Hay muchas obras que son atribuidas al misterioso conde de Saint Germain, pero la inmensa mayoría de ellas son modernas, canalizaciones de diverso valor. Algunas interesantes y otras ciertamente no aportan nada. Sin embargo, hay una obra que sí parece hacer sido escrita por el propio Saint Germain. Estoy hablando de un libro fascinante que resiste a ser decodificado, del que mucho se ha hablado pero que nadie -o casi nadie- ha tratado de entender en profundidad. Me estoy refiriendo a la Santísima Trinosofía, escrita en un lenguaje extremadamente barroco y con una simbología difícil de comprender.
De acuerdo con Manly Palmer Hall, esta obra “es uno de los más extraordinarios documentos relacionados con las Ciencias Herméticas jamás compilado”.
La biografía de Saint Germain es bastante desconcertante y logra despistar incluso a los historiadores más minuciosos. Helena P. Blavatsky se refirió a Saint-Germain como «el mayor adepto oriental que Europa haya visto durante los últimos siglos».
Manly Hall, por su parte, revela que el conde “era reconocido como el erudito y lingüista más destacado de su época. Sus logros versátiles abarcan desde la química y la historia hasta la poesía y la música. Tocaba varios instrumentos musicales con gran maestría y entre sus numerosas composiciones figura una ópera breve. También fue un pintor de una habilidad poco común y se cree que los notables efectos luminosos que creaba en el lienzo se debían a que mezclaba madreperla en polvo con sus pigmentos. (…) Sus conocimientos lingüísticos rondaban lo sobrenatural. Hablaba alemán, inglés, italiano, portugués, español, francés con acento piamontés, griego, latín, sánscrito, árabe y chino con tanta fluidez que en cada país que visitaba lo tomaban por autóctono”.
Lo cierto es que podemos identificar a tres Saint-Germain, en primer lugar el biográfico, el que puede rastrearse con documentación histórica, el segundo el Saint-Germain ocultista, el personaje que ha cautivado a hermetistas, masones y rosacruces, donde se mezcla la historia con el mito y, por último, el Saint-Germain de la New Age, otro personaje construido a partir de los testimonios de Helena Blavatsky en primer lugar y que se alimentó luego con las corrientes neoteosóficas, especialmente con las escuelas metafísicas del Yo Soy.
El primer Saint-Germain se basa en fuentes documentales. El segundo se alimenta de algunos documentos, de fuentes orales y testimonios secundarios, los famosos “se dice” se dice que… al parecer… En rigor de verdad, todos los personajes históricos relevantes tienen esta segunda capa, desde Jesucristo, Eva Perón, Hitler, Napoléon, Churchill y Einstein. Siempre hay un mito alimentado por pensamientos y emociones que suele prevalecer al ser humano de carne y hueso.
El tercer Saint-Germain se fundamenta mayormente en declaraciones y conjeturas de escritores de la New Age, en canalizaciones o comunicaciones mediúmnicas.
El único retrato que se hizo en vida del conde de Saint-Germain pertenecía a la marquesa d’Urfé. Paul Chacornac creía que este cuadro fue pintado por el conde Rotari, amigo de Saint-Germain, y donado por este último a Madame d’Urfé, a principios de 1760. Todos los demás retratos son adaptaciones de este y la versión del Saint-Germain barbado proviene de fines del siglo XIX, del entorno teosófico y luego se fue adaptando en las corrientes New Age.
Es a este personaje histórico-mítico a quien se le atribuye la autoría de la “Santísima Trinosofía”, un libro de 96 páginas datado a finales del siglo XVIII, el cual, aunque existe cierta controversia sobre la autoría.
La conexión de la obra con Saint-Germain está dada en gran medida en una «nota del librero» adherida al frente del manuscrito original que se conserva en Troyes, Francia, así como en las afirmaciones de Manly Palmer Hall. No obstante, algunos investigadores aseguran que la obra fue escrita por otro noble misterioso y fascinante de esos tiempos: Cagliostro.
Quienes apuntan a Cagliostro hacen referencia al prólogo del libro, donde el autor menciona haberlo escrito mientras estaba prisionero de la Santa Inquisición, una circunstancia que coincide con Cagliostro pero no con Saint-Germain, quien nunca estuvo en la cárcel. De hecho, el texto dice así: «Es en el retiro de los criminales en los calabozos de la Inquisición que tu amigo escribe estas líneas que te servirán de instrucción», y luego comenta que su cuerpo está «destrozado por la tortura».
Aún así, quienes defienden la autoría de Saint-Germain aseguran que estas referencias son simbólicas y que el presidio debe interpretarse como la situación del alma, que desea liberarse de sus cadenas para emprender el viaje de regreso a casa. Por otro lado se argumenta que Cagliostro difícilmente pudo escribir algo así en la situación presidiaria en la que se hallaba.
