La esvástica no es otra cosa que una cruz que gira y en ocasiones se ha llamado cruz gamada, ya que sería la unión de cuatro letras gamma. También suele llamarse gammadion e incluso “tetragammadion” (no confundir con el tetragramaton). Sin embargo, si prestamos la atención, una cruz formada por letras gamma tiene los extremos truncados y se llama usualmente Fylfot.

Aclaremos antes que muchas veces vamos a encontrar el término esvástica para describir a todas las cruces de este tipo, no importa si sus brazos giran hacia un lado o hacia el otro, pero en ocasiones también podemos encontrar otras denominaciones como en este caso.

Fylfot es una esvástica cuya etimología provendría de la raíz germánica fele (muchos) y foot (pies o patas), muchas patas. Esta cruz fue usada por los masones operativos de Inglaterra y apareció en numerosos manuscritos, tapices, escudos y decoraciones de los palacios.

Su sentido simbólico es análogo al de la esvástica y en una de sus interpretaciones más usuales nos recuerda al giro de la constelación de la osa mayor alrededor de la estrella polar, el punto que marca el norte celeste o el eje del cielo, lo cual determina cuatro formas idénticas vinculadas con las estaciones.

El fylfot era muy popular en las tribus del norte europeo, pero también aparece en las catacumbas romanas, usado por los primeros cristianos e incluso muchas esvásticas que conocemos –como la del emblema de la Sociedad Teosófica, organización fundada por Madame Blavatsky– son fylfot. En algunos grupos de neopaganismo se sigue utilizando el fylfot en vinculación con los antiguos pueblos nórdicos.

Dentro del nazismo y más particularmente en algunas corrientes neonazis es posible encontrar esvásticas que son fylfot, aunque la mayoría de las veces esto responde a un intento fallido de dibujar una esvástica. 

Ahora pasemos al lauburu, uno de los símbolos identitarios más conocidos de los vascos. Su etimología también habla del cuatro, en este sentido “lau” quiere decir cuatro y “buru” cabeza. Se diferencia de la esvástica en que posee un diseño curvilíneo.

Su origen dentro de Euskadi podría datarse entre los siglos XVI y XVII, aunque está bien documentado que su característica forma curvada no fue definida hasta muy entrado el siglo XX, cuando el nazismo entró en escena. Antes de eso, los nacionalistas vascos usaban la esvástica recta, e incluso el nombre lauburu es un neologismo, es decir un término moderno porque antes se llamaba simplemente euskalorratza, cruz de vírgulas, o simplemente cruz vasca.

En otras palabras, dentro del contexto de las vascongadas, antes de los años 30 del siglo pasado, podemos encontrar dos diferentes diseños de este lauburu: uno rectilíneo, que finalmente fue erradicado por asociarse al nazismo, y otro curvo que fue el que finalmente predominó y es el que hoy conocemos.

Y aquí podemos apreciar una vez más a la esvástica cayendo en desgracia. En un ejemplar de la revista Euskera de 1935, encontramos un artículo firmado por Amantzi donde queda clara la intención de sustituir un símbolo por otro, dejando atrás la esvástica recta y adoptando la curvilínea. Leamos:

“Este signo [la esvástica recta] no es vasco; ni creemos que el vasco lo haya usado hasta época muy reciente. Es emblema que, aparte de su existencia en la diversidad de los pueblos antiguos y modernos, y haberle ostentado los nacionalistas vascos bastante antes que lo hiciera el fascismo hitleriano; éste lo ha asimilado y generalizado tanto, que hoy es considerado como enseña privativo del racismo alemán. […] ¿Y qué hemos de hacer de él? Suprimirlo. ¿Y con qué sustituirlo? Con otro símbolo que también puede representar al eguzki [es decir el sol en euskera], y que es nuestro”. Y a continuación el autor propone, con grabados y argumentos, la necesidad de usar el lauburu de formas curvas.

Es interesante que uno de los argumentos que se esgrimen es del uso de esta forma de lauburu por el alquimista Paracelso en su Archidoxia Mágica. Esto lo había planteado Louis Colas en 1923, en un libro muy bello que se titula “La tumba vasca” donde se reproducen decenas de grabados con la simbología funeraria de los vascos. 

Colas llamó a este símbolo mágico “signo ovifilo” porque Paracelso lo recomendaba para la curación de las ovejas. 

Es interesante notar que una de las organizaciones ocultistas más influyentes en la Alemania nazi fue la sociedad Thule, la cual –curiosamente– también utilizaba una esvástica curvilínea.

Otro modelo de esvástica interesante es la rosa camuna que puede apreciarse en algunas esculturas en piedra de Val Camonica (en Brescia, Italia), cuyo sentido también estaría vinculado al movimiento de los astros. 

En fin, en diferentes partes del globo podemos encontrar diferentes tipos de esvásticas y en el hemisferio norte con una clara vinculación con la observación del cielo estrellado y la estrella Polaris, ya que la esvástica muestra en primer lugar un movimiento de rotación en torno a un centro. 

