En un artículo anterior hablamos del mito de la caverna y dijimos que había muchas posibles lecturas de este relato platónico, centrándonos en estas cinco interpretaciones:
- Una lectura espiritual o iniciática
- Una lectura ontológica
- Una lectura social
- Una lectura audiovisual
- Una lectura epistemológica
Ya vimos la lectura espiritual y la lectura ontólogica y hoy vamos a ver las otras tres interpretaciones.
La lectura social está muy ligada a nuestro tiempo y a las manipulaciones a las que nos vemos sometidos por parte de los grupos de poder y los llamados “amos de la caverna”.
¿Quiénes son estos amos de la caverna? Son las élites, los grupos de poder que buscan perpetuarse a toda costa manteniendo distraídas y engañadas (e incluso esclavizadas) a las grandes masas.
En esta interpretación la dicotomía es libertad y seguridad. Dicho de otro modo, la ignorancia del fondo de la caverna no es otra cosa que una forma de esclavitud, donde los amos de la caverna se preocupan en mantener a los prisioneros vivos (seguramente les suministran de algún modo comida y bebida) y les dan un espectáculo con el que puedan entretenerse. Pan y circo. Cualquier similitud con el mundo moderno es mera coincidencia.
Por lo tanto, la caverna nos habla del control y la manipulación, y aquí entran todas las formas de persuasión que conocemos: la publicidad, la propaganda política e incluso el convencimiento sutil a gran escala, a través del cual el pensamiento dominante nos intenta inculcar una manera particular de apreciar la realidad.
A través de falsas dicotomías, los amos de la caverna se aseguran de tener a los prisioneros distanciados e incluso enfrentados, y bien sabemos que “en río revuelto, ganancia de pescadores”, y esto lo hemos notado de forma bastante evidente en los últimos tiempos:
O eres de izquierda o eres de derecha.
O eres ateo o eres creyente.
O eres pro-vacunas o eres anti-vacunas.
O apoyas a Rusia o apoyas a Ucrania.
O eres feminista o eres machista.
O apoyas al movimiento LGBT o eres un homófobo.
Los medios de comunicación nos bombardean con noticias para que elijamos bando chantajeándonos emocionalmente para que odiemos al otro bando generando una grieta, una división y una polarización que todos estamos notando hoy en día. “Divide y vencerás”.
Como bien señala el coronel Pedro Baños, que ha escrito varios libros sobre estos temas: “Si no nos damos cuenta que nos están lavando el cerebro es porque ya lo han conseguido”.
Podemos definir a los “amos de la caverna” de este modo: son la encarnación y manifestación física de las energías metafísicas de separación, disgregación, alejamiento, división, ruptura. En este sentido, puede hablarse de “fuerzas diabólicas” (no en el sentido religioso) sino en el sentido de “dia-bolos” es decir “todo aquello que separa”.
Las personas corrientes, aquellos que viven con la mirada puesta hacia afuera, aquellos que se conforman y que no tienen un pensamiento crítico, aquellos que prefieren dedicar varias horas a la semana a ver series de televisión pero que no dedican ni un minuto a hacer una pausa y conectar con su ser interno, aquellos que se creen todo lo que comunica la prensa y que les siguen el juego a los políticos de turno, esos son los prisioneros de la caverna de Platón.
Estas personas, totalmente adaptadas a la caverna, es decir adaptadas al sistema, siempre preferirán vivir en las sombras, sobre todo si éstas les suministran placer, en lugar de “complicarse la vida” y salir a la aventura.
Dice Simone Weil: “Nacemos y vivimos en la inconsciencia. No conocemos nuestra miseria. No sabemos que estamos castigados, que estamos en la mentira, que somos pasivos ni, por supuesto, que somos inconscientes”.
La cuarta interpretación del relato platónico está emparentada con la anterior y con los medios audiovisuales: el cine, la televisión y le podríamos agregar los teléfonos inteligentes, las redes sociales, la realidad virtual y el multiverso de Marc Zuckerberg.
En estos casos, la pared de la caverna puede compararse a una pantalla y los prisioneros son los espectadores que reciben toda clase de información para poder interpretar luego el mundo.
Sobre este tema, dice Baños: “La dominación cultural estadounidense tiene un impacto intangible pero masivo sobre las diversiones populares y la forma de entender el mundo. Esta faceta no debe infravalorarse, pues la cultura de masas norteamericana ejerce un innegable influjo basado en un hedonístico estilo de vida, los programas de televisión y las películas (representan el 75 % del mercado mundial), la música popular, los hábitos alimentarios, las vestimentas y el hecho de que el inglés sea la lengua principal de Internet”.
En 2002, Sylvain Timsit elaboró una lista de 10 estrategias de manipulación mediática, las cuales muchas veces se han atribuido a Noam Chomsky y que bien podríamos llamar “10 estrategias para que los prisioneros de la caverna acepten (y hasta pidan) seguir encadenados”. Repasemos estas estrategias:
- Distracción, es decir desviar la atención de las personas de los temas importantes hacia las cosas más triviales, noticias banales, entretenimiento, etc.
