A través de internet y de las redes sociales cada vez más escuchamos diferentes teorías de la conspiración que hablan de iluminatis, reptilianos, de un nuevo orden mundial e incluso también suelen meterse en la misma bolsa a órdenes iniciáticas como la Masonería y el Martinismo. En este mismo canal recibimos mensajes y amenazas de quienes aseguran que nosotros también formamos parte de esta red conspirativa.

En este artículo vamos a hablar de una de las muchas piezas de estas teorías de la conspiración, unas supuestas cartas del famoso masón norteamericano Albert Pike al revolucionario y también masón italiano Giusseppe Mazzini.

Intentaremos seguir las pistas de esas cartas y trataremos de llegar a su origen.

Si echamos un vistazo a muchos de los libros, webs y canales donde se habla de una teoría de conspiración, encontraremos las famosas cartas de Albert Pike a Mazzini, unas cartas sorprendentes porque en ellas supuestamente se habla de las tres guerras mundiales, en una correspondencia que se afirma que es de 1871.

Vamos a tomar el texto de esas cartas del libro “El sentido de la historia” del escritor español Rafael Palacios, pero podríamos tomar como fuente muchísimas obras que tienen el mismo discurso.

Dice Palacios: “Tuvo que pasar casi un siglo para enterarnos de que los masones y gran maestres de la logia Iluminati, el italiano Mazzini y el norteamericano Albert Pike, general sudista además de teórico luciferino con su obra “Dogma y moral”, habían intercambiado una correspondencia a finales del siglo XIX anticipando ya la necesidad de tres guerras mundiales para obtener el preciado Nuevo Orden Mundial; el control total del Planeta. El 15 de agosto de 1871, Albert Pike escribió una carta confidencial a Giuseppe Mazzini, revelando cuál iba a ser la Agenda de los grandes Eventos Mundiales para la humanidad”.  

Y a continuación Palacios transcribe las supuestas revelaciones sobre las guerras:

La 1ª Guerra Mundial: “Debe propiciarse para permitir a los Illuminati derrocar el poder de los Zares de Rusia y hacer de ese país una fortaleza del Ateísmo Comunista. Las divergencias causadas por los agentes de los Illuminati entre los Imperios Británico y Alemán se usarán para fomentar esta guerra. Al final de la guerra, el Comunismo se erigirá y usará para destruir a otros gobiernos y para debilitar a las religiones”.  

La 2ª Guerra Mundial: “Debe fomentarse aprovechando las diferencias entre los Fascistas y los Sionistas políticos. [aquí es sorprendente que alguien en 1871 hable de fascismo cuando este movimiento aparecerá en Italia unos 40 años después, pero bueno…, sigo:) Esta guerra debe realizarse para que el Nazismo sea destruido (y aquí se habla de nazismo supuestamente en 1871) y el Sionismo político salga lo suficientemente fuerte como para crear un Estado soberano de Israel, en Palestina. Al mismo tiempo, durante la Segunda Guerra Mundial, el Comunismo Internacional debe hacerse suficientemente fuerte para contrarrestar a la Cristiandad, que entonces será constreñida y controlada hasta el tiempo que la necesitemos para el cataclismo social final”.  

Claro, una carta así supuestamente escrita en 1871 hablando de nazismo, fascismo, comunismo y estado de israel sorprende a todos y a los conspiranoicos les demuestra que tienen razón. 

Algunos aspectos de una tercera guerra mundial: “Se fomentará aprovechando las diferencias causadas por los agentes de los Illuminati entre los Sionistas políticos y los líderes del Mundo Islámico. La guerra debe conducirse de un modo que el Islam y el Sionismo político se destruyan mutuamente. Mientras tanto, las otras naciones, una vez más, divididas sobre este asunto, se verán obligadas a luchar hasta el punto de la completa extenuación física, moral, espiritual y económica…”.

La carta es más larga, pero creo que lo sustancial ya ha quedado planteado. 

Palacios habla de su fuente y dice: “Estas cartas entre Pike y Mazzini se mostraron durante un tiempo en la Biblioteca del Museo Británico de Londres (British Museum). Naturalmente, el Museo Británico desmiente la existencia de dichas cartas y son objeto cuando escribo estas líneas todavía de gran polémica. Sin embargo, el oficial de Inteligencia de la Royal Canadian Navy, William Guy Carr, pudo copiarlas en aquella época”.

Aquí se revelan dos cosas que nos sirven para seguir la pista: se afirma que las cartas estuvieron en el museo británico (y que el museo las oculta o niega su existencia) y que el escritor William Guy Carr las pudo copiar (él mismo) del museo.

Tendremos que ir, entonces, a ver que nos cuenta William Guy Carr. Este escritor hizo pública la carta en un libro de 1955 “Peones en juego”, donde se dice que esta correspondencia está en el museo británico pero no habla de todos los detalles que se describen ahora. Por cierto, en el libro no habla ni de fascistas ni de nazis. 

Sin embargo, en una obra de 1959 titulada “Satán, príncipe de este mundo”, Carr volvió a hablar de la correspondencia y ahí dice que el dato de las cartas lo tomó del arzobispo de Santiago de Chile, José María Caro Rodríguez en su libro “El Misterio de la Masonería: Descorriendo el velo”  de 1925. Con esto queda demostrado que la afirmación de que Carr había copiado las cartas él mismo del museo británico es completamente falsa. Es más, el mismo Carr dice: “El guardián de los manuscritos recientementemente informó al autor que esa carta no está en la biblioteca del museo británico”. El texto de las cartas que repiten los conspiranoicos modernos también queda en evidencia que no fue escrito por Carr. 

