Seguimos repasando las diversas trampas que aparecen cuando transitamos el camino iniciático. Podríamos seguir todo lo que resta del año haciendo videos sobre trampas pero es necesario que demos cierre a este ciclo.
La novena trampa es caer en la conspiranoia.
Los videos sobre conspiraciones llenan las redes. Temas truculentos y morbosos que mezclan política, economía, sectas misteriosas y élites de ricachones generan morbo y el morbo siempre nos termina empantanando.
¿Existen conspiraciones? Claro que existen, desde que el hombre es hombre han existido grupos de poder que suelen usar todo tipo de estrategias para mantener sus privilegios. Sin embargo, cuando este hecho constatable a lo largo de la historia se termina mezclando con alienígenas, reptilianos, grises, tierras planas, illuminatis, políticos, estrellas de Hollywood, adrenocromo, arcontes y otras muchas fantasías el resultado es un mar de desinformación que termina dañando nuestra percepción de la realidad.
La existencia de conspiraciones no implica que todas las teorías conspirativas sean válidas o precisas. Esta mezcla de información legítima con fantasías y creencias sin fundamentos sólidos, termina desviando a muchos buscadores que se quedan mirando extasiados estos fuegos de artificio externos dejando de lado o procrastinando lo verdaderamente importante.
En este blog hemos hablado, más de una vez, de los “amos de la caverna”, lo cual es un guiño al relato platónico de “La República” donde un grupo de personas encadenadas es engañada a través de un juego de sombras generado por sus captores.
Pero, ¿qué entendemos por “amos de la caverna”? Estos amos de la caverna no son otra cosa que la encarnación y manifestación física de energías metafísicas de separación, disgregación, alejamiento, división, ruptura. En este sentido, puede hablarse de “fuerzas diabólicas”, no en el sentido religioso sino en relación a la palabra “dia-ballein” es decir, aquello que separa. En ámbitos esotéricos, a veces se ha hablado de una “Logia Negra”, pero más bien tenemos que hablar de una manifestación en el plano físico de estas fuerzas de separatividad.
El espíritu de la época con todo lo que implica: el materialismo, el egoísmo, el hedonismo, la permisividad, la falta de espiritualidad, entre otras cosas es lo que da forma a nuestro “sistema”, un sistema global donde todo está atado y bien atado. En otras palabras, al referirnos al «sistema» imperante en el mundo estamos hablando de un conjunto de estructuras, instituciones, normas y valores predominantes en nuestra sociedad global.
Este sistema sí está fundamentado en una conspiración, si vamos a la raíz de la palabra que viene de “cons-pirar”, es decir “respirar juntos”. Por lo tanto, la conspiración está consolidada en cada uno de nosotros. Si queremos cambiar este sistema, debemos empezar por nosotros mismos. No limitarnos a señalar con el dedo a los políticos de turno, a las megacorporaciones y a los medios de desinformación sino a empezar a generar el cambio nosotros mismos. Como dijo Gandhi: “Sé el cambio que quieres ver en el mundo”.
Por lo tanto, el «sistema» no es estático, ya que está sujeto a cambios y transformaciones que se van dando a lo largo de los años, los cuales están supeditados a la mentalidad y a la sensibilidad de los seres humanos. A medida que la conciencia comunitaria evoluciona y se generan movimientos de cambio, es posible cuestionar y desafiar las características negativas asociadas al espíritu de la época, buscando alternativas y promoviendo valores más equitativos, sostenibles y espirituales.
Nada de lo que pasa afuera es casual. Todo lo que ocurre afuera es reflejo de lo que está pasando adentro de nosotros. Por lo tanto, en la política y la economía y que aparezcan cada tanto políticos fantoches de izquierda y derecha, nos está hablando de procesos que estamos viviendo todos los seres humanos en nuestro interior. Estos personajes no aparecen por casualidad ya que lo macro es siempre reflejo de lo micro.