- Problema-reacción-solución. Generar un problema o algo que parezca un problema para que el público entre en pánico, luego solucionarlo y quedar como salvadores. Muchas veces las soluciones pasan por renunciar a libertades personales a fin de tener seguridad.
- Gradualidad, es decir que la gente acepte lo inaceptable de forma gradual, a lo largo de varios años e incluso décadas. De este modo, la ciudadanía llega a aceptar como normales cosas que no lo son. Podemos poner como ejemplo la violencia en los deportes, la delincuencia, incluso la corrupción. Como se dice en ocasiones “hemos perdido la capacidad de asombro”. Y eso no fue de golpe sino gradual.
- Diferir. Las decisiones impopulares, recortes o pérdida de libertades se presentan como necesarias para un futuro mejor. Con la excusa del futuro, se renuncia a vivir el presente de forma digna.
- Infantilizar al público. Los medios de comunicación y los políticos tratan a los espectadores como niños, presentando noticias, personajes y sucesos de una forma insulsa o edulcorada para que el público no utilice su pensamiento crítico. Por otro lado, los niños suelen ser fáciles de manipular.
- Apelar a la emoción. Se usan argumentos emocionales, no racionales, para que el público reaccione de forma instintiva, sin sentido crítico. De todas las emociones, sin duda la más utilizada es el miedo y eso ha quedado patente en los últimos años.
- Mantener al público en la ignorancia. Esto no hace falta ni comentarlo, aunque es bien sabido que en los últimos años la lectura ha descendido en todo el mundo mientras que las redes sociales han crecido.
- Estimular para contribuir a la mediocridad, y podemos poner como ejemplo la oferta televisiva. Programas y noticias que solo apuestan a la intrascendencia, al entretenimiento pasajero y a pasar el rato.
- Autoculpabilidad, es decir que los medios intentan convencernos que los únicos culpables de nuestras desgracias somos nosotros y que el sistema nunca podrá cambiar porque no somos lo suficientemente buenos para hacerlo.
- Conocimiento del público. Para poder manipular, se necesita conocer a las personas. Los amos de la caverna precisan conocer a los prisioneros y hoy en día la tecnología permite lograr esto de una manera más sencilla, más aun teniendo en cuenta que somos nosotros mismos los que compartimos libremente esta información. El documental “El dilema de las redes” de 2020 justamente aborda este tema en relación a las redes sociales.
En fin, este tema es muy amplio y ya lo hemos tratado en varias ocasiones en nuestro canal desde diferentes perspectivas.
Y ahora vamos a la quinta y última interpretación del mito de la caverna, lo cual no significa que no haya otras posibles formas de entender esta historia.
La lectura epistemológica se centra en la diferencia entre la “doxa” (la opinión) y la “episteme” (la verdad), o sea dos niveles diferentes de conocimiento.
Dicho de otro modo, la mente humana en el proceso desde la ignorancia al conocimiento pasa por dos campos principales. El primero es inferior y tiene por objeto el mundo visible, que es a la vez mundo del cambio y de la mutación. Este es el campo de la opinión. El otro campo, el del conocimiento, es el del mundo inteligible (noetós).
La opinión se encuentra en la caverna y la verdad fuera de ésta, e incluso doxa y episteme se pueden subdividir, para apreciar entonces cuatro niveles de conocimiento y que son:
- Eikasía (suposición o conjetura), el escalón más bajo del conocimiento, es decir las sombras en la pared y nada más. El mundo de lo sensible.
- Pistis (creencia o convicción), todo lo que forma parte de la caverna, todos los objetos que están en ese espacio limitado, inclusive los prisioneros. Aquí entra en juego el lenguaje, mediante el cual se interpretan las sombras y, en cierto modo, se re-elabora la realidad.
- Diánoia (conocimiento discursivo), todo aquello que nos llevaría a salir de la caverna e incluso podemos hablar de disciplinas como la matemáticas o la física que pueden deducir muchas de las cosas que están en el exterior pero que no las presencian de forma directa. En otras palabras, son los conocimientos del tipo hipotético-deductivo.
- Noésis (conocimiento directo), la observación del sol y de los objetos del exterior, y el entendimiento de la totalidad.
En nuestra sociedad contemporánea se levantan altares a la opinión, es decir a la forma más baja de conocimiento y de ahí el éxito de las redes sociales y de los programas con opinólogos que, impunemente, hablan de cualquier tema que se les pida.
Por otro lado, se cree que la práctica democrática sirve para todo, pero no es así. Si hay un accidente no se vota lo qué hay que hacer con el herido sino que se llama a un médico. La opinión de diez carpinteros no vale lo mismo que la opinión de un médico en este caso, pero podríamos decir lo mismo, y en el sentido opuesto, si se necesita fabricar una mesa. La opinión de diez médicos, aunque bien intencionados, no vale lo mismo que la opinión de un buen carpintero.