¿Hacia dónde gira o hacia dónde debe girar la esvástica? Se han dicho muchas cosas acerca de una esvástica maligna o satánica que gira hacia un lado y otra benéfica que gira hacia el otro. Si revisamos las diversas representaciones de la esvástica, podremos apreciar que no existe un patrón. Sin embargo, en ocasiones a la cruz con los brazos hacia la derecha se le llama esvástica y a la que gira en el sentido contrario sauvástica.

La denominación sauvástica es moderna y se puede encontrar recién a mediados del siglo XIX para diferenciar a las dos cruces. Tanto en el budismo como en el hinduismo podremos encontrar ambas formas, una orientada hacia la derecha y la otra hacia la izquierda sin que esto suponga una valoración positiva o negativa.

Por lo tanto, la idea de que una esvástica es favorable y la otra desfavorable es bonita, atractiva, pero no es completamente falsa. ¿Cuándo surge esta idea? Otra vez con el nazismo, porque algunos hicieron este razonamiento: si el hitlerismo es malvado y usa la esvástica, tenemos que inferir que este es un símbolo malvado. Por lo tanto, la esvástica que gira hacia el otro lado (la sauvástica) tiene que ser –necesariamente– un símbolo positivo y benévolo. 

En ocasiones incluso se cambia la relación y se dice justamente lo contrario, por ejemplo, que la esvástica representa el sol vernal, el amanecer y la creación mientras que la sauvástica simboliza el sol otoñal, el ocaso y la destrucción. 

También, en función del giro, puede hablarse de evolución e involución, de una esvástica vinculada al dios Vishnú y otra relacionada con Shiva e incluso podemos encontrar referencias en las dos formas de esta cruz al proceso de caída y reintegración.

Veamos la representación geométrica de este proceso:

Comenzamos con el Círculo, que simboliza la divinidad pura o el Absoluto, la perfección representada con la circunferencia. En este círculo no hay mácula ni movimiento, simplemente “es”.

Y en este círculo inmaculado aparece un punto, la manifestación, la creación divina, unida a la propia divinidad. Adán como ser primordial andrógino. Como dice el Génesis: “Hombre y mujer los creó”. 

El punto del centro representa la Unidad, el principio, el estado adámico en el marco del Paraíso.

Y hay una diferenciación: Adán-Eva, que se evidencian con dos líneas que se cruzan en el centro de la circunferencia formando el símbolo de la cruz. La línea recta vertical representa lo positivo y masculino (Yang), mientras que la línea horizontal encarna el eterno femenino (Yin). 

Desaparece el círculo, lo que representa la “caída en la materia”, la cual se representa bíblicamente con la expulsión de Adán y Eva del Paraíso, luego de comer el fruto del árbol del bien y del mal.

La cruz simboliza la generación, los dos polos que generan un tercero (el punto central). El “Kybalión” explica el Principio de Generación diciendo que “la generación existe por doquier; todo tiene su principio masculino y femenino; la generación se manifiesta en todos los planos”.

La caída en la materia se acentúa, se produce un alejamiento de la fuente, del centro, hay un movimiento centrífugo que se vincula con un olvido de la naturaleza esencial, la generación deja paso a la degeneración y esta fuerza de centrifugado se puede representar con la sauvástica, la cruz levógira.

Desde esta perspectiva, la sauvástica representa tanto el alejamiento del centro, lo que determina una humanidad excéntrica, entendiendo el sentido original de esta palabra: ex-céntrico significa fuera del centro.

Sin embargo, esta rotación que nos aleja de lo que somos puede detenerse, pero ¿de qué manera? A través de la re-generación, lo cual supone hacer un alto y hacer un giro, una metanoia, la llamada conversión. Y entonces la cruz de degeneración puede convertirse en una cruz de regeneración, de reintegración, en una fuerza que no es más centrífuga sino centrípeta, no es más excéntrica sino concéntrica y la misma conduce directamente al centro, a la fuente.

El alejamiento supone desconexión, separatividad, olvido, mientras que el acercamiento significa conexión, unidad, recuerdo.

Y lo que sucede después queda claro: reaparece el círculo, desaparece la cruz y todo vuelve a la unidad.

De este modo sencillo puede resumirse geométricamente el proceso de caída y reintegración.

Este movimiento de expansión y contracción nos recuerda bastante a la teoría científica del “Big Bang” y su correspondiente “Big Crunch” donde el Universo se expande, llega a su máxima manifestación, para luego contraerse. En verdad, hemos aplicado el esquema al ser humano pero perfectamente podría aplicarse lo mismo al Universo entero, siempre teniendo en cuenta la máxima hermética de “como es arriba es abajo” y que existe una perfecta correspondencia entre el microcosmos y el macrocosmos.

El simbolismo de la esvástica o de las esvásticas no se reduce a todo lo anteriormente expuesto. Hay mucho más. Por eso, la invitación es a que ustedes mismos investiguen todo esto, siendo conscientes que los símbolos pueden ser descritos, investigados, pero para entenderlos en su profundidad tenemos que usar nuestras facultades dormidas: la intuición y la imaginación.