El más enigmático de los monumentos simbólicos de Egipto es –indudablemente– la Esfinge de Gizeh, también conocida como Abu-el-Hol (el Padre del Terror), de 73 metros de largo y 20 de altura, situada en la ribera occidental del río Nilo, a pocos kilómetros de la ciudad de El Cairo.

¿Qué significa la esfinge y qué relación guarda con los ritos iniciáticos de la antigüedad?

Guardiana de los lugares santos y protectora de los misterios de la vida, la esfinge es una criatura llena de secretos, uno de los símbolos más antiguos de la humanidad.

Pero no todas las esfinges son iguales. Para empezar, es importante saber que existen –al menos– dos tipos diferentes de esfinges.

La primera es la esfinge egipcia (llamada andro-esfinge por Herodoto), con cabeza humana y cuerpo de león. La segunda es la esfinge griega o mediterránea, que se distingue por tener cabeza humana, alas de águila, garras de león y patas de toro.

La esfinge egipcia (1) nos revela que la naturaleza animal (nuestras pasiones) debe ser superada para que de ella nazca el hombre nuevo, representado por la cabeza que aparece en un lugar más elevado y que mira hacia el horizonte.

La esfinge griega, por su parte, es un compendio de los cuatro elementos, y en ella se puede establecer la siguiente correspondencia: león-fuego, hombre-agua, águila-aire y toro-tierra. Es interesante saber que esta misma correspondencia aparece en la visión bíblica de Ezequiel: “La forma de sus caras era la de una cara de hombre, con una cara de león en el lado derecho de los cuatro, una cara de toro en el lado izquierdo de los cuatro, y una cara de águila en los cuatro. Así eran sus caras” (Ezequiel 1:10), una imagen potente que fue heredada por el Tarot y que aparece en dos arcanos: la Rueda de la Fortuna y el Mundo.

En la mitología griega, una monstruosa esfinge aterrorizaba la región de Tebas, planteando enigmas a los caminantes y devorando a aquellos que no podían solucionarlos (2). El célebre Edipo fue sometido por ella a una difícil adivinanza: “¿Cuál es el ser vivo que cuando es pequeño anda a cuatro patas, cuando es adulto anda a dos y cuando es mayor anda a tres?”. Tras cavilar un momento, Edipo encontró la respuesta al enigma: “el hombre”, ya que cuando es bebé gatea, usa sus piernas de adulto y un bastón cuando es anciano. Frustrada y furiosa, la Esfinge de Tebas al ser derrotada se lanzó por un precipicio.

En otras palabras: la claridad y la lucidez (dos términos que hacen referencia a la Luz) permiten vencer a la Esfinge, descorrer el velo y cuando éste se ha quitado, la presencia de la Esfinge deja de tener sentido.

Plutarco pensaba que “cuando [los egipcios] erigían esfinges en las entradas de sus templos no pretendían otra cosa que dar a entender que la verdad de la doctrina sacra y la filosofía se hallaba oculta entre enigmas”. (3)

Este mismo sentido fue el que animó a la Orden Masónica a incorporar a la Esfinge a su marco simbólico y hasta el día de hoy pueden apreciarse grandes templos que son custodiados por estos seres mitológicos. El conocido Arthur E. Waite sostenía que la esfinge “es el guardián de los misterios y los misterios es que se resumen en un símbolo. Su secreto es la respuesta a su pregunta. El iniciado debe conocerla o perder la vida de los misterios. Si él responde, la Esfinge muere por él, porque en su respeto a los misterios han perdido su significado”. (4)

P. Christian asevera en su “Histoire de la Magie” que la Esfinge de Gizeh era la entrada a las cámaras subterráneas en las cuales se realizaban las ceremonias iniciáticas. En verdad, esta idea no era nueva dado que los antiguos creían que la esfinge custodiaba el acceso a un lugar sagrado. Para respaldar su afirmación, Christian recurrió al filósofo Jámblico quien habría sostenido que entre las patas de la esfinge había un portón oculto adornado con hojas de bronce y que conducía a las recámaras donde los candidatos debían pasar las cuatro pruebas de los elementos (5).

Harvey Spencer Lewis, por su parte, afirmaba que “una gran piedra o laja movible enfrente del pecho de la Esfinge, entre sus patas, bloqueaba la entrada a un pasadizo secreto que corría debajo de la Esfinge y debajo de las arenas al centro de la Gran Pirámide, y que este largo pasadizo era el pasadizo ceremonial secreto desde el patio exterior enfrente de la Esfinge a los pasadizos en ascensión y cámaras dentro de la Pirámide en sí”. (5)

Aunque en los últimos años se han encontrado túneles bajo la Esfinge, aún no han aparecido vestigios de la cámara subterránea a la que hacen referencia varios autores vinculados a corrientes iniciáticas. Ante esto, algunos esoteristas han mantenido que la puerta de la Esfinge es inter-dimensional, mientras que otros han sugerido que no existiría ninguna cavidad oculta sino que las cámaras ocultas corresponden al mundo del Alma (mundus imaginalis), por lo tanto no serían espacios físicos sino imaginales a los que se podría ingresar por medio del “ojo del corazón” y valiéndose de una facultad de la imaginación (es decir la “vera imaginatio” de la que hablaba Paracelso, no la mera fantasía).

Sea como sea, la Esfinge de Gizeh se resiste a revelarnos su secreto.

Notas del texto

(1) En verdad, en las representaciones egipcias es posible encontrar tres tipos de esfinges: la Androesfinge, con el cuerpo de león y cabeza humana; la Crioesfinge, con cuerpo de león y cabeza de carnero, y la Hieroesfinge, con cuerpo de león y cabeza de halcón.
(2) De hecho, la palabra “Esfinge” proviene de “Sphinx” (“estranguladora”), tal vez porque ponía en aprietos a los viajeros con sus preguntas o porque las leonas estrangulan a sus presas hasta asfixiarlas.
(3) Plutarco: “Los misterios de Isis y Osiris”
(4) Waite, A.E.: “A New Encyclopaedia of Freemasonry”
(5) En rigor de verdad, Jámblico nunca dijo nada sobre cámaras subterráneas en la Esfinge.
(6) Spencer Lewis, Harvey: “La profecía simbólica de la Gran Pirámide”