Hace pocas semanas, un video de Mario Sabán se volvió viral. Bueno, viral en los círculos iniciáticos y espirituales, es decir en ámbitos que son marginales en una sociedad alejada de toda profundidad y de todo pensamiento trascendente. Veamos el video:

Mario Sabán es un referente y, sin dudas, este pasaje de una de sus conferencias es brillante.

Cuando dice que “como la sociedad está loca tiene que calificar de locos a los que están cuerdos” enseguida se nos viene a la mente un personaje que quizás la mayoría de ustedes ya conozcan. Estoy hablando del loco, el arcano cero o el arcano sin número del tarot.. 

Bien sabemos que la locura está en oposición a la cordura y esta palabra “cordura” etimológicamente viene de “corazón”, es decir que el loco para recuperar su cordura debe “re-cordar” (volver a pasar por el corazón).

Pero ojo, la locura del loco de tarot es locura para quién? ¡Para los profanos, obviamente! Para la gente normalita que supuestamente está cuerda y que no ve con buenos ojos que el loco ponga en tela de juicio los grandes enunciados de la sociedad materialista, como por ejemplo:

“La única realidad está afuera”

“Existe una barrera insalvable entre lo externo y lo interno”

“No hay un propósito y todo lo que nos sucede es casual”

“Somos entidades separadas”

“La única felicidad es la satisfacción de los placeres”

“Lo que vemos, es lo que es”

“Con la muerte termina todo”

Estos mandamientos profanos (y muchos otros que podríamos agregar) dejan en claro el grado de superficialidad de nuestro tiempo. De hecho, esto es justamente lo que denuncia Sabán: a fin de sobrevivir y de no complicarse la vida, el ser humano niega esa realidad trascendente y se conforma con la realidad que le transmiten sus sentidos.

En la película Matrix, la dicotomía cordura-locura se muestra claramente con la decisión que debe tomar Neo cuando Morfeo le presenta dos píldoras, una azul y otra roja.

Desde la Filosofía Iniciática llamamos a esto sueño de la conciencia y los locos son justamente aquellos que están en proceso de despertar, exactamente como ocurre con el loco, el protagonista del viaje que nos muestra el Tarot.

Que el Loco tenga el número 0 o que carezca de número nos está indicando que este personaje es distinto al resto de los arcanos y que está fuera del círculo, donde podemos encontrar los otros 21 arcanos. 

No obstante, el loco necesita dejar de ser loco y recuperar la cordura, pero no la cordura que le ofrece la sociedad sino otra cosa muy distinta. En cierto modo, el loco está en el límite, en un espacio intermedio entre lo profano y lo sagrado, un límite que está representado por el barranco. Y en este punto, tiene dos opciones: volver a la sociedad y aceptar la cordura que le ofrecen, es decir adaptarse al mundo o bien arrojarse por el barranco y morir.

Adaptarse sería renunciar, bajar los brazos, y como bien dijo Krishnamurti: “No es sano adaptarse a una sociedad enferma”, pero la otra opción es más dramática: morir. Pero, de todos modos, no interpretemos esta muerte como algo literal, no estamos hablando de una muerte física sino de una muerte mística, de un aniquilamiento de lo viejo, el viejo ser o palaios anthropos para que de sus restos emerja un nuevo ser, el neos antrophos. Solve et Coagula. Disolver y coagular, destruir para que los escombros se pueda construir algo nuevo y mejor. Esto lo apreciamos claramente en el arcano de la Torre.

Si finalmente se arroja por el barranco, el loco morirá como loco y renacerá como Mago.Es el pasaje del cero al uno. Al arrojarse, al atravesar la puerta, al cruzar el umbral, el Loco ingresa a otro plano de realidad donde -convertido en Mago- logra conectar lo de arriba con lo de abajo, lo de adentro con lo de afuera, en otras palabras cambiando su realidad limitada por otra realidad más amplia, que no está encorsetada por los cinco sentidos. 

El camino del loco es nuestro camino, todos los que -al iniciar a transitar un sendero espiritual- remamos día a día contra la corriente, en un sistema hostil a toda trascendencia. Como dijo Sabán, la sociedad no quiere saber la Verdad ni que los seres humanos sean más conscientes porque ésto comprometería seriamente sus pilares.

El sistema tal como lo conocemos no podría soportar a una humanidad consciente porque las grandes industrias (la alimenticia, la farmacéutica, la armamentística y el sistema económico en su totalidad) se fundamentan en la inconsciencia y la ignorancia. En otras palabras, para que el sistema funcione se necesitan borregos, personas que estén dispuestas a aceptar todas las mentiras que se le impongan a cambio de pan y circo.

La extrema insanía de nuestra sociedad se hace patente en la clase política, en esos psicópatas en el poder que se alimentan con las energías de los ciudadanos de a pie. 

Estos son los cuerdos, los referentes de nuestro mundo.

Estos son los locos, los inadaptados, los peligrosos.

¿Qué podemos hacer nosotros? Bueno, esto ya lo hemos tratado en otros videos. En primer lugar debemos convertirnos simbólicamente en salamandras, esos seres fantásticos que viven en el fuego sin quemarse. Entonces, lo que debemos hacer es vivir en el volcán sin incinerarnos, es decir sin dejarnos arrastrar ni contaminarnos de esta locura que se disfraza de cordura.

Dijo Erich Fromm: “En nuestro mundo moderno, la conformidad con el rebaño se convierte en la forma predominante. El poder del miedo a ser diferente, a estar solo unos pocos pasos alejado del rebaño, resulta evidente si se piensa cuán profunda es la necesidad de no estar separado. A veces el temor a la no conformidad se racionaliza como miedo a los peligros prácticos que podrían amenazar al rebelde. Pero en realidad la gente quiere someterse en un grado mucho más alto de lo que está obligada a hacerlo, por lo menos en las democracias occidentales.

La mayoría de la gente ni siquiera tiene conciencia de su necesidad de conformismo. Viven con la ilusión de que son individualistas, de que han llegado a determinadas conclusiones como resultado de sus propios pensamientos —y que simplemente sucede que sus ideas son iguales que las de la mayoría—. El consenso de todos sirve como prueba de la corrección de «sus» ideas. Puesto que aún tienen necesidad de sentir alguna individualidad, tal necesidad se satisface en lo relativo a diferencias menores; las iniciales en la cartera o en la camisa, la afiliación al partido Demócrata en lugar del Republicano, a los Elks en vez de los Shriners, se convierte en la expresión de las diferencias individuales. El lema publicitario «es distinto» nos demuestra esa patética necesidad de diferencia, cuando, en realidad, casi no existe ninguna”.

En esta locura generalizada, en este extravío general de ignorancia, miedo y corrupción, es preciso que convirtamos nuestra vida en una alternativa, en palabras de Gandhi: “Ser el cambio que queremos ver en el mundo”, dejar de ser colaboracionistas de este mundo que estamos viendo desmoronarse para transformarnos en partisanos del espíritu, en la resistencia consciente a fin de trabajar en pos de la revolución más digna de todas: la revolución de la conciencia.