Sigamos la pista. William Guy Carr cita a José María Caro y al año 1925. Caro, por su parte, habla de las cartas y cita a Howell Arthur Gwynne en el libro antisemita “The Cause of the World Unrest” y dice que en esa obra se habla de una carta atribuida por “El diablo del siglo XIX” a Alberto Pike, en la cual el autor expone a Mazzini el plan de ataque al catolicismo en Italia, para hacerlo buscar su ultimo refugio en Rusia”. Este escritor afirma que las cartas estaban en posesión del British Museum.

Esta es la fuente de Carr y aquí tenemos dos pistas: el libro “The Cause of the World Unrest” que se basa a su vez en  “El diablo del siglo XIX”. 

En el primero de estos libros se habla de las cartas y se cita de la fuente de esta información. Podemos leer: “En el año 1896 apareció en París una curiosa publicación llamada “El diablo en el siglo XIX”. Era un ataque a la masonería y salió en partes, ilustradas con grotescas y repulsivas imágenes. El nombre en la portada es Dr. Bataille, pero se afirma en los catálogos del Museo Británico que los verdaderos autores son Gabriel Jogand-Pages y Charles Hacks”.

Aquí queda resuelto lo de la correspondencia en el museo británico. Las supuestas cartas nunca estuvieron en ese museo, sino lo que se dice es que el libro “El diablo en el siglo XIX” era el que estaba catalogado en el museo británico. Como vemos, esto es una especie de comedia de enredos, un teléfono descompuesto.

Entonces, vayamos al texto original de todo este lío: “El diablo en el siglo XIX” escrito por el famoso Leo Táxil. En las páginas de ese libro encontraremos las dichosas cartas que no hablan de ninguna segunda ni tercera guerra mundial y mucho menos de fascismo y nazismo sino de un plan maquiavélico de masones y comunistas para destruir a la iglesia católica.

Hagamos algunas precisiones. En el momento en que se escribió este libro (1895) existía un combate ideológico fuerte entre la Iglesia Católica y la Masonería. De hecho, el papa de ese momento (León XIII) escribió varias encíclicas condenando a las logias masónicas. 

Que en 1895 pudiera hablarse de una segunda y una tercera guerra mundial hubiera sido sorprendente, pero referirse a un alzamiento en Rusia por parte de los comunistas no era algo tan lejano. Recordemos que si bien la revolución rusa triunfó en 1917, ya en 1905 hubo una intentona, una revolución fallida, la cual también tenía antecedentes. En 1891, el zar Alejandro II murió en atentado con bomba que fue perpetrado por movimientos subversivos populares. Por lo tanto, el clima estaba enrarecido y podían preverse problemas en la Rusia de los zares.

Pero lo más importante de este libro donde aparecen por primera vez las cartas es su autor: Leo Taxil. 

La historia de Leo Táxil merece ser tratada en profundidad, pero brevemente podemos decir que era un autor fervorosamente anticlerical que escribía libros escandalosos en contra de la Iglesia Católica. Pero en el año 1886, mágicamente, Táxil anunció su arrepentimiento y su conversión, y para demostrarlo peregrinó a Roma donde logró la absolución del papa León XIII.

A partir de ese momento, toda su energía se volcó en denunciar a la Masonería, escribiendo sobre rituales satánicos secretos y revelando al mundo la existencia de una secta misteriosa que movía los hilos llamada “Palladium”, presentando a una alta dignataria luciferina llamada Diana Vaughan que confesaba todos sus crímenes.

Once años después de su conversión, en el año 1897, Leo Taxil brindó una conferencia en la Sociedad Geográfica de París donde, para sorpresa de todos, confesó que toda esa conspiración y que todas las historias que aparecían en sus libros eran pura invención. Ni Palladium ni Diana Vaughan existían y tampoco existían, por supuesto, las famosas cartas de Albert Pike a Mazzini. Según cuentan las crónicas, Leo Taxil estuvo a punto de ser linchado por los católicos furiosos y la policía tuvo que intervenir para preservar la integridad física del autor. 

Este podría ser el final de la historia. Un bulo que se repite una y otra vez y que le da la razón a Joseph Goebbels cuando dice que “una mentira repetida mil veces se termina convirtiendo en verdad”. Sin embargo, a los teóricos de la conspiración les importa muy poco la verdad, más aún en estos tiempos de posverdad. 

¿Y cuándo surge la famosa carta que predice las tres guerras y que habla de una conspiración global de los iluminati? Hemos viajado hacia atrás en el tiempo y hemos descubierto que la pista terminaba con Leo Taxil. Sin embargo, tal vez tendríamos que haber empezado en el año 2003, cuando un tal Michael Haupt  reescribe la correspondencia de Pike a Mazzini y la difunde en los círculos conspiranoicos, que no suelen ser muy rigurosos a la hora de aceptar nuevas informaciones que corroboren sus prejuicios. 

¿Cuál es la intención de este artículo En primer lugar, dejar en evidencia la poca fiabilidad de las informaciones que manejan los libros y las páginas de conspiración las cuales –a raíz de la crisis sanitaria que hemos vivido en este año 2020– se han reproducido como hongos.

En segundo lugar, apelar al sano escepticismo. No se crean nada de lo que se dice en las redes. Tampoco se crean lo que decimos en este canal. Investiguen, comprueben, experimenten. No caigan en la trampa de los conspiranoicos de creer que hay buenos y malos. La realidad es mucho más compleja y algunas de estas ideas las hemos explicado en el artículo sobre la interpretación esotérica de la historia. 

Hablar de buenos y malos es una simplificación tan burda que roza con la ignorancia. ¿Existen las conspiraciones? Por supuesto que sí, pero gran parte de las revelaciones que hacen los teóricos de la conspiración son tan caricaturescas, tan absurdas, que no pueden ser tenidas en serio.