En el día de hoy se celebra en todo el mundo el día internacional de la filosofía y nosotros, desde la Orden Rosacruz Iniciática, nos plegamos a ese festejo focalizándonos la filosofía sí, pero iniciática.

La palabra “Filosofía”, en su etimología, nos habla de un “amor por la sabiduría”, en un anhelo por llegar a la Verdad. Lamentablemente, la Filosofía  se ha ido desvirtuando en los últimos siglos y actualmente se la suele considerar como un saber libresco y especulativo, controlado por una élite intelectual que suele ser altamente egocéntrica y alejada de la sociedad.

Generalmente, las personas están convencidas de que la filosofía está divorciada de la cotidianidad, vinculada al pensar y no al hacer, aunque las tradiciones sapienciales siempre han enseñado que el pensamiento está íntimamente ligado a la acción y, por lo tanto, desde lo iniciático siempre hablamos de una recta acción.

Ante este panorama de una Filosofía teórica y especulativa, la Rosacruz pone el foco en una Filosofía que es práctica, vivencial, aplicable a la existencia diaria y que brinda respuestas precisas –desde la conciencia– a los problemas de la sociedad contemporánea.

La Real Academia define “práctico” de la siguiente manera: “Que comporta utilidad o produce provecho inmediato”. En su etimología, esta palabra proviene de “praktikos” que proviene del verbo “prasso” (hacer) y “tikos” (relacionado a), es decir “vinculado a la acción”.

Por otro lado, “especular” significa –siempre guiados por la Real Academia– “perderse en sutilezas o hipótesis sin base real” y en su origen etimológico viene de “speculari” (mirar desde arriba), es decir sin involucrarse en el asunto.

En verdad, la filosofía especulativa nos hace crecer muy poco como personas y suele convertirnos en una especie de “pavos reales”, deseosos de mostrar nuestra erudición a los demás. Es decir, esta forma de abordar la filosofía es externa: puro barniz.

Por su parte, una filosofía vivencial se relaciona con la autorrealización, a través de procesos de análisis e introspección que generalmente son altamente beneficiosos no solamente para nosotros sino también para nuestro entorno.

Los filósofos especulativos aman los tecnicismos y les agrada demostrar su erudición con preguntas ingeniosas, intentando deslumbrar.

Los filósofos vivenciales, por su parte, buscan la aplicación práctica de sus enseñanzas e intentan transmitir su conocimiento a otros, buscando alumbrar.

Deslumbrar es “ofuscar la vista o confundirla con el exceso de luz” mientras que alumbrar es “dar luz y claridad a algo o a alguien”.

Estudiar filosofía no nos hace mejores, del mismo modo que leer el menú del más refinado de los restaurantes no nos colma el apetito. Debemos llevar a la acción nuestro aprendizaje, siendo mejores personas y tratando que las enseñanzas de la Filosofía Iniciática hagan mella en la sociedad, aplicándolas primeramente en nosotros y luego en nuestro entorno.

Por lo tanto, y hoy más que nunca, se necesita con urgencia una filosofía viva, una filosofía que nos movilice, que nos moje, que nos ilumine. No se trata de aceptar una serie de creencias y coleccionarlas como si estuviéramos completando un álbum de figuritas. No, aquí no hay que creer nada, es preciso que conozcamos en profundidad al ser humano –en otras palabras que nos conozcamos a nosotros mismos– y que conectemos esto con nuestro entorno, con el universo, para entender  la totalidad como una unidad coherente y trascendente, entendiendo la conexión profunda del microcosmos y el macrocosmos.

Es preciso, más bien diría que en este fin de ciclo es urgente, pasar de una actitud pasiva a una actitud activa, o más bien proactiva, dejar de lado lo especulativo (la mera acumulación de conocimientos teóricos) para que este conocimiento haga mella, que se convierta en carne y sangre en nosotros, que purifique nuestra Alma, en otras palabras que sea verdaderamente transformador. 

Según todo lo anterior, queda en evidencia que la Filosofía que estudiamos y practicamos los nobles caminantes de la Rosacruz no es especulativa sino práctica, vivencial y activa. No es intelectual solamente porque el hombre es mucho más que intelecto, es decir estamos frente a una filosofía integral que vincula todos los conocimientos y disciplinas, una verdadera Pansofía, recordando que “Pan” significa todo y “Sofía” Sabiduría, una sabiduría del todo y de todas las cosas atendiendo a aquel proverbio latino que decía: “Soy humano y nada de lo humano me es ajeno”.

Esta filosofía que adoptamos como propia en el rosacrucismo gira en torno a un eje, tiene un corazón y ese corazón es la Iniciación. Por esta razón hablamos de una Filosofía Iniciática.

¿Y qué queremos decir cuando hablamos de Iniciación”? Bueno, al igual que la desvirtuación del vocablo “Filosofía”, la palabra “iniciación” también ha sufrido un descrédito similar en nuestro mundo moderno.

Es normal que los profanos desconozcan el uso que damos a la palabra “Iniciación”, pero aún entre los estudiantes de esoterismo hay un desconocimiento muy grande acerca de este concepto que generalmente se suele asociar a ceremonias o rituales externos a través de los cuales un profano pasa a ser un “iniciado”.

Para nosotros, la Iniciación es un estado de conciencia superior que puede equipararse a la Iluminación, el despertar, el Satori o la apertura del ojo del corazón.

Este hito que llamamos Iniciación determina un proceso de desarrollo gradual de la conciencia que es común a todas las corrientes espirituales y que llamamos Sendero Iniciático, un recorrido desde la oscuridad a la luz.

Siendo así, las iniciaciones rituales, propias de las órdenes esotéricas y cofradías son una expresión simbólica de la verdadera iniciación, y aunque no quitamos validez a las mismas, es preciso señalar una vez más que la Iniciación es interna, vivencial y sucede en los planos espirituales, no en el mundo físico.

De ahí que hablemos de Filosofía, claro que sí, pero Iniciática, ya que esa Iniciación, ese hito de la conciencia, es el único que nos puede convertir en verdaderamente humanos y el el único que nos puede dar una comprensión clara del sentido de la vida y de todas las cosas, ya que nos colocará en un plano intermedio, entre el espíritu y la materia, dejando en evidencia que somos seres de dos mundos, que –desde una perspectiva más elevada– es preciso vivir conscientemente, con los pies bien plantados en la tierra pero con la mirada puesta en lo alto, en el cielo. Pedes in terra ad sidera visus.

Hay una diferencia sustancial en adherirse a los ideales que promueve la Filosofía Iniciática y comprometerse con él, pasando a la acción.  Y esto es, justamente, lo que intenta ser nuestra Orden: un espacio de compromiso con el Ideal Iniciático, una forma plausible de llevar al mundo más Luz, más Vida, más Amor. 

Estamos viviendo en tiempos difíciles, en medio de una pandemia que sirve de telón de fondo a una inmensa crisis política y económica. Se vienen tiempos más complicados porque las enseñanzas tradicionales son claras en este tema: estamos viviendo una edad oscura, el fin de un ciclo, la conclusión de la edad de hierro, el Kali-Yuga. 

Y en este panorama tan negro, no tenemos que bajar los brazos. Tenemos que ser luces en la oscuridad, la vanguardia de un mundo nuevo y mejor, sabiendo y confiando que “gam zu letová”. Todo será para bien.

Feliz día de la filosofía para todos y mis mejores deseos de paz profunda.