Durante la Primera Guerra Mundial, la propaganda de guerra se sistematizó y -en este contexto- hay que destacar el trabajo de dos norteamericanos que se especialización en la manipulación psicológica de la población. 

En primer lugar tenemos a Walter Lippman, un periodista ganador dos veces del premio Pulitzer, que creía que los medios de comunicación debían ser medios de educación y de formación de ideas, en detrimento del pensamiento crítico. Por lo tanto, Lippmann sostenía que la tarea de la prensa era un “trabajo de inteligencia” a fin de formar una opinión pública, y a esto le llamaba “manufactura del consenso», que es lo que hoy le llamamos “pensamiento único” o hegemonía cultural.

Por otro lado, estaba el relacionista público Edward Bernays, sobrino de Sigmund Freud, que buscó el modo de utilizar las técnicas psicológicas para inculcar ciertas ideas en el gran público. En su libro “Propaganda” de 1928, Bernays decía:

“La manipulación consciente e inteligente de los hábitos y opiniones organizados de las masas es un elemento importante en la sociedad democrática. Quienes manipulan este mecanismo invisible de la sociedad constituyen un gobierno invisible que es el verdadero poder gobernante de nuestro país. Somos gobernados, nuestras mentes moldeadas, nuestros gustos formados y nuestras ideas sugeridas, en gran parte por hombres de los que nunca hemos oído hablar… Son ellos quienes tiran de los cables que controlan la mente del público”.

Para Edward Bernays las noticias se crean “cuando la realidad se destila hasta la forma más simplificada y dramatizada y atrae los instintos de la mente pública”. 

Cuenta Noam Chomsky que en 1916, el presidente de EE.UU. Woodrow Wilson fue elegido “con un programa en contra de la guerra [y justamente] el país estaba muy en contra de la Primera Guerra Mundial y Wilson había sido elegido con el eslógan «Paz sin victoria». Pero [sin embargo] él quería ir a la guerra. [Sí, los políticos eran iguales hace un siglo atrás] Así que el tema era, ¿cómo hacemos que este pueblo a favor de la paz se convierta en lunático histérico anti-alemán para que quiera ir a matar a todos los alemanes? Eso requiere propaganda [y entonces] se montó el Comité de Información Pública, que tenía como objetivo llevar a la población a una histeria nacionalista. Y, en verdad, funcionó increíblemente bien”. Se hizo un trabajo muy fino de deshumanización del enemigo hasta que, en unos pocos meses, había una histeria colectiva a favor de la guerra, y en 1917 Estados Unidos entró a la guerra, en la llamada “los Estados Unidos pudo entrar en ella en un acontecimiento de fervor popular similar al que había ocurrido en Europa tres años antes y que se conoce como “el espíritu de 1917”.

¿Cuál es el cometido de la propaganda? Generar emociones, deseos, busca movilizarnos, dirigir nuestros pensamientos hacia un objetivo, actúa en el subconsciente, y todo esto se relaciona -sí, supongo que ya adivinaron- a los egrégores, que son formas de pensamiento colectivas con un componente emocional y un componente mental. Esto ya lo hemos hablado en otros videos del canal, por lo tanto les sugiero que los vean para entender más claramente este concepto.

Entonces, la propaganda o guerra psicológica tiene como función principal la generación de opiniones, emociones, actitudes y comportamientos a fin de convertir al enemigo en el único responsable de todos los horrores, injusticias y atrocidades cometidas en tiempos de guerra. En otras palabras, los nuestros son los buenos y los otros son los malos. 

Sobre esto, dice Antonio Medrano: “Este es, en efecto, el cuadro épico que se nos presenta: a un lado están quienes encarnan el bien, los países bondadosos, pacíficos, virtuosos, justos y justicieros, de los que no se pueden esperar sino bienes y bondades; al otro, en frente de ellos, están quienes encarnan el mal, las naciones malvadas, perversas, violentas, corruptas, depravadas y viciosas, de las que no pueden venir más que males y maldades. Por inconcebible que parezca, esta es la mentalidad en la que vivimos. Este, de la lucha entre los buenos y los malos, es el simplista esquema que manejamos a diario (sin darnos cuenta, sin percatarnos de ello). Este es el reduccionista y simplón argumento que se nos ofrece, o mejor se nos impone, propio de una película de Hollywood, y que dócilmente asumimos y digerimos (a veces, incluso con entusiasmo)”.

En lo relativo a la guerra, el propósito de la propaganda es derribar las barreras morales, ensalzar las diferencias, exagerar todo aquello que separa de forma diabólica (otra vez esta palabrita diabolos, es decir aquello que separa). De este modo el prójimo deja de ser el prójimo y se convierte en el otro. Estamos nosotros y están ellos. Y somos diferentes. Muy diferentes. Las diferencias son irreconciliables. Porque son distintos, son otra raza, son in-humanos e incluso animales. 

