El Sendero Iniciático puede ser representado y entendido de múltiples maneras, y el mismo puede ser estudiado, abordado y comparado desde diferentes perspectivas, pero hay dos puntos que deben ser tenidos en cuenta por todos los nobles caminantes:

a) El mapa no tiene valor en sí mismo sino que es un medio para recorrer el Sendero.

b) El mapa es una representación del territorio, una aproximación más o menos acabada de lo que nos vamos a encontrar cuando visitemos ese lugar que –si somos estrictos– no es un “lugar”.

En la Primera Guerra Mundial, Alfred Korzybski era el líder de un batallón y, al avanzar por el territorio enemigo, se topó con un enorme zanjón que no aparecía en ninguno de los mapas que tenía a disposición. Como fruto de esta experiencia, Korzybski concluyó que “el mapa no es el territorio” y que –del mismo modo– las palabras no son el objeto. La Verdad está por encima de los conceptos, pero los seres humanos siempre han estado dispuestos a luchar y hasta a matarse por mapas y palabras.

Si estamos hambrientos, leer el menú de un restaurante no no servirá de nada: necesitamos comer la comida, del mismo modo que nadie puede emborracharse con la palabra “vino”. Podemos estudiar en profundidad la cultura japonesa, saberlo todo sobre sus costumbres, haber estudiado todos los mapas y las guías de Tokio, pero si no viajamos a Tokio nunca conoceremos Tokio. Conocer Tokio significa comprar un billete de avión, viajar a la ciudad y recorrerla de arriba a abajo, con mucho tiempo, comiendo sus comidas, hablando con sus gentes. Y aún así solamente conoceremos una parte de Tokio.

Cartografía de territorios poco accesibles

Toda la cartografía iniciática (es decir aquella que describe los pasos que debemos dar y los territorios que debemos recorrer en nuestro viaje) es similar y, al mismo tiempo, bien diferente, ¿por qué? Dejando de lado los contextos socio-culturales, geográficos o históricos, debemos tener en cuenta que las vivencias interiores son inexpresables en palabras. Por lo tanto, los místicos que se han aventurado en estas tierras del espíritu han tenido que recurrir a la metáfora, a la poesía, al símbolo para describir lo indescriptible.

Aún así, queda claro que –aunque hay un solo Sendero– existen muchas vías hacia la cumbre, del mismo modo que todas las montañas tienen varias formas de acceso, algunas más difíciles, otras más sencillas.

Hace algún tiempo me encontré con dos amigos que discutían sobre Estados Unidos después de haberlo visitado. Uno decía que sus habitantes eran amables y conservadores, mientras que el otro sostenía que eran indiferentes y liberales. Uno había visitado un pueblo de Texas y el otro la ciudad de Los Ángeles. Los dos tenían razón y los dos estaban equivocados, pues de una experiencia personal y limitada hacían una generalización. Lo mismo ocurre en Montevideo. Uno puede recorrer Carrasco y afirmar “esto es Montevideo” del mismo modo que otro puede pasear por el Barrio Borro y sostener exactamente lo mismo.

Esto tenemos que tenerlo en cuenta. Todo mapa del camino es parcial y resalta determinados aspectos, al mismo tiempo que descarta otros. Esto es exactamente lo que explicaba Levi-Strauss al decir que una Historia que pretenda recoger fielmente todos los hechos del pasado ya no sería Historia sino esos mismos sucesos repetidos una vez más. En sus propias palabras: “El historiador y el agente histórico eligen, cortan y recortan, pues una historia verdaderamente total los confrontaría con el caos. (…) Una historia verdaderamente total se neutralizaría a sí misma: su producto sería igual a cero”.

Del mismo modo, cuando contamos nuestras experiencias en un viaje, necesitamos seleccionar algunos aspectos y dejar de lado otros. Tomamos un número limitado de fotografías para tener una idea general de nuestro viaje, pero no nos colocamos una cámara Go-Pro para registrar absolutamente todos los momentos de nuestra vivencia.

Los mapas sirven de orientación y son un acercamiento a determinada realidad pero para entender a la perfección qué hay detrás de ese mapa es indispensable pasar a la acción y recorrer el territorio. Muchos se contentan con el análisis y la compación de los diferentes mapas, convirtiéndose en “eruditos espirituales” (¡vaya horror!), pero nosotros tenemos que ir más allá, salir de la virtualidad, calzarnos nuestras botas de caminata e iniciar nuestro propio sendero.

¡A caminar!

“¿Qué va a ganar uno por citar o escuchar meramente las escrituras? Uno debe asimilarlas. El almanaque predice las lluvias para el año, pero no conseguirá usted ni una gota exprimiendo sus hojas.” (Sri Ramakrishna)

Del Rigor en la Ciencia (Jorge Luis Borges)

En aquel Imperio, el Arte de la Cartografía logró tal Perfección que el mapa de una sola Provincia ocupaba toda una Ciudad, y el mapa del Imperio, toda una Provincia. Con el tiempo, estos Mapas Desmesurados no satisficieron y los Colegios de Cartógrafos levantaron un Mapa del Imperio, que tenía el tamaño del Imperio y coincidía puntualmente con él.

Menos Adictas al Estudio de la Cartografía, las Generaciones Siguientes entendieron que ese dilatado Mapa era Inútil y no sin Impiedad lo entregaron a las Inclemencias del Sol y los Inviernos. En los desiertos del Oeste perduran despedazadas Ruinas del Mapa, habitadas por Animales y por Mendigos; en todo el País no hay otra reliquia de las Disciplinas Geográficas.