Aunque el personaje de Superman se diseñó en el año 1933, recién se publicó cinco años después en la revista “Action Comics”.

Sus creadores, Jerry Siegel y Joe Schuster, eran dos estudiantes judíos de Cleveland, que se inspiraron en múltiples fuentes para dar vida al hombre de acero. En primer lugar, ambos autores admiten que la idea de un superhombre la tomaron de un discurso de Adolf Hitler, que justamente en 1933 había llegado al poder en Alemania. En verdad, esa concepción del superhombre o Übermensch los nazis la tomaron del filósofo Friedrich Nietzsche, quien había hablado de esto en varios de sus libros, refiriéndose a un ser superior, con un nivel de madurez espiritual y moral por encima del resto de los mortales. 

Hitler interpretó esto desde lo racial y, con la ayuda de su propagandista Joseph Goebbels, buscó el modo de convencer a los alemanes que la raza aria era superior a las demás y, por ende, debía ser la dominadora del mundo.

Otros pensadores, como Sri Aurobindo, se refirieron a este superhombre en función de una evolución espiritual. El propio Aurobindo decía: “El hombre es un ser de transición; no es final. El paso del hombre hacia el superhombre es el siguiente logro aproximándose en la evolución de la Tierra. Es inevitable porque es directamente la intención del Espíritu interno y el lógico proceso de la Naturaleza”. Y agregaba: “Si el hombre es más que un animal razonante y emocional, si más allá de lo que evoluciona hay algo que ha de evolucionar, entonces bien puede ser que la ple­nitud de la vida mental sea sólo un pasaje hacia el desarrollo de una vida superior y de facultades más poderosas que aún han de manifestarse y tomar posesión del instrumento”. A fin de avanzar hacia esa condición superior, este pensador de la India desarrolló el llamado “Yoga Integral”.

Lo cierto es que Siegel y Schuster pensaron en crear un superhombre malévolo por su vinculación primordial con el nazismo, pero luego consideraron que el personaje debía ser benévolo y heroico, o más bien, super-heroico.

En las primeras historietas de aventuras y ciencia ficción del siglo XX la gran mayoría de los personajes heroicos solían vivir en parajes remotos: El fantasma o el hombre enmascarado de Lee Falk habitaba en los bosques profundos de Bengali, en el Indostán, Mandrake en Xanadú, Tarzán en la selva, John Carter en Marte, Buck Rogers en el lejano siglo 25, Sandokan en la Malasia, etc.

Sin embargo, con Superman, las aventuras no se desarrollan en lugares o épocas remotas sino en la inmediatez, en el medio de una ciudad que podría ser, perfectamente, nuestra ciudad, y los grandes combates dejaron de librarse en lejanas selvas, parajes, mares o planetas sino en la mismas calles que los lectores solían recorrer. Esta idea se transmitió de forma excelente en la historia de la Editorial Marvel de 1994 titulada “Marvels” que nos muestra de manera brillante la coexistencia de estos seres superheroicos con los ciudadanos de a pie. Esta es la primera recomendación de lectura de este video.

Seguimos: con Superman aparece un nuevo género de cómics, donde los héroes se convierten en superhéroes. No obstante, si analizamos a muchos de estos superhéroes en relación al esquema del mitólogo Joseph Campbell, es decir “El viaje del héroe”, muchas de las etapas que se describen en la obra “El héroe de las mil caras” también pueden aplicarse a estos personajes.

Por ejemplo, el mundo ordinario de Superboy (la versión joven de Superman) es Villachica o Smallville, donde vive una vida tranquila ocultando su identidad heroica bajo el nombre de Clark Kent, hijo adoptado por Jonathan y Martha Kent, dos granjeros de Kansas. Como en casi todos los relatos heroicos, Superman es criado por padres sustitutos y desconociendo su verdadera identidad. Esto también puede observarse en los héroes clásicos Hércules, Arturo y Galahad y también en los modernos: Luke Skywalker, Dorothy del Mago de Oz (que curiosamente también empieza su aventura en Kansas) y hasta en Kung Fu Panda.

Esto significa que el héroe –si bien vive en el mundo– en verdad no es “de este mundo”, es decir que todo héroe-niño es un personaje sobrehumano (hijo de padres de noble cuna o de un lugar o condición distinta), que tiene que desarrollar su vida en un escenario humano, actuando fuera de su entorno natural por alguna vicisitud del destino a fin de poder probarse a sí mismo y recuperar su condición original. (véase el cuento clásico del patito feo, por ejemplo)

Al hablar de Jerry Siegel y Joe Schuster dijimos que eran de religión judía, y este punto no es menor ya que en Superman hicieron confluir a varios personajes bíblicos. Quizás el más evidente de todos sea Moisés, que como bien podemos leer en el Libro del Éxodo, fue escondido por su madre ante las amenazas del faraón para luego ser arrojado al río Nilo en una cesta embadurnada con barro en su interior y brea en el exterior para hacerla impermeable.

En ambos casos, Kal-El (el verdadero nombre de Superman) y Moisés fueron colocados en una cápsula (la cesta y la nave) y alejados del peligro (el faraón en la Biblia y la explosión del planeta Kripton en Action Comics). 

