Con frecuencia, en el estudio de los símbolos, las personas que se adentran en esta disciplina con gran entusiasmo pero sin una formación adecuada, tienden a buscar algo que no existe o a interpretar simbolismos que tienen poco o nada que ver con las imágenes, emblemas o grabados en las que han posado su mirada. En otras palabras, le buscan una quinta pata al gato.

A fin de no caer en esta trampa en nuestra actividad de Cazadores de símbolos, tenemos que tener en cuenta seis cosas fundamentales:

  1. El contexto
  2. El conjunto
  3. La intención
  4. Lo consciente y lo inconsciente
  5. Los niveles de interpretación
  6. La polisemia

En primer lugar el contexto. Los símbolos tienen diferentes significados en relación a un contexto y una cultura en particular. No es lo mismo un dragón en Europa que un dragón en China. Por lo tanto, siempre es importante entender el contexto histórico, cultural y social en el que se originó el símbolo para poder entender su significado.

Vamos a Uruguay que es desde donde estamos grabando este programa. Los magníficos caduceos de mercurio que están en el edificio de correos en la ciudad vieja probablemente no tengan nada que ver (y más bien, no tienen nada que ver) con la energía serpentina de kundalini, o bien la escuadra y compás que están en la Catedral Metropolitana es también poco probable, imposible, que tengan vinculación con la Masonería.

En el caso del correo de Montevideo, obviamente el caduceo es el símbolo del dios Hermes-Mercurio que era mensajero, el intermediario entre los dioses y los hombres, y esa es la razón que aparezca el caduceo en ese lugar. 

De todos modos, el caduceo de Mercurio representa la concordia de los opuestos, dos partes que se conectan y esto puede aplicarse tanto en la comunicación al emisor y al receptor como los dos canales o nadis por donde fluye la energía serpentina de kundalini, ida y pingala. Un mismo símbolo, que representa cosas diferentes según su contexto, pero que en el fondo está hablando de una misma cosa.

Esto nos lleva al segundo punto: el conjunto o marco simbólico. Los símbolos no son islas, es decir no están aislados, sino que forman parte de un marco simbólico concreto usado por un conjunto de personas que comparten una visión particular del mundo y de la realidad. Cada escuela o corriente tiene su propio marco simbólico y en un espacio sagrado tenemos que entender que los símbolos dialogan entre sí, forman una especie de telaraña energética, una especie de circuito, casi como un circuito electrónico donde todas las partes son algo así como piezas de un rompecabezas. 

En el cristianismo, aparecen en el marco simbólico la cruz, el cáliz con el pan y el vino, la virgen, el pez, etc. En la masonería la estrella flamígera, la escuadra, el compás, la letra G, el ojo que todo lo ve, etc. En la rosacruz iniciática tenemos la rosa en conjunto con la cruz, el laberinto, el rosario de 33 cuentas, el símbolo del noble camino transitado por nobles caminantes, las cinco aves en relación a los grados, etc. 

Este circuito del que estamos hablando, entra en funcionamiento a través de los rituales, que es donde los símbolos pueden liberar su energía-fuerza. Por eso se dice que el rito es el símbolo puesto en acción.

Luego hablamos de la intención. Si vamos a la etimología de la palabra “intención” veremos que se remonta al latín «intentio», que está compuesta por «in» (que significa «hacia adentro») y «tendere» (que se traduce como «tender», «tensar» o «dirigir hacia»). Por lo tanto, la intención es el impulso interior que se dirige hacia un objetivo específico, con la intención de alcanzarlo.

Entonces, es importante saber o determinar cuál fue la intención original del creador de ese símbolo para entender el contexto y cómo encaja ese símbolo en su entorno social, cultural e histórico. Un caso sencillo de entender es el de la cinematografía.

Podemos encontrar muchos símbolos y mensajes en las películas como “Matrix”, “Ojos bien cerrados” o en las películas de Disney pero debemos entender que la intención en el caso de Hollywood siempre es la misma: ganar dinero. 

Y podríamos hablar de ganar dinero apelando a nuestras emociones, a conectarnos con nuestro inconsciente presentándonos películas emocionalmente impactantes y memorables que logren conectar con nuestros miedos, deseos, traumas y fantasías. Esto hoy en día se llama “neuromarketing” y utiliza los estudios más recientes en neurociencias para diseñar escenas que generen una respuesta emocional más intensa en los espectadores.

Por esta razón, se utiliza tanto el esquema de Joseph Campbell del viaje del héroe en el cine, ya que a través de esta historia arquetípica se apela a nuestro ser interno para que éste se identifique con el protagonista, sea Frodo, Neo o Dorothy, en un relato atemporal y que nunca pasa de moda. Hemos recomendado otras veces en este canal el libro “El viaje del escritor” de Christopher Vogler, un guionista de Hollywood, que habla de la reiterada utilización de la obra de Campbell, en especial del monomito o viaje del héroe, para que las producciones cinematográficas sean exitosas.

