El gorro frigio es una especie de capucha en forma de cono con una punta desplomada hacia adelante, cuyo nombre nos remite a Frigia, una región de Asia Menor (hoy Turquía), aunque su uso también fue usual en otras zonas orientales, como Anatolia, Dacia en incluso en los Balcanes. 

Su historia la podemos vincular con otro gorro, el píleo, confeccionado en fieltro y de forma cónica, el cual -en la Roma republicana- era el símbolo de distinción de los esclavos que eran liberados en una ceremonia llamada Manumissio vindicta (es decir «libertad por la vara») donde el pretor los tocaba con una vara (llamada festuca o vindicta), afeitaba su cabeza y les colocaba en ella un gorro píleo que representaba a la diosa Libertas, declarando que el hombre pasaba a ser libre «vindicavit in libertatem». En ese momento, el antiguo amo realizaba una circunvalación en torno al liberado y lo dejaba marchar.

En algunas monedas del emperador Antoninio Pío podemos ver a la diosa Libertas con un gorro píleo en su mano. Cuando Julio César fue asesinado en el año 44 antes de Cristo, Marco Bruto y sus secuaces mostraron al pueblo un gorro píleo y lo alzaron en una vara para demostrar que Roma había sido liberada del tirano.

Poco tiempo después, el mismo Bruto mandó acuñar el denario de plata que estamos viendo en pantalla donde aparece el gorro píleo y las dagas que dieron muerte a Julio César, en cuyo anverso está el rostro de Brutus Imperator.

Por lo tanto, vemos que el gorro píleo se relacionaba en Roma con la diosa Libertad y con la liberación de la esclavitud. 

Sin embargo, en los eventos revolucionarios de fines del siglo XVIII en América y Francia, los ideólogos de la revuelta confundieron al gorro frigio con el gorro píleo y adoptaron al frigio (o sea, con la punta doblada hacia adelante) como símbolo de libertad y de los ideales republicanos.

En junio de 1792, el populacho de París -cuando atrapó al rey Luis XVI- obligó a éste a colocarse el gorro frigio para aceptar la derrota del antiguo régimen y con este poderoso gesto simbólico -algo tragicómico, por cierto- la vinculación errada de los ideales libertarios y republicanos con el gorro frigio quedó finalmente establecida.

Posteriormente, el gorro frigio apareció en la conocida obra de Eugène Delacroix de 1830 “La Libertad guiando a su pueblo” donde aparece una mujer conduciendo a los revolucionarios, que es una de las primeras representaciones de Marianne, la bella dama que personifica a la república francesa. 

Marianne es la figura alegórica nacional de Francia por antonomasia y simboliza el triunfo de los ideales republicanos de Libertad, Igualdad y Fraternidad, y aparece recurrentemente desde el siglo XIX en los documentos oficiales, sellos y emblemas franceses.

El nombre Marianne (en castellano Mariana) se compone de María y Ana, es decir el nombre de la vírgen María y Ana su madre, y era bastante común en el campesinado francés y en las mujeres de condición humilde, trabajadoras y empleadas domésticas. De hecho, al parecer, el nombre “Marianne” era originalmente peyorativo y surgió como burla de las clases acomodadas y la aristocracia a las mujeres revolucionarias, las “marianas”. Por último, los republicanos adoptaron la burla como símbolo de orgullo y adoptaron a Marianne como su guía, una dama que es madre y a la vez fogosa, guerrera y al mismo tiempo pacífica, pero en todos los casos protectora, lo cual nos da la pista que Marianne es una de las formas que ha adoptado el egrégor de la Francia republicana.

En los Estados Unidos, hay dos personajes que personifican a la nación. Uno es el tío Sam y el otro es Columbia, que está vinculada a la Libertad y que porta muchas veces, al igual que Marianne, al gorro frigio de los revolucionarios.

En el sello del Departamento del Ejército de los Estados Unidos aparece en primer plano el gorro frigio sobre una espada con el lema “Esto vamos a defender” y en el sello del senado de este país también aparece el gorro frigio.

Pero esta vinculación simbólica no es exclusiva de Francia y Estados Unidos. En Iberoamérica el gorro aparece en muchos escudos y banderas. Es así que podemos hallarlo en los escudos nacionales de Bolivia, Colombia, Cuba, El Salvador, Haití, Nicaragua, Paraguay y Argentina. 

Hasta aquí hemos visto las vinculaciones simbólicas del gorro frigio por esa equivocación de los ideólogos revolucionarios que confundieron el gorro píleo con el gorro frigio. Sin embargo, si vamos al gorro frigio original, veremos que el mismo estuvo bastante relacionado a los ritos iniciáticos de la antigüedad.

Es bien conocida la representación del dios persa Mitra luciendo un gorro frigio y las crónicas dicen que los Hermanos de la Orden Caballeresca de los Ismaelitas, los cuales se denominaban a sí mismos “Guardianes de la Tierra Santa” y que se encontraron con los Templarios durante las cruzadas, vestían túnicas de color blanco, un cinto rojo y un “gorro frigio” que los distinguía como iniciados. 

Y aquí vemos otra acepción del gorro frigio en vinculación con “otra libertad”, la libertad espiritual. En este sentido, Mitra se consideraba el símbolo de la libertad espiritual y los ismaelitas veían en la Iniciación el símbolo más claro de la Libertad, o de la verdadera libertad. Por eso, en algunos tratados esotéricos se habla de este gorro como el signo del Adeptado, de la Maestría y su colocación en la cima de la cabeza alude a un estado de conciencia superior. Por eso, en las antiguas representaciones de los reyes magos, éstos aparecen luciendo gorros frigios en alusión a su procedencia oriental y dando a entender que eran magos iniciados. 

En los misterios de Eleusis, según cuenta Pîerre Dujols, al candidato -luego de ser interrogado- se le colocaba un gorro frigio y se le decían estas palabras: “Usa este gorro, que vale más que una corona real”. Por otro lado, en la catedral de Notre-Dame, podemos encontrar un enigmático personaje en piedra del que Fulcanelli nos habla en sus obras y al que llama “el alquimista de Notre-Dame”, el cual luce -como no- un gorro frigio.

Como ven, más allá de la confusión histórica entre el píleo y el gorro frigio, podemos ver como los símbolos se van adaptando a nuevas mentalidades, incorporando nuevos significados pero en todo los casos cumpliendo su propósito de conectar una realidad visible con otra realidad invisible. En este sentido, si observamos al escudo de la República Argentina, podríamos observar varios elementos interesantes: el gorro frigio y la vara, a lo que se suma un apretón de manos. Lo curioso descubrir que -según se revela en un poema escrito por el romano Proficentius- los iniciados en los misterios de Mitra recibían el nombre de “syndexioi”, lo que significa “unidos por un apretón de manos”, un saludo secreto que era revelado en las ceremonias de iniciación que se realizaban en los templos subterráneos.

Observando esto (el gorro, la vara, el apretón de manos) podríamos estar tentados a relacionar el escudo argentino con el mitraísmo pero esta sería una conclusión errada porque nunca debemos olvidar que los símbolos deben interpretarse en su contexto y en este caso, el contexto nos remite al año 1813 y a los ideales revolucionarios de ese momento que pueden rastrearse sin mucha dificultad hasta Francia y los Estados Unidos. Obviamente podemos reinterpretar este símbolo y otros muchos símbolos patrios de nuestros países, pero siempre es bueno -para no engañarnos a nosotros mismos- prestar atención a la intención original de los creadores de estos escudos y banderas.