplemente buscó respaldar sus atrevidas afirmaciones a través de un filósofo célebre como Jámblico que era reconocido por haber revelado algunos aspectos poco conocidos de las tradiciones egipcias. En el año 1884, ¿quién iba a chequear la información en el texto de Jámblico? O mejor dicho, ¿quién podía tener acceso a esa obra? Pocas personas, o tal vez nadie, teniendo en cuenta que en ese año solamente existía una versión latina rarísima publicada en Venecia en 1497 («De mysteriis Aegyptiorum») (1) y otra en inglés, «On the Egyptian Mysteries», traducida por Thomas Taylor en 1821. Sin embargo, hoy tenemos la fortuna de consultar la bibliografía de Jámblico en varios idiomas y comprobar si las afirmaciones del ocultista francés son verdaderas o falaces. Y, en este caso, queda absolutamente claro que son totalmente falsas.
Aunque la cita de P. Christian no sea auténtica mire por donde se mire, esto no quiere decir que no existan cámaras subterráneas en Egipto que aún no han sido halladas, pero esta mentira pone en entredicho todas las otras afirmaciones que sostiene en su obra. Y hablamos de mentiras deliberadas y no de equivocaciones, pues queda claro que nadie está libre de errores ni es propietario de la Verdad.
El gran investigador rosacruz Manly Hall seguramente olió algo raro en P. Christian porque, al hablar de esta entrada subterránea debajo de la Esfinge, sentenció: «La suposición popular de que la Esfinge era el portal de la Gran Pirámide, a pesar de que sobrevive con una tenacidad sorprendente, nunca ha sido comprobada. P. Christian presenta esta idea basándose en la autoridad de Jámblico». (2)
Robert Place es más categórico y sostiene que «no existe tal descripción en ningún trabajo de Jámblico», aunque debe admitir que «esa falsa evidencia ha sido tan persuasiva que puede ser hallada en la obra de muchos autores posteriores». (3)
A lo largo del siglo XX, algunos autores, fascinados por la idea romántica de P. Christian (¡iniciaciones debajo de la Esfinge!) quisieron desarrollarla un poco más y en el año 1935 H.C. Randall-Stevens (4) publicó un mapa de la cámara secreta basándose en una supuesta canalización de dos iniciados egipcios: Adolemy y Oneferu (5).
Abajo vemos estamos viendo el plano canalizado por H.C. Randall-Stevens durante la década del 20 (6) y publicado en su obra «A Voice Out of Egypt», que era una compilación de trabajos anteriores.
Un año después, el Imperator de la Orden Rosacruz AMORC Harvey Spencer Lewis publicó una obra titulada «La profecía simbólica de la Gran Pirámide» donde aparecía un mapa bastante similar al de Randall-Stevens, el que estamos viendo aquí:
Según cuenta Lewis en su libro: «Hay aún muchas historias que se cuentan y muchas explicaciones secretas o privadas, acompañadas de diagramas y diseños arquitectónicos, que se dan acerca de los pasadizos que conectan a la Esfinge con la Pirámide, y éstas le dan color a muchos extraños incidentes a los que se hace referencia en los escritos secretos de los antiguos egipcios. Algunos de estos pasadizos subterráneos y sus conexiones se muestran en los diagramas que se acompañan. Hasta que no se lleven a cabo excavaciones mayores alrededor de la Pirámide y estos pasadizos sean realmente revelados al público y a la luz del día de manera que puedan ser fotografiados y a los que pueda entrarse bajo permiso especial, su existencia debe permanecer como parte de las tradiciones, pues esta es la ley de las escuelas de los misterios egipcios, y aún están en fuerza. Aquello que no es revelado al público sigue siendo un secreto tradicional, y el público es invitado a aceptar las tradiciones o rechazarlas según le parezca». (7)
Así como Randall-Stevens afirmaba que sus planos habían sido «canalizados» de viejos iniciados de Egipto (algo que no se puede confirmar), Lewis también cubría sus fuentes en un halo de misterio y decía: «Estos dibujos poco usuales fueron hechos de manuscritos secretos guardados por archiveros de las escuelas de los misterios del Egipto y del Oriente, y son parte de manuscritos secretos que cuentan de las antiguas formas de iniciación llevadas a cabo en la Esfinge y la Gran Pirámide». (8)
En 1966 se reeditó la obra de Randall-Stevens «Atlantis To The Latter Days» donde se vuelve a incluir el plano de la Esfinge, aunque con algunas modificaciones (9) que lo hacen bastante parecido al de Lewis.
