Casi un siglo después de la aparición de los manifiestos rosacruces, la “Fama Fraternitatis” y la “Confessio Fraternitatis” apareció en Europa -exactamente en el año 1710- una obra misteriosa titulada “La verdadera y completa preparación de la piedra filosofal, de acuerdo a los métodos secretos de la Hermandad de la Rosacruz de Oro, con las reglas de dicha Orden para la iniciación de sus nuevos miembros”.

En este libro, publicado en Breslavia, en la baja Silesia (actualmente Polonia) aparecen dos partes bien diferenciadas pero -al mismo tiempo- conectadas entre sí: en la primera se habla de Alquimia y del proceso de la preparación de la piedra filosofal, y en la segunda parte se incluyen 52 reglas de una organización secreta rosacruz que sería la continuación histórica del trabajo que realizaron Johann Valentinus Andreae, Michael Maier y los fratres que colaboraron en la exteriorización del Ideal Rosacruz a inicios del siglo XVII.

El autor de esta obra fue un pastor luterano oriundo de Reichau (Silesia) llamado Samuel Richter pero que firmaba sus obras con el nombre simbólico de Sincerus Renatus. Si vamos a la etimología de estas dos palabras, Sincerus proviene del latin y significa “sine cera”, es decir sin cera, que no contiene cera y que se usa para hablar de una miel pura, sin mezcla, auténtica. Por otro lado “Renatus” viene de “re” (es decir, de nuevo) y “natus” (nacido), nacido de nuevo o renacido. Siendo así, el Frater Sincerus Renatus es el Hermano puro y renacido.

En 1703, Renatus estudió medicina en Wittenberg, una ciudad muy impregnada del espíritu luterano (de hecho se la conoce como Lutherstadt Wittenberg, es decir Wittenberg Ciudad de Lutero). Más tarde se desplazó a La Haya (Holanda) donde se formó en Teología y tomó contacto con fraternidades iniciáticas, en particular la Unzertrennlichen (Orden de los inseparables) para regresar más tarde a Silesia donde fue tutor de familias nobles para más tarde convertirse en pastor protestante en Hartmannsdorf, cerca de Landeshut, conectando sus conocimientos médicos, alquímicos y la fe protestante con las enseñanzas secretas que había adquirido en Holanda.

Es en este contexto en el que Sincerus Renatus publicó su obra acerca de la Rosacruz de Oro, aunque posteriormente escribió otras donde se evidencia una fuerte influencia de Paracelso, Jacob Boehme, Valentin Weigel, los pietistas y obviamente toda la literatura rosacruz del siglo XVII.

Volvamos por un momento a la Orden der Unzertrennlichen (Orden de los inseparables) también conocida como “Venerabilis Reverenda Confoederatio Inseparabilium” que habría sido fundada en 1617 en el Palacio de Weimar por Johann Ernst el Joven y otros nobles germanos, un sistema iniciático estructurado en cinco grados, con logias en varias partes de Europa. Los códigos de esta Orden llegan a decir que el cuarto grado habría sido instaurado en 1612 por Henrik Graf Schlick y que el título de Maestro dataría de 1577, aunque estas afirmaciones carecen de respaldo documental. Aún así, es altamente posible que el autor de los manifiestos (o al menos su cara visible) Johann Valentinus Andreae o uno de sus discípulos haya estado vinculado a la creación y desarrollo de esta Orden.

Los Inseparables tenían un profundo conocimiento de la Alquimia y ciertamente estaban muy relacionados con el impulso rosacruz, por lo cual no es aventurado pensar que la Orden de la Rosacruz de Oro de Sincerus Renatus era una sociedad vinculada a esta otra. De hecho, varios investigadores consideran a los Unzertrennlichen como el eslabón perdido entre el rosacrucismo original de los manifiestos y la Rosacruz de Oro del siglo XVIII, exteriorizada a través de Sincerus Renatus y desarrollada más tarde por Hermann Fictuld, quien -en 1747-  intentó dar coherencia a varias iniciativas aisladas de instrumentar el sistema ritualístico de la Rosacruz de Oro y unificar las diversas logias que estaban operando en Europa.

Aunque Fictuld no logró esta consolidación, poco tiempo después, en Frankfurt, se fundó una Hermandad de corte masónico que adoptó el nombre de “Rosacruz de Oro”, y que logró una amplia difusión en Europa central y oriental, especialmente en Alemania, Hungría, Polonia, Bohemia y Rusia. 

Los Inseparables usaban la Biblia como libro sagrado, colocada en una mesa central con un mantel blanco, delante de un reloj de arena y una calavera. Según Karl Frick, en su obra “Los iluminados”, sus principales símbolos eran el sol, la luna y las estrellas además de una figura femenina que representaba la Pansofía, una brújula, un círculo y tres globos. También se hacía referencia a un ascenso por siete peldaños hasta una “fuente de sabiduría” del “más alto arquitecto del mundo”.

Como se dijo antes, esta Orden tenía cinco grados de formación vinculados al proceso alquímico. Los iniciados de los primeros grados portaban una cruz plateada y los de los grados superiores una cruz de oro. Según revela Christopher McIntosh (y este detalle también se cuenta en varias escuelas rosacruces) cuando un Hermano alcanzaba el grado más alto ingresaba en una Orden Interna donde a la cruz dorada se le agregaba una rosa para constituir así la rosacruz de oro.