Otro detalle interesante es la procedencia del manuscrito, que al parecer fue confiscado por el Mariscal de Francia André Massena de la casa del Gran Inquisidor en Roma, según una nota manuscrita que así lo afirma. Massena fue un militar clave en las campañas italianas de las guerras revolucionarias francesas, que fueron cruciales para para el ascenso político de Napoleón Bonaparte.
Lo cierto es que el texto salió a la luz cuando fue vendido por uno de los hijos de Massena en un remate donde se afirmaba lo siguiente: “Este manuscrito único es lo que poseía el famoso Cagliostro, y que fue encontrado en Roma por Masséna en el Gran Inquisidor. La Inquisición sin duda lo había capturado. Entre los efectos de este aventurero, cuando fue arrestado en Roma a finales de 1789”.
Según este testimonio, Cagliostro tenía el libro antes de ser apresado, por lo cual la teoría de que lo escribió en la cárcel se torna menos creíble.
El nombre del libro Trinosophia, es decir Trino (triple) y sophia (sabiduría) es una referencia clara a la figura de Hermes Trimegisto, el tres veces grande, el tres veces sabio. Los textos interiores están escritos en hebreo, caldeo, griego, jónico, árabe, siríaco, cuneiforme y jeroglíficos griegos, así como también varias imágenes simbólicas que hacen referencia la Gran Obra alquímica.
En sus capítulos, la obra describe un viaje iniciático y tiene la siguiente estructura:
En una noche oscura, el protagonista descubre un altar en un entorno volcánico. Hay una prueba de agua en un espacio subterráneo y luego atraviesa un lago de fuego. Después de atravesar las pruebas elementales, emerge en la tierra y encuentra el Palacio de la Sabiduría cuya base -según se cuenta- “reposaba en nubes”, es decir que estamos hablando de un espacio imaginal en el plano del alma. En ese lugar encuentra sabios, maestros o adeptos , atraviesa nuevas pruebas y purificaciones que son una clara alusión al proceso alquímico. Luego persigue a un pájaro para finalmente terminar su periplo con una ascensión. Finalmente el autor dice: “Las puertas de la inmortalidad me fueron abiertas, la nube que cubre los ojos de los mortales se disipó, YO VI, y los espíritus que presiden los elementos me reconocieron como su maestro”.
Los múltiples símbolos que acompañan el texto nunca se han descifrado del todo. Tenemos algunas referencias y podemos realizar algunas asociaciones, pero nos sigue faltando el contexto preciso para poder entender el simbolismo por completo. Además, se dice que esta obra pudo haber sido un manual iniciático para los discípulos del propio Saint Germain. Lo que sí es cierto es que en una de las imágenes aparece un altar triangular que fue el que instituyó Cagliostro en su rito egipcio y que luego adoptaron como Shekinah varias escuelas rosacruces posteriores.
Basándose en el texto de la Santísima Trinosofía, el francés Jean Marie Ragon constituyó a principios del siglo XIX la Hermandad masónica de los Trinosofistas, que estudiaba las “tres ciencias”, relacionadas con el estudio simbólico del Triángulo y de los tres grados simbólicos de la Francmasonería. La triple divisa de esta asociación era: “Pensar bien, hablar bien y hacer bien”, y aspiraba a convertirse en una especie de colegio académico para masones.
Según cuenta Blavatsky, Ragon fue iniciado en los misterios por un maestro de Oriente, en Bélgica, y algunos dicen que llegó a conocer a Saint-Germain en su juventud, aunque si somos rigurosos, Saint Germain habría fallecido en 1781 y Ragon nació en 1784, por lo cual tenemos tres opciones: es simplemente una de las tantas leyendas del mundo masónico, o bien Ragon era un bebé prodigio iniciado entre biberones y pañales, o bien Saint Germain no murió realmente en 1784. No lo sabemos a ciencia cierta.
Helena Blavatsky siempre elogió el trabajo de Ragon pues lo consideraba un verdadero “progreso sobre los tres grados masónicos ordinarios, que se dan a los que no estudian nada y se dedican a comer y a beber en las reuniones de sus Logias”.
La Santísima Trinosofía es una obra difícil pero clave para entender el esoterismo moderno. En adjunto he dejado los enlaces para descargar la obra.
Descarga de la obra original (facsímil): https://drive.google.com/file/d/1hL7m15ct-Ekn-lbyBhnII3oWVI3im2X7/view?usp=sharing
Descarga de la traducción al castellano: https://drive.google.com/file/d/129GzYtd2hoGxatygWrGJ30rltiHg3AMh/view?usp=sharing