La Rosacruz Hermética es un símbolo complejo creado por el ocultista inglés Samuel MacGregor Mathers alrededor del año 1890 para ser utilizado en el marco ritualístico de la Orden Hermética del Amanecer Dorado (Golden Dawn), tomando como referencia algunos símbolos anteriores, en especial de la obra “Símbolos secretos de los Rosacruces”, aparecida en el marco de la Orden de la Rosacruz de Oro y reeditada por el ocultista alemán Franz Hartmann en 1888.
El enigmático símbolo cautivó a los esoteristas de la época, entre ellos Harvey Spencer Lewis, quien lo incorporó a la simbología de la naciente Orden Rosacruz AMORC en 1915 y también en una organización paralela que funcionó entre 1931 y 1945 llamada Mystic Brotherhood (Hermandad Mística) con sede en Tampa (Florida). En este contexto, a veces se le conoce como “cruz cósmica” o “cruz enciclopédica”.
Ciertamente, la Rosacruz Hermética es una fantástica colección de símbolos reunida magistralmente por Mathers en una sola imagen y es importante que le dediquemos algunas líneas a su estudio para que los interesados puedan profundizar en su rico simbolismo:
Un primer vistazo de la Rosacruz Hermética nos revela lo siguiente:
a) En primer lugar su forma, una cruz, una figura geométrica que representa la intersección de dos energías: una horizontal (femenina, terrestre, negativa, material) y otra vertical (masculina, celeste, positiva, espiritual).
Este cruce determina cuatro brazos, cuatro direcciones que pueden vincularse tanto a los cuatro puntos cardinales como a los cuatro elementos, pero también generan un punto central, un quinto elemento, la quintaesencia, el éter, el espacio donde nace la rosa.
b) En cada uno de los brazos aparecen representados los símbolos del Azufre, el Mercurio y la Sal, los tres principios de la Alquimia, el corazón de la Gran Obra.
En los textos alquímicos se hace referencia a una materia prima, que es anterior a los elementos, la cual se diferenciaba en una primera instancia en azufre y mercurio, y a través de estos dos principios (en diversas proporciones) se originaban todos los demás cuerpos. Los llamados “alquimistas místicos” (Basilio Valentin, Kunrath, Paracelso) llegaron a la conclusión de que –si se tenían en cuenta los principios herméticos– el azufre y el mercurio debían generar lógicamente un tercer principio, la sal.
Por lo tanto, el mercurio (volátil) y el azufre (fijo), que aparecen como principios opuestos, pueden ser equilibrados mediante la acción eficaz del “Solve et Coagula” (disolver y coagular), para así gestar un tercer principio: la sal.
c) En cada brazo aparece una estrella de cinco puntas donde están presentes los cinco elementos (Tierra, Agua, Aire, Fuego y Éter), relacionados además con los signos zodiacales asociados.
d) Veintidós pétalos centrales que corresponden a las 22 letras del alfabeto hebreo, los 22 senderos de la Cábala y los 22 arcanos del Tarot. (19) El número 22 también representa la madurez iniciática de Christian Rosenkreutz alcanzada en la ciudad de Fez (Marruecos), según nos cuenta el primer manifiesto la Fama Fraternitatis.
Recordemos que la tradición cabalística considera que las 22 letras del alfabeto hebreo son un reflejo fiel del alfabeto primordial y cósmico, es decir un “alfabeto celeste” grabado en el firmamento por la pluma de Dios. Dice el Sepher Yetzirah: “Veintidós letras fundacionales. Él [Dios] las grabó, las talló, las pesó, las permutó y las combinó y formó con ellas todo lo que fue formado y todo que se formaría en el futuro. (…) Las grabó con la voz, las talló con el aliento, las fijó en los cinco sitios de la boca. (…) Él las pesó y las permutó: Alef con todas ellas y todas ellas con el Alef; Bet con todas ellas y todas ellas con Bet. Continúan en ciclos y existen en doscientas treinta y una puertas”. (Sepher Yetzirah 2:2-5)
En esta línea de pensamiento se suelen conectar las 22 letras hebreas con las constelaciones, determinando un alfabeto astral y celeste. Dice Martines de Pasqually: “Los verdaderos judíos reconocen que el origen alfabético de su Lengua viene de la parte celeste y no de la convención de los hombres. Ellos encuentran todos los caracteres de esa lengua claramente escritos en el recorrido de las estrellas de donde han salido”.