Una de las revelaciones importantes de Sincerus Renatus en la introducción de su libro de 1710 es que los Hermanos Mayores de la Rosacruz, los Adeptos o Maestros de la Orden, se habían retirado a Oriente, más precisamente a la India, aunque otros han aventurado que habrían dejado este plano y que seguirían guiando a la Rosacruz desde otros planos de existencia. René Guénon, por su parte, al referirse a este viaje de los Maestros Rosacruces a Asia, dice: “Sería completamente inútil buscar determinar «geográficamente» el lugar de retiro de los Rosa-Cruz; de todas las aserciones que se encuentran sobre este punto, la más verdadera es ciertamente aquella según la cual se «retiraron al reino del Preste Juan», no siendo éste otra cosa […] que una representación del Centro Espiritual Supremo”. No me detendré en este punto, pero lo cierto es que -teniendo en cuenta este detalle- podemos entender el esfuerzo de Renatus como un intento de restaurar un proyecto iniciático inconcluso o simplemente la exteriorización de un trabajo esotérico que se venía realizando desde varias décadas atrás.

En su libro, el Frater Sincerus Renatus dice que la Orden era dirigida por un Imperator, que era elegido por los Hermanos para que dirigiera el trabajo ritualístico y formativo de forma vitalicia. Esta es, seguramente, la primera vez que se escucha el título de “Imperator” (emperador) en un ámbito iniciático, título que han usado posteriormente varias organizaciones de inspiración rosacruz. 

Otra cosa interesante que se revela en el libro es que la Orden tenía dos secciones que se llamaban “de la Rosacruz” y “de la Cruz de Oro” y los Hermanos de cada uno de estos grupos usaban en la vida pública como medio de reconocimiento una cruz verde y una cruz roja respectivamente. No se sabe exactamente por qué la Orden estaba subdividida, algunos han hablado de alquimistas operativos y especulativos, o vinculados al trabajo interno y externo, pero lo cierto es que todas estas son solamente hipótesis.

Con referencia a la Gran Obra alquímica, Sincerus Renatus reveló que todo lo que escribió acerca de esto lo copió de un viejo manuscrito que le fue entregado por un “profesor” cuya identidad nunca reveló. Por otro lado, el énfasis de Renatus está dado en la auténtica naturaleza de la Alquimia, explicando que el verdadero objetivo de ésta es la purificación del Ser Humano y la Naturaleza.  

Al hablar de la caída posterior a la ingesta del fruto del conocimiento del bien y del mal, Renatus afirma que antes de este acontecimiento, Dios había introducido el «nombre de Cristo en la simiente de la mujer «, de tal manera que la naturaleza crística está inserta en cada hombre y mujer, y por lo tanto el Cristo es la verdadera piedra filosofal, que -a través de un proceso de trabajo interior, comparable a la labor de los alquimistas- puede purificarnos y redimirnos. 

Es interesante destacar que en la Biblioteca Nacional de Viena existe una obra semejante a la de Renatus titulada «Testamento de la Fraternidad de la Rosa y la Cruz de Oro», («Testamentum der Fraternitet Roseae et Aureae Crucis”) donde primeramente se enumeran una serie de reglas para los Hermanos Rosacruces y donde se describen largamente varios procesos alquímicos, con cuidados emblemas coloreados como los que estamos viendo en pantalla. 

Según consta en una nota que aparece en una de las hojas encuadernadas, la obra habría sido adquirida en 1735 por Johann Adalbert, Príncipe de Buchau y hoy en día se encuentra -como dije antes- en la biblioteca nacional austríaca, en Viena, con el código SN 2897 y que tiene este largo título en alemán: «Testamentum Der Fraternitet Rosæ et Auræ Crucis, als gewisse Extases oder geheime Operationes, wodurch das Mysterium eröffnet an unsere Kinder der Weisheit göttlicher Magie und englischer Cabbalae. I.W.R. Anno 580».

Al estudiar con profundidad la cadena iniciática de la Rosacruz de Oro durante el siglo XVIII podríamos determinar esta sucesión discipular:

Frater Incognito [este nombre suele usarse cuando el iniciador no es conocido] de la Orden der Unzertrennlichen.

Frater Sincerus Renatus (ca. 1660 – ca. 1722) 

Frater Herman Fictuld (ca. 1700 – ca. 1777)

Frater Bernhard Joseph Schleiss von Löwenfeld (1731-1800) 

Frater Johann Christopher Wöllner (1732-1800)

En este punto de la historia quedan en evidencia varios vasos comunicantes entre la Rosacruz y la Masonería, y la cadena de transmisión se entremezcla con la Estricta Observancia Templaria, los Iluminados de Aviñón y con otros ritos de la Masonería centroeuropea, en un proceso que se acentuó en el siglo XIX con una Rosacruz replegada hacia adentro y dividida en varios grupos que trabajaron de forma subterránea en Europa y América, y con una Masonería volcada hacia lo exterior y relegando el rosacrucismo al grado 18º Caballero Rosacruz, donde aún se conservan algunas claves de todo este fascinante proceso.