Durante la Segunda Guerra Mundial, la propaganda norteamericana mostró a los japoneses como un pueblo infrahumano y los representó de forma estereotipada, como criaturas monstruosas, con colmillos llenos de sangre y ojos rasgados. 

Según la cartelería y la prensa, los japoneses eran depredadores sexuales, violadores, y se los animalizaba convirtiéndolos en animales horribles, deformes y aterradores como ratas, serpientes y otras alimañas.

Lentamente esta idea fue calando en el gran público y los japoneses terminaron siendo vistos, no como humanos, sino como ratas.

Un soldado con algo de conciencia tendrá dificultad en apretar el gatillo si percibe al otro como un ser humano, si sabe que todos somos Uno, pero si a ese mismo soldado se le convence que frente a él no tiene personas sino ratas le será más fácil aniquilar y matar, dado que el mandato “ama a tu prójimo como a ti mismo” aplica para los humanos pero no para las ratas. 

En el corto “Educación para la muerte” de 1943, Walt Disney caricaturizó a Adolf Hitler y acusó a los nacionalsocialistas de sustituir la Biblia por el Mein Kampf y convirtiendo a los niños en monstruos. Pero si hablamos de los nazis no podemos dejar de lado a Joseph Goebbels que -desde el ministerio de propaganda alemán- se inspiró en las técnicas de manipulación de Edward Bernays y las perfeccionó. En rigor de verdad, Goebbels fue el alumno más adelantado de Bernays, porque entendió a la perfección el poder de la propaganda. 

Decía Goebbels: “La propaganda debe limitarse a un número pequeño de ideas y repetirlas incansablemente, presentarlas una y otra vez desde diferentes perspectivas, pero siempre convergiendo sobre el mismo concepto. Sin fisuras ni dudas”. Estas ideas van de la mano con otras dos frases atribuidas a este personaje y que seguramente ya conocerán:

“Una mentira repetida mil veces se convierte en verdad” y la otra: “Miente, miente, que algo quedará”.

En esto que venimos hablando de la deshumanización del enemigo, los nazis fueron especialistas. El propio Goebbels, tras la visita al gueto de Lodz, en Polonia, comentó: “Estos ya no son hombres, son animales. Por eso, no se trata de una tarea humanitaria, sino quirúrgica. Hay que hacer incisiones aquí, y enteramente radicales”.

Pero los campos de concentración y las matanzas de la Segunda Guerra Mundial no surgieron de la noche a la mañana sino que necesitaron que el público alemán fuera condescendiente o al menos indiferente con el horror. Y para ello fue necesaria una larga campaña propagandística de deshumanización de los judíos. 

El medio destacado en esta labor difamatoria fue el periódico “Der Sturmer”, dirigido por Julius Streicher donde se propagaban noticias falsas o exageradas asociadas con los judíos y donde éstos aparecían siempre caricaturizados y muchas veces asociados con alimañas, ratas, arañas pestes y enfermedades que debían ser eliminadas. 

El libro para niños “El hongo venenoso”, publicado por Streicher en 1938, fue difundido ampliamente en las escuelas y en él se mostraba al pueblo judío como una raza inmoral y desviada. Esta imagen que estamos viendo resume la idea general de la obra y está acompañada de la frase: “Así como no es fácil distinguir a un hongo venenoso de uno comestible, también es difícil reconocer al judío estafador y criminal” o podemos apreciar donde aparece el propio Streicher observado por unos niños y el pie de imagen dice: “El que combate a los judíos, combate contra el Diablo”.

En la propaganda de guerra siempre hay noticias falsas. Incluso, es bien conocida la frase que dice que la primera baja en una guerra es la verdad y para esto no tenemos que irnos tan lejos, lo estamos viendo en esta guerra de Ucrania.

Por ejemplo, el incendio en la planta nuclear de Zaporizhia. La primera reacción al leer una noticia de estas características es: qué bestias los rusos porque estuvieron a punto de provocar un desastre atómico solamente para conquistar un punto estratégico. Luego leemos la versión rusa y ésta dice que el incendio lo provocaron en un edificio administrativo las fuerzas ucranianas al retirarse. ¿Dónde está la verdad? En tiempos de guerra es imposible saberlo. Podemos confiar en la prensa occidental o podemos confiar en la prensa rusa, pero lo mejor es saber que las guerras no solamente se dan a nivel físico sino también a otros niveles y para conquistar esos niveles hay que construir un relato. 

Nunca hay un solo relato, al menos hay dos o más, y el relato generalmente más aceptado es el de los vencedores. 

Otro caso reciente es el bombardeo de un hospital de niños. El relato occidental dice: los rusos mataron niños. El relato ruso habla de una noticia falsa. ¿Dónde está la verdad? Ahora mismo no lo podemos saber. Quizás en algunos años sí.

Lo cierto es que, lamentablemente, los niños siempre han sido usados como elemento propagandístico y en todas las guerras se recalca el bombardeo y la muerte de niños inocentes, lo cual muchas veces es cierto y otras veces no, pero sin duda son imágenes que nos conmueven, nos indignan y nos movilizan. Generan emociones fuertes y pensamientos claros de revancha y venganza.