Queda claro que todas estas afirmaciones y estos planos (fascinantes, por cierto) no tienen ningún respaldo arqueológico, aunque ciertamente se hayan encontrado túneles y galerías en otras partes de Egipto.
Teniendo en cuenta todo esto: no se puede negar ni afirmar la existencia de túneles subterráneos e incluso de una cámara secreta, pero las fuentes documentales –tanto de Randall-Stevens como de Lewis– no pueden considerarse concluyentes y si nos basamos en las tradiciones iniciáticas, tendríamos que considerar a esta cámara subterránea de la Esfinge como un espacio imaginal y no necesariamente como un recinto tangible.
Aquí bien vale la pregunta: ¿qué es un espacio imaginal? Es un emplazamiento metafísico al que se puede acceder a través de estados meditativos y que sirve como punto de conexión y de fortalecimiento del egrégor de un colectivo.
Estos espacios imaginales –para que brinden cohesión a un conjunto de símbolos y actúen como “contenedores mnemotécnicos”– suelen concebirse como templos, edificios, palacios, castillos, catedrales y otras creaciones arquitectónicas, por lo cual no es extraño que en ocasiones se hable de una “arquitectura interior” que funciona como escenografía imaginal.
En Tradición Rosacruz tenemos un espacio imaginal bien conocido: la cripta del padre Christian Rosenkreutz, la cual aparece descrita en el primer manifiesto: la “Fama Fraternitatis”. En nuestros días, en el seno de nuestra Orden Rosacruz Iniciática acudimos a un espacio imaginal que llamamos “Templo Matriz de la Rosacruz”, mientras que en algunas corrientes teosóficas este espacio se denomina simplemente “Templo Interior” o “Cámara de purificación” o incluso en la Orden AMORC recibe el nombre de “Sanctum Celestial” o “Catedral del Alma”.
En muchos escritos espirituales se habla de un edificio “no construido con las manos ni con el sonido de los martillos” (10) e incluso San Agustín nos habla de «un lugar que no es un lugar» (11) y que remite al Mundo Imaginal (el plano del Alma, Mundus Imaginalis, Alam al-Mithal), el lugar preciso donde es posible acceder a esos espacios imaginales –incontaminados y libres de toda profanación– en la forma de una catedral, un castillo interior e incluso como el Templo de Salomón.
Notas del texto
(1) El título del libro «Los misterios egipcios» fue dado por Marsilio Ficino pero su verdadero título es «Respuesta del maestro Abamón a la Carta de Porfirio a Anebo y soluciones a las dificultades que ella plantea».
(2) Hall, Manly Palmer: «Las enseñanzas secretas de todos los tiempos»
(3) Place, Robert: «The Tarot: History, Symbolism, and Divination»
(4) H.C. Randall-Stevens era el líder de una organización «new age» inglesa de los años 30 y 40 llamada “Caballeros Templarios de Acuario”
(5) Según dice Randall-Stevens, Adolemy estuvo encarnado bajo el nombre de Osiraes durante el reinado de Amenhotep III y IV, mientras que Oneferu se llamó Men-Aton durante el reinado de Akenatón.
(6) Una versión anterior del mapa o referencias de éste habrían aparecido en una obra de 1928 titulada «Atlantis to the Latter Days», a la que no he tenido acceso.
(7) Spencer Lewis, Harvey: «Profecía simbólica de la Gran Pirámide»
(8) Spencer Lewis: op. cit.
(9) Estos planos han sido extraídos de la página web bibliotecapleyades.net.
(10) Gray, William: «La magia del templo»
(11) Agustín de Hipona: «Confesiones»