En Oriente, los umbrales suelen ser custodiados por leones (los mal llamados “perros Fu”), que al ser dos establecen una línea invisible o barrera energética que impide el acceso de los profanos. Este punto es interesante y ya lo mencionamos en anteriormente. Entonces, estos guardianes de piedra pueden dejar pasar a los indignos pero en verdad están dejando pasar solamente su cuerpo pero no su alma. Queda claro que esta afirmación debe tomarse desde una perspectiva simbólica, no al pie de la letra. Cuando decimos que el alma se queda afuera es porque el alma o mejor dicho, los ojos del alma, la mirada profunda, esa visión que penetra la corteza de las cosas, es la única que puede percibir el sentido de los símbolos, lo que significa animarlos, llenarlos de vida. Y cuando al símbolo le insuflamos vida, anima, el símbolo habla, revela sus secretos.
Así se entiende esta función de los guardianes. Los profanos podrán entrar, husmear, sacar fotografías, pero al carecer de una mirada profunda, la visión del alma, no podrán entender el sentido trascendente de los símbolos.
Los leones de Fu a veces son llamados leones de Buddha porque en el arte oriental podemos encontrar representaciones del iluminado (o de otros seres espirituales) montando a lomos de un león.
Los dos leones de piedra que marcan ese límite o barrera suelen ser de diferente sexo, es decir como manifestación del yin y el yang. El macho (yang) sostiene un orbe debajo de su zarpa mientras que la hembra (yin) protege a una cría. Esta peculiaridad también deja en evidencia que el león macho protege a los habitantes del hogar de los peligros externos, se ocupa de la supervivencia, mientras que la hembra cuida el interior del hogar, es decir del alma.
Si miramos la fachada de estos edificios sagrados frente al mismo, el macho suele estar a nuestra derecha y la hembra a nuestra izquierda. También, en algunas representaciones de Asia continental, el macho tiene la boca abierta pronunciando la “O” y la leona cerrada pronunciando la “M”, es decir vocalizando juntos el mantram OM, pero en Japón esto se asocia al proceso respiratorio: el macho inhala para simbolizar la vida mientras que la hembra exhala para representar la muerte.
Aunque los leones suelen asociarse a las construcciones de Extremo Oriente, en Tailandia, China, Japón, Birmania, Camboya y otros países de la región, en Europa también se han utilizado a estos animales en las fachadas con el mismo sentido, que nunca es decorativo sino que tiene una función muy específica.
En Italia, en los pórticos avanzados de algunas iglesias antiguas (sobre todo románicas) podemos encontrar leones sosteniendo columnas o mejor dicho fundiéndose con la columna. Esto lo podemos apreciar en San Zenón de Verona, en la Catedral de Parma, en la Catedra de San Vigilio (Duomo de Trento), etc.
Estos leones son llamados “estilóforos” y éste es un término arquitectónico que significa “portadores del estilo”, es decir portadores de la columna.
El león estilóforo obviamente nos habla de fuerza, de la enorme fortaleza de este animal, que con su propio cuerpo sostiene todo el peso del edificio y con su actitud feroz disuade a los indignos de ingresar en el espacio sagrado.
Otros leones famosos en Occidente son los que custodian el ingreso al Congreso de los Diputados en Madrid, España. Bautizados como Daoíz y Velarde, son dos enormes esculturas de bronce que protegen la entrada al Palacio de las Cortes dejando pasar solo a los dignos, aunque podríamos decir que ciertamente no han cumplido muy bien su trabajo desde que fueron colocados ahí, en el año 1872.
En verdad, esta pareja de leones no es la primera que custodia el ingreso a este palacio. La primera pareja fue confeccionada con una bajísima calidad, con yeso pintado imitando al bronce pero después de un año los dos leones ya estaban tan deteriorados y en un estado tan lamentable que fueron retirados para ser sustituidos por una segunda pareja.
La segunda pareja se le encargó al escultor José Bellver y Collazos, pero estos leones eran tan pequeñitos que en lugar de inspirar respeto daban un poco de pena, por lo tanto fueron retirados y enviados a los Jardines de Monforte en Valencia, donde siguen ahí hoy en dia.
Al final, la tercera pareja de leones fue encargada a Ponciano Ponzano, el que utilizó para su confección cañones fundidos que habían sido confiscados al ejército enemigo en la guerra de África. En 1865 fueron terminados y desde 1872 se emplazaron en el lugar que siguen ocupando en la actualidad.
Como curiosidad podemos decir que los leones del Congreso de Diputados, llamados Daoíz y Velarde en honor a dos oficiales del levantamiento del 2 de mayo de 1808 contra las tropas francesas serían los mismos que los que aparecen en la fuente de la diosa Cibeles, también en Madrid, pero en este caso los leones deberían llamarse Hipómenes y Atalanta, dos personajes de la mitología griega convertidos en leones y condenados a no poder volver a mirarse. En este sentido, no estaríamos frente a dos leones machos sino a un macho (Hipómenes) y una hembra (Atalanta).
En el simbolismo funerario también suelen aparecer leones y muchas veces parejas de leones custodiando nichos, tumbas y panteones. En el cementerio inglés de Málaga podremos encontrar dos leones custodiando el ingreso.
De acuerdo al testimonio de Plutarco y de algunos santos de la Iglesia, como San Hilario y San Agustín, sabemos que en la antigüedad se creía que los leones dormían con los ojos abiertos y por eso se lo consideró símbolo de la vigilancia permanente.
Dos leones custodian un viejo puente sobre el río Danubio que une desde mediados del siglo XIX a las ciudades de Buda y Pest, las cuales terminaron por fusionarse para dar forma a la actual Budapest.
Este puente de las cadenas, con sus 380 metros de largo, fue –durante muchos años– el más largo de Europa y el segundo más largo del mundo.
Los dos leones de Budapest fueron esculpidos por János Marschalko y la leyenda cuenta que éste, cuando presentó su obra, retó a los presentes a encontrar algún defecto a los mismos. Y también, según cuenta esta historia, Marschalko estaba tan convencido de la perfección de sus esculturas, que prometió suicidarse si alguien le señalaba alguna imperfección. Y justamente, alguien le comentó que a los leones les faltaba la lengua, la cual había sido olvidada por el escultor. La historia termina trágicamente con János Marschalko arrojándose desde el propio puente al Danubio y ahogándose en sus aguas.
Esta leyenda, que es una de las más populares de Hungría, es tan solo eso: una leyenda. Marschalko no se suicidó, sino que falleció por causas naturales varios años después, mientras que los leones sin lengua, que todos los guías turísticos muestran con orgullo, sí tienen lengua, pero lo cierto es que no pueden ser vistas desde abajo.
El 18 de Enero de 1945, cuando la Segunda Guerra Mundial ya estaba llegando a su fin, el puente fue volado por los alemanes, en un intento por detener el inexorable avance de las tropas rusas. Después del conflicto, el puente sobre el Danubio y los dos leones fueron de las primeras estructuras en ser reconstruidas en Hungría.
Además de las gárgolas y los leones también podemos encontrar otros animales fabulosos, esfinges y monstruos que aparecen en diversos edificios y espacios sagrados con la misma función protectora y apotropaica.
En algunas construcciones encontramos perros custodios, como estos lebreles del Castillo Piria en Maldonado (Uruguay) y no debemos olvidar al gran perro guardián de la mitología griega, el Can Cerbero, de varias cabezas que estaba encadenado a la puerta del Tártaro.