La Tradición Iniciática habla acerca de una comunidad de seres espirituales, a los que llama Adeptos, Maestros Ascendidos, Grandes Iniciados, Hermanos Mayores, Superiores desconocidos, Mahatmas, etc. y más etc.
Estos seres, humanos que han recorrido el sendero espiritual, almas evolucionadas que han llegado a la cima y que se encuentran en un espacio intermedio, siempre han cautivado la imaginación de todas las personas que tratan de seguir las enseñanzas trascendentes.
Algunos estudiantes se entusiasman con la idea de entrar en contacto personal con estos Hermanos Mayores, sin tener en cuenta que en los planos sutiles existen todo tipo de influencias, positivas y negativas, y -por lo tanto- tratar de conectar de forma imprudente con entidades metafísicas no suele ser una buena idea, sobre todo si se carece de una preparación adecuada y sin tener en cuenta que esta clase de comunicaciones (tanto mediúmnicas como canalizaciones) no siempre son fiables, ni suelen ser lo que parecen ser.
Otros estudiantes simplemente quieren saber más detalles acerca de estos seres misteriosos. ¿Cómo se llaman? ¿Dónde viven? ¿Cómo son? ¿A qué dedican el tiempo libre?
Aunque este pueda parecer un tema baladí, lo cierto es que -desde la popularización de la Teosofía en occidente- no pocos estudiantes se preocuparon -y hasta se obsesionaron- con estas cuestiones. Y en este punto podemos situar el tema de hoy: los retratos de los Maestros.
La primera imagen de esta características es la que estamos viendo en la pantalla y es la de John King. Data del año 1875 y Blavatsky decía que se trataba de un auto-retrato que fue producido por este misterioso Maestro que luego fue conocido como Hilarión.
En febrero de 1878, un artista francés aficionado llamado Monsieur Harrisse visitó a Helena Blavatsky y Henry Olcott en la lamasería de Nueva York, y con crayones negros dibujó al Maestro Morya.
En el año 1884, el coronel Olcott hizo un llamado a los artistas ocultistas del momento para producir una imagen más acabada de los Mahatmas y cinco personas intentaron pintar los retratos idealizados de los Mahatmas. Una de estas personas fue Isabelle de Steiger, que era una artista destacada de los ambientes esotéricos del momento y que había pertenecido a la Golden Dawn.
Muy poco se sabe de todas estas obras. La de Isabelle, por ejemplo, era un retrato de Morya basado en la imagen de Monsieur Harrisse, el que fue enviado a la India y -al parecer- no gustó porque era demasiado vanguardista. En 1887, esta artista pintó un retrato idealizado de Blavatsky joven donde la fundadora de la ST aparece maquillada y con atuendos de sacerdotisa egipcia. Lo dicho, un retrato muy idealizado.
Otro artista que fue llamado para realizar las pinturas de los Maestros fue el retratista alemán Hermann Schmiechen, que -también basándose en el retrato muy básico que Harrisse había realizado de Morya de perfil, produjo dos obras asombrosas y que han sido consideradas canónicas o casi canónicas en los ámbitos teosóficos y esotéricos desde fines del siglo XX. Me estoy refiriendo a estas imágenes, el retrato de los Mahatmas Morya y Kout-Houmi.
Según cuentan las crónicas, Schmiechen fue ayudado en su tarea por la teósofa Laura Holloway que poseía dotes mediúmnicas y que dio instrucciones precisas al artista para que finalizara su tarea.
En 1901, Schmiechen regresó a Alemania, se instaló en Berlín y se unió a la sección alemana de la Sociedad Teosófica, donde conoció a Rudolf Steiner. A pedido de éste, hizo copias de los retratos de los Maestros, los cuales fueron utilizados en ceremonias durante varios años hasta que finalmente se les perdió el rastro. De acuerdo al testimonio de Marie Steiner von Sievers (esposa de Rudolf Steiner), las pinturas ejercían un efecto fascinante en los espectadores y dice: «Yo misma he experimentado que muchos han perdido el habla al mirarlas y parecían distraídos y hasta confundidos. Por esta razón, estas imágenes solo se mostraban en estricto secreto o durante reuniones esotéricas».