Los pétalos de la rosa están dispuestos en tres capas de 12, 7 y 3 pétalos respectivamente, representando la energía-fuerza de las letras hebreas actuando en 3 niveles distintos. La capa exterior se vincula a los signos del zodíaco (12 letras simples), la capa intermedia está relacionada a los planetas (siete letras dobles) y la interior con los principios (tres letras madre).
e) Una rosa roja en el centro, que no es una rosa cualquiera sino que es una rosa eglantina, silvestre, la que usamos en el emblema de nuestra Orden. Es decir que entre toda esta parafernalia de símbolos que pueden ser complicados, la rosa simple y humilde ocupa un lugar central. Su color es rojo porque la tradición alquímica sostiene que la piedra filosofal es de esta tonalidad y también porque la rosa roja representa a la rosa blanca teñida con sangre, con ese líquido elemento que representa al Alma. Por lo tanto, puede decirse que esta rosa está “animada”, llena de “ánima”, llena de vida, pletórica de energía, y justamente en el eje, en el corazón de este mandala hermético.
f) También encontramos sobre fondo blanco un hexagrama donde aparecen grabados los siete símbolos planetarios, seis a los lados: Mercurio, Marte, Venus, Luna, Júpiter y Saturno, al mismo tiempo que el sol (el círculo con el punto) aparecen en el centro. Recordemos que estos planetas están vinculados con los siete metales y que el sol es equivalente al oro.
g) Entre los brazos aparece la sigla crística INRI. Este acrónimo es interpretado exotéricamente como “IESVS NAZARENVS REX IVDAEORVM” (“Jesús Nazareno Rey de los Judíos), pero en la tradición esotérica se le dan otros significados más profundos y simbólicos, siendo el más conocido “IGNE NATVRA RENOVATVR INTEGRA” (“Por el fuego se renueva completamente la naturaleza”).
Otra interpretación (que no excluye la anterior) señala que I.N.R.I. es una palabra formada por las iniciales de los cuatro elementos en hebreo: lan (agua), Nur (fuego), Ruaj (soplo), e labejad (tierra).
En un ritual arcaico de la Rosacruz, aparecía un sugestivo diálogo donde se hacía referencia al I.N.R.I.:
“¿De dónde venís?” de I-udea
¿Hacia dónde vais? a N-azaret.
¿Quién es vuestro guía? R-afael
¿De qué tribu sois? de I-udá”.
Otras interpretaciones de esta sigla crística son las siguientes:
Intra Nobis Regnum Iehova: Dentro de nosotros está el Reino de Jehová.
Igne Nitrum Roris Invenitur: Por medio del fuego se descubre el nitro del rocío.
In Nobis Regnat Ille: Él triunfa en nosotros.
In Nobis Regnat lesus: Jesús reina en nosotros.
Ineffabile Nomen Rerum Initium: El Nombre inefable es el inicio de todas las cosas.
Iustum Necare Reges Impios: Es justo matar a un rey impío.
In Nobis Rosa Invenitur: Descubrir la Rosa en nosotros.
Ignem Natura Regenerando Integrat: Mediante la regeneración, la naturaleza mantiene la integridad del fuego.
Inter Nos Regnat Indulgentia: Entre nosotros reina la bondad.
In Neci Renascor Integer: En la muerte, uno renace intacto y puro.
Sobre las letras de INRI aparecen los símbolos astrológicos de Virgo, Escorpio, Sol y Virgo de nuevo.