En vinculación con esto, recordemos ahora una noticia de 1990. En esos días, una niña kuwaití llamada Nayirha se presentó en el Congreso de Estados Unidos, en un momento en que la opinión pública estaba en contra de combatir a las fuerzas irakíes, dijo ser enfermera voluntaria en un hospital de Kuwait y dio este testimonio: https://youtu.be/31xlNDj6SnY

El impacto de sus palabras fue tan grande que logró convencer a todos y así EE.UU. entró en guerra para desalojar por la fuerza a las tropas inhumanas, bestiales de Saddam Hussein.

Lo cierto es que el testimonio de Nayirha era totalmente falso. No solamente no había sido voluntaria en el hospital kuwaití sino que -además- era la hija del embajador de Kuwait en la ciudad de Washington, Saud Nasir al Sabah.

Hoy los inhumanos son los rusos. Y entonces es hora de la rusofobia. En este momento trágico de la cultura de la cancelación, se suspende un curso de Dostoievsky en una universidad italiana, se quitan de cartel los ballets de Tchaikovsky y hasta se han intentado derribar varias estatuas vinculadas con Rusia. 

Prohíben a los equipos deportivos rusos, a los cantantes rusos y hasta a los gatos rusos, y a los árboles rusos. Se han atacado tiendas rusas, restaurantes rusos y han aparecido carteles de “prohibida la entrada a rusos”.

Por otro lado, la red social Facebook tan cuidadosa en censurar las noticias no oficiales sobre la pandemia en los últimos dos años, alienta a combatir a los rusos y hasta a matar a Vladimir Putin. 

En la guerra, en el enfrentamiento, podemos observar claramente una desconexión total con la conciencia y con la comprensión profunda de nuestra naturaleza humana. Eso queda muy claro en la bando agresor, eso no hay ni qué decirlo, una total falta de humanidad y amor, pero -ojo- el problema es mucho más complejo y no podemos caer en reduccionismo maniqueo que nos quieren vender los medios de información o de manipulación masiva, como le queramos llamar.

Nos han preguntado a raíz de los artículos anteriores: pero ¿cuáles son los malos? Pues bien, en verdad, la mayoría de la veces la maldad humana es más bien ignorancia e ilusión. Es decir, no podemos hablar de maldad sino de sueño, de inconsciencia. Pero han insistido: pero Putin es malo, ¿no? Queda claro que Putin no es una persona despierta, ni consciente ni virtuosa, pero del otro lado tampoco hay conciencia, tampoco hay virtud y eso lo podemos apreciar en todos o en casi todos los líderes políticos de este fin de ciclo. Poco podemos esperar de ellos. Y si esperamos somos un poco ilusos porque el cambio no vendrá desde ahí. 

Como dijimos antes, hay que tener mucho cuidado y no picar el anzuelo. Es necesario sentarnos en una tribuna muy alta, observar todo desde una perspectiva más elevada y consciente, sin dejarnos engatusar por la propaganda a fin de entender lo que está pasando, comprender las causas profundas, el fenómeno espiritual subyacente detrás de todo esto. Tenemos que tomar conciencia del momento histórico que estamos viviendo. El fin de ciclo, la edad oscura, el kali-yuga, el momento de la in-consciencia. 

Reflexionemos seriamente: ¿a qué egrégor o a qué egrégores estamos alimentando con nuestros pensamientos y nuestra emociones? ¿Hacia dónde se dirigen nuestras energías?

La propaganda y la manipulación mediática quiere que elijas bando. Te empujan a tomar partido con la vieja herramienta de la separatividad: nosotros y ellos, nosotros los buenos, ellos los malos, nosotros los humanos, ellos los inhumanos. Pues no, tenemos que tomar conciencia de estas cosas y repetir como si fuera un mantra: nosotros y ellos somos Uno.

Quiero terminar este artículo recordando a Helena Petrovna Blavatsky, de nacionalidad rusa y nacida en Ekaterinoslav, el actual territorio de Ucrania. Por lo tanto, estamos hablando de una mujer oriunda de esas tierras y que dedicó su vida a divulgar una idea marcante y trascendente: “La identidad fundamental de todas las Almas con el Alma Suprema Universal” y, por lo tanto, todo aquello que se oponga a esta Ley Universal, es decir la Fraternidad, la Unidad Primordial, debe ser considerado una herejía, una transgresión y llamaba a esto “herejía de la separatividad”.

La barbarie de la guerra es producto de la ilusión, de la creencia materialista de que somos entidades separadas, independientes, y por eso lo único que podemos hacer nosotros en este momento, en este mundo tenebroso del Kali-yuga, la edad oscura, es trabajar conscientemente por la Unidad y la Fraternidad, y por eso es necesario que dejemos de alimentar -con nuestras emociones, con nuestros pensamientos, con nuestras energías- a aquellos egrégores que buscan la perpetuación de un sistema antiespiritual e inconsciente.