Schiemmen pintó también dos retratos del Maestro Jesús el Cristo, que son los que estamos viendo en pantalla.
La condición semi-canónica de los retratos de este artista alemán desalentaba a otros artistas a pintar a los Maestros de Sabiduría porque se creía que nadie podría superar la obra de Schiemmen. Sin embargo, hoy sabemos que hubo varios intentos no tan conocidos, como los retratos que hizo la inglesa Isabelle Varley y la australiana Florence Fuller, pero de estas obras no hay ni el menor rastro, con la excepción de esta pintura del Maestro Buddha producida por Fuller en 1910.
En 1916, en una revista de la Orden Rosacruz AMORC aparecieron estos dos retratos que estamos viendo más abajo: uno del Maestro Kout-Houmi y el otro del Maestro Morya, los cuales -obviamente- están basados en las obras de Schliemmen. Una de estas imágenes, la de Morya, está acreditada a un tal W. Von Bibra. Aunque no había muchos datos más, supusimos que se trataba del pintor austríaco Wolfgang Freiherr von Bibra. Nos comunicamos con su tataranieto y nos confirmó este dato.
El vínculo de la Rosacruz AMORC con estos Mahatmas puede rastrearse con facilidad y no es difícil adivinar que el puente entre Harvey Spencer Lewis y los Maestros transhimaláyicos era la señora Marie Russak, co-fundadora de la Orden del Templo de la Rosacruz y que había tenido contacto con estos Adeptos en el contexto teosófico. De hecho, en la fotografía del templo rosacruz de esta Orden que estaba en California podemos apreciar dos retratos de maestros barbudos que no podemos identificar claramente pero que probablemente sean el Cristo y el Príncipe Rakoczy, más conocido como el Conde de Saint Germain.
Pocos años más tarde, en las publicaciones de AMORC se anunció -para sorpresa de todos- que el Maestro Morya había muerto y el vínculo de esta Orden con la Fraternidad de Mahatmas transhimaláyicos se centró en el Maestro Kout-Houmi y apareció un nuevo retrato, que posiblemente sea obra del propio Spencer Lewis, el cual fue registrado en 1925 en el registro de la propiedad intelectual.
Con la disolución de la Orden de la Estrella por su líder, Krishnamurti, la Sociedad Teosófica entró en crisis y como consecuencia de esta crisis se produjeron varios fenómenos: por un lado escepticismo y hasta negación de los Maestros, y por otro lado una extrema devoción por ellos, y esta devoción fue el fundamento sobre el que se constituyó el movimiento New Age.
Sin embargo, Krishnamurti nunca negó a los Maestros sino que se oponía con fuerza a la dependencia casi infantil que muchos buscadores tenían por éstos, y en 1934 le escribió a Emily Lutyens: “Nunca he negado ser el Instructor Mundial. Solo he dicho que no importa quién o qué soy, sino que deberían examinar lo que digo”. Más claro, échenle agua. Y esto está en completa concordancia con lo que el Maestro Kout-Houmi había manifestado en una carta a Annie Besant en 1900: “Nosotros no pedimos que se nos adore. El discípulo no debe estar encadenado de ninguna manera. ¡Tengan precaución de no caer en un Papado Esotérico!”
En este preciso momento y en el medio de esta crisis teosófica, el artista inglés David Anrias publicó en 1932 en Londres un curioso libro que llevaba el título “A través de los ojos de los Maestros: Meditaciones y Retratos” donde criticaba la postura de Krishnamurti y la de los líderes teosóficos, pero dejaba claro su afecto hacia los Mahatmas, acompañando sus palabras con nueve retratos de los Maestros, Kout-Houmi, Morya, Hilarión, el Veneciano, el príncipe Rakoczy entre otros.
Continuaremos este trabajo en una segunda parte.