En este 2024 se cumplen 540 años de la muerte del fundador simbólico de la Rosacruz, el Frater Christian Rosenkreutz (acontecida en 1584) y también se conmemoran 420 años del descubrimiento de su tumba.

En el libro fundacional del rosacrucismo, “Fama Fraternitatis” o Primer Manifiesto se dice lo siguiente: en 1604 (el mismo año en el que Kepler descubrió dos nuevas estrellas en las constelaciones Serpentario y Cygnus), uno de los Hermanos Rosacruces, el Frater N.N. –que era arquitecto– estaba trabajando en la Casa del Espíritu Santo de la Hermandad Rosacruz en Alemania cuando, al quitar un clavo de una de las paredes, se cayó parte de la mampostería. Lo interesante del hecho es que N.N. encontró que –detrás de la pared– había un pasaje secreto con una puerta escondida y una interesante inscripción: “Me abriré dentro de 120 años”.

Al avanzar por ese pasillo secreto, N.N. y otros Hermanos Rosacruces que lo acompañaron, encontraron la tumba de Christian Rosenkreutz, la cual estaba iluminada por una lámpara perenne que colgaba del techo, en el centro de una bóveda de siete lados, la cual tenía varias decoraciones simbólicas.

La tumba del Padre Fundador ha fascinado a todos los grupos que se han adherido al Ideal Rosacruz, aunque es importante destacar que en relación a la figura de Christian Rosenkreutz existen dos posturas diferentes: mientras que algunos creen que detrás de este nombre se esconde un personaje histórico (eso es lo que afirman, por ejemplo, Max Heindel y Rudolf Steiner), otros -entre los que nos contamos- aseguramos que C.R.C. no es otra cosa que una personificación del egrégor de la Rosacruz, una forma de plasmar el ideal de un noble viajero, de un caminante en la Via Lucis. Eso es justamente lo que cuenta la Fama Fraternitatis: la historia de un noble peregrino en busca del conocimiento.

Mientras que la Masonería, con su marco simbólico de los constructores y de la albañilería, toma como modelo y mito fundacional a un constructor (Hiram Abiff), del mismo modo la Rosacruz, que se focaliza en el concepto de un viaje o peregrinación y de un “homo viator” tiene como modelo y mito fundacional a un noble viajero, el Padre Christian Rosenkreutz.

Varios investigadores han tratado de averiguar quién o qué se esconde detrás del nombre el descubridor de la tumba (el frater N.N.). Paul Foster Case aseguró que: “N.N. representa la «doble Nun,» o la doble función de la fuerza oculta asociada en la Cábala con la letra hebrea Nun, o N. Esta fuerza está gobernada por el signo zodiacal Escorpio. Así, el Hermano N.N. es un tipo de conciencia despierta que resulta de la sublimación de esta fuerza oculta y de su expresión a través de los centros cerebrales superiores cuya actividad hace posible la iluminación”.

Algunos cabalistas dicen que Doble Nun significa «Muerte a la Muerte,» es decir: la vida plena de Aleph, de la conciencia de la Unidad, más allá de todas las dualidades.

Por otro lado, la Nun árabe, la cual es entendida como una barca, un capullo de seda, útero, nos deja ver que en su forma doble cierra el círculo, lo completa. Doble Nun sería, entonces, un círculo cerrado y completo, lo cual en la tradición alquímica se corresponde al símbolo del sol y del oro.

Jessica Hartmann sugiere que N.N. esconde el nombre “Novus Nascor” (Nacido de nuevo), lo cual es una idea interesante ya que al abrir la cripta se está reviviendo -al menos desde lo simbólico y espiritual- a Christian Rosenkreutz, el cual -como ya dije antes- representa el egrégor de la Orden.

En este sentido, vale decir que -en la jerga rosacruz- “abrir la tumba del Padre Fundador” simboliza iniciar un nuevo ciclo de trabajo y así se ha hecho a lo largo de la historia. Por esta razón, al realizar en noviembre el acto simbólico de apertura en el noveno Encuentro Mundial de la Orden en México estamos conectando con la esencia de la Rosacruz, con su Fuente de energía, en otras palabras con su egrégor.

De este modo nos presentaremos ante Christian Rosenkreutz para manifestarle nuestra intención de trabajar de forma sincera bajo los auspicios de la Rosa y la Cruz.

Al no haber existido físicamente un ser humano de carne y hueso llamado Christian Rosenkreutz, queda claro también que la cripta no puede considerarse un espacio físico sino metafísico. Martin Faulks dice que ese espacio no es otra cosa que un palacio de la memoria, un lugar donde los discípulos pueden ordenar y acceder a enseñanzas y símbolos, un contenedor simbólico y un repositorio de conocimientos esotéricos. En ORCI también entendemos la cripta como un “lugar que no es un lugar” y al que podemos acceder de forma imaginal cada vez que cerramos los ojos y decimos “estoy ahí”.

Parafraseando a San Mateo: Este espacio imaginal siempre estará protegido de la indiscreción de los curiosos porque no está construido “en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, ni donde ladrones minan y hurtan”.

El texto completo se puede consultar en el video de YouTube: