Si la columna como símbolo primordial representa el soporte y la firmeza, cuando ésta aparece quebrada está aludiendo a otra cosa, a una estructura sólida y fuerte que ha terminado por romperse.

Al recorrer los cementerios, es posible comprobar que la columna rota ha sido adoptada por el simbolismo funerario para recordar a personas que han fallecido abruptamente, antes de tiempo, muchas veces para representar la muerte de una persona joven o de un jefe de familia.

Como bien señala Chevalier: “Toda ruptura simboliza, manifestándola, la dualidad de todo ser: todo lo que está vivo o construido puede ser matado o destruido, aún más, lleva el germen de su propia destrucción. In media vita in morte sumus (la muerte yace en el corazón de nuestra vida)” (1). 

En otras palabras, todo lo que vive tiene que morir y desaparecer, y esa es la ley, la llamada “impermanencia” que la mayoría de las personas prefiere ignorar.

A veces, la columna rota aparece acompañada de una paloma que está a punto de volar a los cielos, aludiendo al Alma que se libera de las limitaciones de la materia y que se dispone a regresar a su plano.

En la Orden Masónica, la columna rota recuerda la muerte del Maestro Hiram Abiff, asesinado a manos de tres compañeros traidores que trabajaban en la construcción del templo de Salomón.

A principios del siglo XIX, el norteamericano Jeremy L. Cross creó –para su obra “True Masonic Chart” (2)– una escena simbólica donde aparecía la columna quebrada, una virgen sollozando con una rama de acacia en su mano y un viejo barbado representando el tiempo (con alas y una guadaña).

Que la dama protagonista de este escenario masónico sea una virgen (Weeping Virgin) nos recuerda a Isis llorando la muerte de Osiris, pero desde una perspectiva astrológica es la constelación de Virgo, íntimamente vinculada a la diosa Rea, esposa de Cronos (dios del tiempo) y que solía aparecer representada sosteniendo espigas de trigo. En ambos casos, la virgen llora por algo que ha desaparecido (el sol) pero que inexorablemente ha de volver.

De acuerdo con Jean-Marie Ragon: “En todas las leyendas se encuentra un héroe herido de muerte por un monstruo, un genio o un asesino, y que tiene una esposa, un hijo., Ese héroe era el sol, esa esposa la tierra, ese hijo el hombre. A pesar de la divergencia que entre esas diferentes leyendas existen, todas van al mismo fin por diversas vías: unas veces el héroe resucita, otras es vengado y reemplazado por su hijo, el mismo sol. Estos dos casos se encuentran en la leyenda de Hiram” (3).

Esto es lo que Raimon Panikkar llama “equivalentes homeomórficos”, es decir la relación entre términos o símbolos de diferentes visiones del mundo y que desempeñan “roles equivalentes [y] ocupan lugares homólogos en sus respectivos sistemas” (4). En otras palabras, el mismo símbolo puede presentarse bajo diferentes ropajes y con una correspondencia profunda que está por encima de una simple analogía.

Por lo tanto, del mismo modo que Osiris resucita como Horus, asimismo Hiram vuelve a la vida, reencarna –se hace carne y sangre– en cada nuevo maestro masón, pero para que este renacimiento se concrete tiene que haber existido anteriormente una muerte auténtica, un abandono consciente del viejo hombre. De lo contrario, este tipo de ceremonias iniciáticas no pasa de ser una mera pantomima.

En este punto, siempre vienen a cuento las inspiradoras palabras de Oswald Wirth: “Saber morir: aquí está el gran secreto que no se puede enseñar. Debéis dar con él, de lo contrario, vuestra iniciación no pasará de ficticia, como desgraciadamente sucede la mayor parte de las veces.(…)  El Iniciado verdadero, puro y auténtico no puede contentarse con un tinte superficial: debe trabajarse él mismo, en la profundidad de su ser, hasta matar en él el profano y hacer que nazca un hombre nuevo”. (5)

La columna rota representa algo valioso que tuvo su momento de gloria pero que ya no lo tiene. No obstante, al igual que la semilla que muere o el fénix que se inmola, esta columna sigue conservando la posibilidad de volver a ser, convirtién­dose en el fundamento de algo nuevo y mejor, que podría –incluso– superar al modelo original.

Una de las interpretaciones simbólicas de esta columna quebrada apunta a la destrucción de la Orden de los Caballeros Templarios. De acuerdo con René Guénon: “A partir de la destrucción de la Orden del Temple, se produce la ruptura de Occidente con su propia tradición iniciática, ruptura que constituye verdaderamente la causa primera de toda la desviación intelectual del mundo moderno” (6).

Siendo así, la columna rota alude a la posibilidad de reconstruir la Orden Templaria, aunque, pocos años después, Jean Baptiste Willermoz (impulsor de la Masonería Cristiana) reinterpretó el símbolo, observando en él una referencia velada a la caída de Adán, “recordan­do constantemente al Hermano que se encuentra en un estado de lamentable miseria, que solo es un vestigio, las ruinas de un Templo que fue antaño glorioso”. (7)

Desde la visión del esoterismo cristiano, el templo original es Adán (la humanidad adámica) y el templo reconstruido es el Cristo (la humanidad crística), por lo tanto el elemento fundamental para la reconstrucción es el propio Cristo. Y dicen las escrituras: “Ahora somos hijos de Dios, pero to­davía no se ha manifestado lo que habremos de ser. Sabemos, sin embargo, que cuando Cristo venga seremos semejantes a él”. (1 Juan 3:2)

El rosacruz Karl von Eckartshausen lo expresaba de esta manera: “El grande y verdadero edificio del Templo consiste únicamente en destruir la miserable cabaña adámica, y construir el Templo de la Di­vinidad; es, en otros términos, desarrollar en nosotros el sensorium interno, el órgano que recibe a Dios; después de este desarrollo, el principio metafísico e incorruptible reina sobre el principio terrestre y el hombre empieza a vivir, no ya en el principio del amor propio, sino en el espíritu y en la verdad de que él es el Templo”. (8)

Por lo tanto y desde esta perspectiva, la columna rota representa a la humanidad caída la cual contiene en sí misma el potencial necesario para recuperar su divina condición. 

Este concepto se incluye en los rituales del Rito Escocés Rectificado: “El hombre está degradado, pero le quedan medios su­ficientes para volver a su estado original, y el Masón debe aprender a utilizarlos” y por eso los masones de este rito utilizan la exclamación “¡Adhuc Stat!” (“¡Aún sigue de pie!”) para manifestar su más alto propósito.

Toda columna es un símbolo axial, por lo tanto conecta la Tierra con el Cielo, lo de abajo con lo de arriba, y que esté rota nos indica que alguna vez, en un punto primordial esta conexión estaba inacta. La columna está quebrada, es evidente, pero su base sigue estando firme. Por lo tanto, el tiempo es propicio para reconstruir y restaurar el vínculo perdido. ¡Adhuc Stat!

Notas del texto

(1) Chevalier, Jean: “Diccionario de símbolos”

(2) El “True Masonic Chart” (publicado originalmente 1819) fue ilustrado por Amos Doolittle.

(3) Ragon, Jean-Marie: “Ritual del Maestro”

(4) Panikkar, Raimon: “The Intrareligious Dialogue”

(5) Wirth, Oswald: “El ideal iniciático”

(6) Guénon, René: “Estudios sobre la Francmasonería y el Compañerismo”

(7) Vivenza, Jean-Marc: “Los Élus Cohen y el Régimen Escocés Rectificado”

(8) Eckhartshausen, Karl von: “La nube sobre el santuario”