En lugar de caer en la trampa de atribuir todos los problemas a fuerzas externas y conspiraciones secretas, debemos buscar una comprensión más profunda de las causas y los efectos que nos rodean. Reconocer que nuestras acciones y elecciones personales (la comida que comemos, las cosas que compramos, las causas que apoyamos), todo esto, tiene un fuerte impacto en el mundo que nos rodea es el primer paso para crear un cambio positivo.
En lugar de buscar chivos expiatorios externos, es importante reflexionar sobre nuestras propias responsabilidades y contribuciones a la realidad que estamos viviendo.
Muchos estudiantes de esoterismo caen el conspiranoia. Saben que la verdad no es la que cuentan y repiten los medios, y por lo tanto salen a buscar otra verdad, más fantástica, entretenida y colorida. Pero las mentiras oficiales y las mentiras alternativas son mentiras al fin.
Por lo tanto, ante la conspiranoia que no hace otra cosa que contaminar nuestra mente, es importante que estemos alertas, con los ojos bien abiertos, manteniendo un pensamiento crítico, apelando una vez más a nuestro discernimiento y comprometidos con la Verdad con mayúscula.
La décima trampa es la tendencia al vuelo, es decir irse por las nubes, fantasear, olvidando nuestras responsabilidades en pro de una espiritualidad separada de la realidad.
Esto tiene un nombre: escapismo, es decir que la espiritualidad puede llegar a convertirse en una droga, adictiva y perjudicial en lugar de ser una herramienta de crecimiento personal, autoconocimiento y liberación.
Una espiritualidad saludable y equilibrada implica cultivar una conexión profunda con nuestro ser interior y con un sentido más elevado de la existencia, pero también implica estar presente y comprometido con el mundo que nos rodea. Dicho de otro modo, debemos asumir nuestra identidad anfibia de “seres de dos mundos”, de aquí y de allá, es decir de este plano de manifestación, físico y tangible, y de un lugar inmaterial e intangible. En este plano estamos de paso, peregrinando y aprendiendo, y esto incluye ciertas responsabilidades, como cuidar de nosotros mismos y de los demás, contribuyendo de manera significativa a la sociedad.
Dice Mariana Caplan: “Para que produzca resultados en el desarrollo espiritual, (la enseñanza) ha de enraizarse en la experiencia personal y ser puesta a prueba en los fuegos de la experiencia diaria para ver si se ha comprendido con claridad y se es capaz de aplicar lo que se ha entendido a la vida misma”.
Esto significa que es preciso integrar. El camino iniciático consiste en avanzar e integrar. Disolver y coagular. Una y otra vez. Una y otra vez. A esto le llamamos “consolidar el avance espiritual”
En el alpinismo esto lo vemos claramente, cuando los escaladores van poniendo una a una las clavijas en las fisuras de las paredes y usando también fisureros de levas para asegurar su avance, impidiendo una caída que le podría producir daños físicos e incluso la muerte.
Aconseja Mario Sabán: “Debemos acostumbrar a nuestra “psique” a operar cada vez más alto en la comprensión de los grados energéticos más elevados. (…) Al reducir toda la realidad a las diez grandes dimensiones básicas (está hablando de los sefirot del árbol de la vida) que operan dentro de todo el universo manifestado, los grandes místicos del judaísmo han comprendido la realidad en una forma más amplia y por lo tanto, al integrar dicha realidad cosmogónica dentro de la psique, hizo que inevitablemente nuestra psique se pueda adaptar a una realidad de orden superior”.
Dice Vaughan-Lee desde la perspectiva del sufismo: “El místico reúne los mundos de lo visible y lo invisible, “percibiendo todas las cosas como pruebas de la unidad divina” y “viendo la exteriorización de Dios en todas las cosas”. Los mundos exteriores ya no son más un lugar de escape de las ataduras de este mundo, sino una cualidad de luz, o conciencia, que Él necesita en Su mundo para poder revelarSe a Sí Mismo”.
Por lo tanto, no es cuestión de volarse. No es cuestión de divorciarse de la realidad sino que la espiritualidad iniciática nos invita a conectar lo de arriba y lo de abajo, lo de adentro y lo de afuera, a fin de alcanzar la coincidentia oppositorum, la concordancia de los opuestos.