Las letras de los rayos más pequeños son LVX, que significa luz en latin pero también Lux (luz), Vita (vida) y la X, primera letra del nombre del Cristo en griego (Χριστός), que representa el Amor más puro y desinteresado. Entonces tenemos: Luz, Vida y Amor.
Luego tenemos otras tres letras muy simbólicas que forman IAO. ¿Qué es IAO? Es -como le llama Blavatsky– un “nombre de misterio” y se vincula a Yahvé, al dios de los fenicios y caldeos llamado Iao que etimológicamente significa “aliento de vida”. También es el nombre de uno de los siete arcontes del gnosticismo, aunque en ámbitos mágicos IAO no es otra cosa un acrónimo de Isis, Apofis y Osiris. Isis, la diosa madre, Apofis, el destructor y Osiris el renacido. Por lo tanto en IAO aparece representado el proceso iniciático de vida, muerte y nacimiento segundo.
Por otro lado, las vocales I, A, O, aparecen en diversos sistemas de entrenamiento esotérico. En primer lugar, como mantram: I-A-O, pero también forma parte de la euritmia enseñada por Rudolf Steiner en vinculación con movimientos corporales.
Por último otras dos letras I y X, que hablan de las dos naturalezas de Jesús el Cristo, Iesus (lo mortal e histórico) y Christos (lo inmortal y suprahistórico).
h) La coloración de cada uno de los brazos está relacionada con un elemento, a saber: amarillo (Aire, Tiphareth), rojo escarlata (Fuego, Geburah), azul (Agua, Chesed) y blanco (Tierra, Malkuth), aunque a veces aparece cuatricolor considerando a la Tierra un contenedor y receptor de las demás influencias: aérea (amarillo), acuosa (verde oliva), rojo bermejo (fuego) y terreno (negro).
i) En lo numérico, tenemos la unidad (el uno) en el punto central, la dualidad (el número dos) en lo vertical y lo horizontal, las dos energías que se cruzan, la trinidad (el tres) en los principios (azufre, mercurio y sal) y en la capa interior de los pétalos, el cuaternario en los cuatro elementos y en los brazos de la cruz, el cinco en la rosa eglantina y en las estrellas de cinco puntas, el seis en el hexagrama, el siete en el hexagrama con el punto central y en la segunda capa de pétalos, y por último el doce en la capa externa de los pétalos y en el remate trebolado de sus cuatro brazos.
Ritualísticamente, la Rosacruz Hermética se usaba (y se sigue usando) en las ceremonias de los adeptos de la Golden Dawn como “lamen”. ¿Qué es un lamen? Bueno, esta palabra significa “placa” en latín y entonces estamos hablando de un colgante mágico o coraza que se utiliza sobre el corazón.
Según cuenta Gareth Knight: “El Lamen es el símbolo que usa el mago sobre el pecho y donde está escrita la naturaleza exacta de la fuerza con la que está trabajando”.
En este sentido, y atendiendo a las letras 22 hebreas que están grabadas en torno al centro, la rosacruz hermética se convierte en un teclado, y ustedes se preguntarán: ¿un teclado para qué? Para la generación de sigilos.
Un sigilo es un trazado o firma gráfica que -de acuerdo con la magia tradicional- nos permitiría conectar con entidades metafísicas: devas, ángeles y demonios. En los antiguos libros de magia -como la Clave Menor de Salomón– se pueden encontrar decenas de estos sigilos en vinculación con diferentes habitantes de los planos intermedios.
Aquí vemos como funciona este teclado generador de sigilos:
En fin, se puede hablar mucho más acerca de esta cruz hermética, de las diferentes combinaciones y correspondencias que podemos encontrar en su interior, pero lo más importante de este -y de otros símbolos- es facilitarnos el acceso a las profundidades del ser. De ahí que se afirme que esta cruz es también un mandala de meditación e incluso un palacio de la memoria, en otras palabras una puerta a otras realidades, un punto de conexión con lo divino.