Este año hemos elegido como punto de partida para nuestra reflexión este laberinto que estamos viendo en pantalla y que aparece acompañado de una máxima latina: “Fata Viam Invenient” que significa “El destino encontrará un camino”, la cual fue tomada de la obra de Virgilio “La Eneida” en una de las alocuciones del dios Júpiter.
El destino encontrará un camino, lo cual quiere decir que “todo lo que deba ser será” y esto no es fatalismo sino el entendimiento que las rutas se irán abriendo, el camino se irá despejando para que se cumpla la Ley. Nos podemos distraer, divagar, gastar energía en lo innecesario pero -inexorablemente- la ley se cumple y podríamos agregar: se cumple para bien. Como dicen los cabalistas: “Gam zu letová” (Todo será para bien).
En otras palabras, llegarán pruebas, desafíos, obstáculos durísimos, caídas y remontadas, cosas buenas, malas, feas, placenteras, dolorosas, todo eso llegará pero al final -sí o sí- llegaremos al centro del laberinto.
La figura geométrica del laberinto nos muestra un camino enmarañado, confuso y que muchas veces nos desanima, pero si observamos bien, veremos que siempre llegaremos al centro, tarde o temprano, es decir que la victoria final está asegurada. Sabiendo esto, solamente nos queda prestar total atención a cada paso que damos, concentrados en la senda, sin pensar en la meta sino simplemente avanzando, avanzando, paso a paso, con responsabilidad, o sea “respondiendo con habilidad” a cada escollo, a cada reto, siendo consciente que “Fata Viam Invenient”. El destino se terminará abriendo paso.
Pero, ¿cuál es el destino del ser humano? En primer lugar, queda claro que nuestro destino seguro es la muerte. En eso estamos todos de acuerdo, si nacemos y vivimos, tenemos que morir. Y eso, aunque parezca malo, en verdad es bueno porque establece un límite que nos permite vivir plenamente. Por el contrario, si preferimos ignorar la muerte, escondiéndola debajo de la alfombra, engañándonos a nosotros mismos y creyéndonos inmortales, vamos a vivir a medias, superficialmente, desaprovechando las valiosísimas lecciones de la Escuela de la Vida.
La muerte es una certeza para todos nosotros. Un destino inevitable, pero ¿qué otros destinos hay? Para los materialistas, ese es el único destino seguro. Vivimos, morimos y la historia termina ahí. No obstante, desde una perspectiva espiritual e iniciática, la muerte es entendida como la puerta a otra cosa, es decir que podemos llegar a concebir otros destinos, siendo el destino último la reintegración, es decir la vuelta a casa, el regreso de la Fuente. Desde esta perspectiva más amplia, el destino siempre encontrará el camino para manifestarse, lo cual significa que el Universo mismo actúa -a través de sus leyes- para que la chispa regrese al gran fuego, para que la gota se haga una con el océano.
Algunos dirán: pero si existe el destino, por lo tanto, no existe el libre albedrío. Y la respuesta es “sí” y “no”. Hay cosas que dependen de nosotros y otras que no.
En este punto, muchos recordarán la escena de «Matrix» cuando Morfeo le pregunta a Neo: “¿Crees en el destino, Neo?”. Esta es la gran pregunta que nos plantea “Matrix”: ¿somos libres de elegir o estamos atados a un destino inexorable? En la trilogía se muestran, al menos, tres respuestas diferentes a esta interrogante:
La primera: “Existe el destino pero también el libre albedrío”.
La segunda: “Existe el destino y no el libre albedrío”.
La tercera: “No existe el destino pero sí el libre albedrío”.
El sistema de Matrix tiene una regla fundamental: la elección y es el personaje de Oráculo quien -aún creyendo en el destino- le explica a Neo lo siguiente: “Vas a tener que tomar una decisión. Tú eres el que decide. No podemos ver más allá de las elecciones que no entendemos”.
Y pregunta el agente Smith: “¿Por qué, sr. Anderson?, ¿por qué?, ¿por qué?, ¿por qué lo hace?, ¿por qué?, ¿por qué se levanta?, ¿por qué sigue luchando? ¿De verdad cree que lucha por algo además que por su propia supervivencia?, ¿querría decirme qué es, si es que acaso lo sabe? ¿Es por la libertad?, ¿por la verdad?, ¿tal vez por la paz?, ¿quizá por el amor? Ilusiones, sr. Anderson, desvaríos de la percepción. Concepciones temporales de un frágil intelecto humano que trata con desesperación de justificar una existencia sin sentido ni objetivo”. Y Neo responde: “Porque lo he elegido”.
Por lo tanto, todo se reduce a encrucijadas y decisiones. Retos y respuestas, y con cada decisión, con cada respuesta, se abren nuevos caminos. A veces acertando, a veces fallando, pero siempre aprendiendo.
Hay otra película que ya hemos citado y recomendado otras veces: “Alma salvaje”, donde la protagonista reflexiona al final sobre todas las cosas de su pasado, sus conflictos, su adicción a las drogas, su promiscuidad, y se hace esta pregunta: “¿Y si todas esas cosas que hice fueron las que me trajeron hasta aquí?”. Y es verdad: todo lo que hemos hecho, lo bueno y lo malo, nuestros logros y nuestras derrotas, nuestros aciertos y nuestros desaciertos, son los que nos han conducido a este punto y cuando hablo de este punto no estoy hablando en abstracto.
Estoy hablando de mi misma, comunicando esta enseñanza y de ti, al otro lado de la pantalla, mirando este video. Todo lo que hice en mi vida y todo lo que has hecho en esta vida, los caminos que has elegido y aquellos que has evitado, son los que te han conducido hasta este lugar.
Yo hablando y tu escuchando, y al terminar este video escogerás un nuevo camino, descartarás otro, acertando y errando, errando y acertando, pero debes estar seguro, debes estar segura, de que el destino siempre encontrará el camino para manifestarse.
Por lo tanto, abre los ojos y elige cuidadosamente el camino.