Dice Vogler: “El viaje del héroe no es una invención, antes bien se trata de una observación. Es el reconocimiento de un hermoso deseo, de unos principios que gobiernan la conducta de la vida y el mundo de la narración de historias, del mismo modo que la física y la química rigen el mundo físico que nos circunda. (…) El gran logro de Joseph Campbell fue la articulación nítida y clara de algo que había estado ahí siempre, es decir, la articulación de los principios de vida que se encuentran arraigados en la estructura de las historias, y todo indica que con ello estimuló a los autores para que desafiaran, verificaran y embellecieran el viaje del héroe”.

Con respecto a la intencionalidad de los creadores artísticos, también hay que decir que la fuente creativa de todo lo que se desarrolla en la mente consciente y, por ende, de toda creación artística es el inconsciente, un manantial profundo que nos conecta con lo que verdaderamente somos. De esta manera, quiérase o no, el Alma siempre se termina colando en las obras artísticas, cuentos, películas, en estas historias arquetípicas que pueden ser decodificadas por aquellos que pueden ver más allá de lo evidente y comprenderlas en su profundidad.

Por lo tanto, los artistas y creadores muchas veces terminan diciendo lo que no quieren decir y no logran expresar lo que querían expresar.  

En este punto podríamos hablar del inconsciente colectivo explicado por Carl Gustav Jung, entendido éste como una especie de reservorio anímico, una capa profunda y universal del inconsciente que es compartida por todos los seres humanos. No vamos a entrar en este tema porque nos desviaría del tema central de este video, pero es importante saber que -aunque es fundamental entender la intención del creador de una determinada obra- es interesante diferenciar la intención consciente de la intención inconsciente.

La intención consciente es la que la mente racional del artista desea expresar a través de una obra, creación o símbolo. Sin embargo, el inconsciente siempre aflora y se logra expresar, en varios grados que se conectan con los diferentes niveles constitutivos del ser humano.

Orígenes, uno de los Padres de la Iglesia, propuso una visión tricotomita (es decir, de tres partes) de la interpretación de la simbología bíblica y que puede aplicarse a toda creación artística, simbólica o religiosa. Según esta visión, el primer nivel de interpretación se relaciona con el cuerpo o «soma», y se refiere al significado literal o evidente, el segundo nivel vinculado con el alma o «psiqué», y se refiere a la interpretación moral o ética de los símbolos, es decir, cómo debemos actuar en relación con los valores y principios morales que se derivan de ellos. Por último, el tercer nivel de interpretación se subordina al Espíritu y se refiere a una interpretación esencial, vinculada a nuestra naturaleza más profunda.

En el judaísmo se habla de cuatro niveles de lectura de los textos sagrados, en concordancia con el modelo del árbol sefirótico y los cuatro mundos: Peshat, Remez, Drash y Sod. Como vemos, existen varias formas de entender estos niveles de profundidad de un símbolo y podemos vincular esto con las cajas chinas. Cuando abrimos una caja, hay otra más pequeña adentro y al abrirla hay otra caja, como las muñecas Matrioska. El punto es que la última caja es la que nos permite descubrir el secreto último, en otras palabras es la que nos conecta con la Fuente porque nos permite unificar todas las interpretaciones anteriores en torno a la Unidad.

Por último, y no menos importante a la hora de salir a cazar símbolos, tenemos que hablar de la polisemia

La polisemia (que viene de “poli” muchos y “semia” significados) es un término que se usa para referirse a la capacidad que tienen algunas palabras, símbolos o imágenes de tener múltiples significados o interpretaciones. Y aquí una vez más tenemos que hablar del contexto, del marco simbólico, de los grados de interpretación y también del observador, tanto su nivel formativo, cultural, intuición sin olvidarnos del nivel de conciencia. 

Siendo así, el símbolo tiene una doble condición o capacidad: hablar, comunicar, y -al mismo tiempo- guardar silencio, callar. Por eso, al salir a cazar símbolos es preciso tener una actitud receptiva, dejando de lado nuestros prejuicios, buscando silenciar la mente racional para que podamos conectar intuitivamente con el símbolo, lo que nos permitirá penetrar de manera segura en ese “bosque de símbolos” del que hablaba Baudelaire.

Cazar símbolos significa conocer y conocernos, aprender, maravillarnos, descubrir detalles en los que nunca habíamos prestado atención, y también significa jugar, experimentar esa dimensión lúdica de la realidad, conectarnos con personajes del pasado y artistas olvidados. 

Una vez más la invitación es, a los estudiantes de nuestra Orden Rosacruz Iniciática y a los visitantes de este blog, a salir a cazar símbolos aprovechando el día mundial de los museos y los días siguientes, del jueves 18 de mayo al domingo 21.