El sello del Grial es un escudo o lamen bastante conocido entre las escuelas iniciáticas de Occidente desde fines del siglo XIX. Si observamos con detenimiento el modelo, veremos que su forma es muy peculiar, ya que no se trata de un círculo u óvalo sino de una mandorla.

La mandorla alude a una intersección, a la unión de la tierra y el cielo, lo de arriba y lo de abajo, que tiene forma de almendra (de ahí viene el nombre mandorla que significa, justamente, de forma almendrada) y que, en ocasiones, recibe el nombre de «vesica piscis», la vejiga de un pez.

En la iconografia occidental no es raro encontrar a Jesús el Cristo o la Virgen María dentro de una mandorla.

Por lo tanto, la mandorla simboliza la conexión entre lo divino y lo humano, el puente entre el mundo espiritual y el terrenal y su forma almendrada nos evoca a la semilla o al vientre, lo cual se está refiriendo a un espacio de transformación y cambio, en donde lo mundano puede ser elevado y transmutado en algo más trascendente.

El origen de este símbolo puede rastrearse hasta el año 1893, cuando el esoterista francés Sar Peladan, en el marco de los Salones de la Rosacruz, encargó a François Mérintier este diseño donde hay una paloma descendiendo entre siete rayos, una copa con una rosa donde se observa una cruz y cuatro rayos inferiores, y al que denominó: Sello del Grial, el cual remitía a la Tercera Cofradía de la Rosa † Cruz del Templo. Esta cofradía a la que se alude la definía Peladan como una “Hermandad dedicada a realizar las obras del Espíritu Santo” y aquí no debemos olvidar dos cosas: que en la Fama Fraternitatis, el documento fundacional de la Rosacruz, de principios del siglo XVII se hablaba de un Templo del Espíritu Santo y de la vinculación simbólica de la paloma con el Espíritu Santo y esto lo apreciamos en varias partes del evengelio: Mateo 3:16, Marcos 1:10, Lucas 3:22 y Juan 1:32).

Sin embargo, antes de este emblema, Peladan usaba este otro: un grial con una rosa alada y una corona con tres pentagramas, la cual remite al arcano del carro que aperece en las obras de Eliphas Lévi, donde a través de una corona circular, adornada con tres brillantes pentagramas dorados se refuerza la idea de la Tríada Superior o bien kether, Binah y Chokmah para la Cábala.

El sello se popularizó en el marco de la Orden Cabalística de la Rosacruz y de los Salones artísticos organizados por Peladan.

Sigamos atando cabos. Aquí bien vale la pregunta: ¿cuál fue la inspiración de Peladan al encargar este símbolo? La respuesta es una sola: Richard Wagner y en particular su ópera “Parsifal”, estrenada 11 años antes, la cual -según el propio Peladan- podría ser “una magnífica terapia para desintoxicar a Francia de su materialismo” . En la escena final, Parsifal ordena que se descubra el Grial y, en ese momento, una paloma blanca desciende sobre el Grial y el coro entona un canto de acción de gracias. Veamos la escena.

Los siete rayos que rodean a la paloma son otra referencia bíblica, en este caso nos recuerdan al Génesis y al pacto divino con Noé, después que una paloma blanca regresara al arca con una rama de olivo en su pico.

Este es el origen francés del emblema, pero a principios del siglo XX, el esoterista Theodor Reuss retomó el símbolo, le hizo algunos cambios y lo adoptó como sello de la Ordo Templi Orientis en 1906. No obstante, algunos investigadores apuntan a otro personaje: Aleister Crowley, aunque -en rigor de verdad- todas las pistas apuntan a Reuss y no a Crowley. Incluso hay una versión circular usada por el Rito masónico de Memphis y Misraím también relacionada con Theodor Reuss. En las versiones posteriores del símbolo, se quitaron las alas del cáliz.

En estos años, el fundador de la Orden Rosacruz AMORC, Harvey Spencer Lewis, estuvo en contacto, justamente, con la Ordo Templi Orientis y también tomó y adoptó el emblema, el cual pasó a encabezar el folleto “Liber 777” o “La Catedral del Alma” del Frater Charles Dana Dean. Es evidente que la versión de AMORC remite a la de OTO y no a la de Peladan, y esto fue uno de los motivos de los múltiples ataques de Swinburne Clymer, quien decía que “Lewis está operando la Catedral del Alma de AMORC bajo el sello e insignia del culto negro de la O.T.O. y las insidiosas vibraciones del Liber 777 de Aleister Crowley.

El tiempo pasó, Clymer fue prácticamente olvidado, AMORC prosperó y siguió usando el símbolo, hasta que -a principios del siglo XXI- decidió retocar ligeramente el sello con una evidente intención de re-conectarse con la Rosacruz francesa y -al mismo tiempo- desligarse de la OTO. Este es el nuevo emblema, donde reaparecen las alas, desaparece el ojo de Horus y la paloma está casi calcada de la de Peladan, y los doce rayos vuelven a ser siete.

Si repasamos las varias ramas de la OTO encontraremos otras variantes, pero lo importante aquí es resaltar un par de cosas: en primer lugar todo emblema, lamen o símbolo de este tipo representa una intención, y al revisar los elementos que forman parte de este escudo podemos entender mejor las fuerzas y principios que se intentan convocar o representar. En este caso, el Sello del Grial, a lo largo de su evolución, ha sido un símbolo cargado de significados esotéricos y filosóficos que reflejan el desarrollo de las distintas corrientes iniciáticas que lo han adoptado.

En segundo lugar, al contemplar el símbolo hay dos elementos que son claves: la paloma representando una fuerza activa y masculina descendiendo desde lo alto, y el Grial como receptáculo, pasivo, femenino, es decir que encontramos algo que baja y algo que contiene, y esto también lo podemos asociar al concepto de vasija de recepción (kli). Y del encuentro de la energía que desciende y de la copa que recibe surge algo, lo cual se representa con esa rosacruz alada.