Otro personaje que sirvió de inspiración a los creadores del hombre de acero fue Sansón, el gran héroe del Antiguo Testamento, que poseía una fuerza sobrehumana y que solamente tenía un punto débil y con el cual podía ser derrotado: su cabello. En el caso de Superman su debilidad radica en la exposición a un metal procedente del planeta original de Kal-El, la kriptonita.

Otro punto interesante y que también se vincula con el judaísmo es el nombre kriptoniano de Superman: Kal-El. Es bien sabido que el sufijo “El” en hebreo quiere decir “Dios” y eso se evidencia en muchos nombres, sobre todo de ángeles y arcángeles: Gabriel, Miguel, Uriel, Rafael, Samael, etc. Pues bien, Kal-El no solamente suena a hebreo sino que tiene un sentido: kal o kol quiere decir “voz”, por lo tanto Kal-El significa “La voz de Dios”, algo así como un emisario o canal para establecer la justicia y la paz divina.

Esta idea parece dotar a Superman de una característica casi mesiánica, y si bien hacer corresponder a este superhéroe con Jesucristo sería rizar mucho el rizo, algunos investigadores han advertido que los padres adoptivos de Kal-El fueron llamados Jonathan y Martha, J y M, las mismas letras iniciales de José (Joseph en inglés y también Josef en hebreo) y María (Mary en inglés y Miriam en hebreo). 

El emblema que Superman luce en su pecho tiene una forma diamantina, lo cual es una obvia referencia a la dureza de los diamantes. La letra S desde lo literal es simplemente la inicial de Superman, pero luego se le dieron otros significados: en la película de 2013 se dice que es el símbolo kriptoniano de «esperanza», en ocasiones se dice que es el escudo de la familia El en el planeta Kriptón y en conexión con la figura de Moisés se dice que es una serpiente, recordando el evento bíblico donde este personaje levanta una serpiente de bronce en el desierto. De hecho, desde lo simbólico esta letra siempre se ha asociado a la figura de la serpiente.

Por otro lado, es interesante saber que el nombre que los israelitas dieron a Moisés también empezaba con S: “Shemaiah ben Nethanel”.

En el desarrollo del personaje, en los años 60 se estableció que la fuerza sobrehumana de este superhéroe se activaba mediante la luz solar, es decir que el sol amarillo de nuestro sistema es el que brinda a Superman la energía que le permite destacar entre los demás humanos. Esto nos permitiría establecer relaciones con los muchos héroes solares de las mitologías de los diferentes pueblos del planeta como Perseo, Hércules, Arturo, es decir personajes arquetípicos.

Esta idea la maneja muy bien Grant Morrison en su obra “All Star Superman” de 2009 donde el superhéroe debe realizar 12 trabajos, al igual que Hércules.

Un autor que estudió al personaje de Superman fue Umberto Eco en su obra “Apocalípticos e integrados” de 1964, donde dice que “Clark Kent personifica, de forma perfectamente típica, al lector medio, asaltado por los complejos y despreciado por sus propios semejantes; a lo largo de un obvio proceso de identificación, cualquier ciudadano medio de cualquier localidad americana alimenta secretamente la esperanza de que un día, de los despojos de su actual personalidad, florecerá un superhombre capaz de recuperar años de mediocridad”. 

Una pregunta que se hace Umberto Eco en su obra ciertamente es interesante: “Si Superman es tan poderoso, ¿por qué se contenta con ser un parche en la sociedad y no busca el modo de influir de forma permanente para generar un mundo nuevo y mejor? Si este héroe es tan poderoso, ¿por qué no va a la raíz de los problemas y de la injusticia, y soluciona de una vez por toda el problemas del hambre, de las guerras, etc.?

Umberto Eco se hacía estas preguntas en 1964 y en 2013 llegó la respuesta en forma de videojuego y de un cómic de la DC titulado “Injustice: Dioses entre nosotros”, donde Superman, tras la muerte de Luisa Lane, decide hacer frente a los males del mundo, aunque para lograrlo debe establecer una especie de autocracia, enfrentándose a dictadores, diferentes autoridades e incluso al gobierno de los EE.UU., ante la oposición de Batman y otros superhéroes.

Injustice se parece bastante a la saga de “Civil War” de la Marvel donde los superhéroes se dividen en dos bandos y donde siempre aparece de fondo la gran disyuntiva filosófica: Seguridad vs. Libertad. 

Bueno, para terminar este video voy a dejar varias recomendaciones para quienes quieran acercarse a este superhéroe con otra mirada: en primer lugar el libro de Umberto Eco “Apocalípticos e integrados”, especialmente el pasaje donde se reflexiona acerca de la naturaleza de Superman. Por otro lado, el cómic Injustice o la película animada del mismo nombre. En este sentido, también vale la pena el cómic de Superman: hijo rojo (Red Son) que imagina a Kal-El siendo criado, no en Estados Unidos ni en Kansas, sino en la Unión Soviética de la época de Stalin. He citado antes la saga “Marvels” que también vale la pena. Obviamente no está de más leer o releer el libro “El héroe de las mil caras” de Joseph Campbell.