Los tiempos de máximo esplendor del fenómeno Harry Potter parecen haber terminado, en esta suerte de culto a lo efímero en la que se fundamenta nuestra sociedad de consumo. Atrás quedaron las largas filas que hacían los jóvenes –y los no tan jóvenes– ante la aparición de un nuevo libro o el estreno de cada una de las películas de la saga, y los sesudos análisis de los educadores que comprobaban con sorpresa un “retorno a la lectura” de las nuevas generaciones.
Entre los años 2001 y 2011, todos los engranajes del mundo del entretenimiento se ajustaron debidamente para que el filón económico del mundo mágico de Hogwarts durara lo máximo posible. Con el estreno cinematográfico de la segunda parte de “Harry Potter y las reliquias de la muerte”, y después de 450 millones de ejemplares vendidos en todo el mundo de los siete tomos publicados, el ciclo terminó, la moda llegó a su fin (o al menos se debilitó), y la industria cinematográfica se vio obligada a dejar atrás al mago adolescente para buscar otras fuentes de entretenimiento. Es muy posible que dentro de algunos años, cuando las ideas comiencen a escasear nuevamente en Hollywood, el héroe de Hogwarts regrese a facturar millones, con nuevos intérpretes y nuevos efectos especiales. (1)
Pero, ¿qué quedó después de la vorágine? ¿Qué vale la pena rescatar para la posteridad de este fenómeno de masas? Los años de Potter-manía nos dejaron siete libros “canónicos” escritos por la inglesa J.K. Rowling, ocho películas (algunas buenas, otras no tanto) y miles de personas interesadas en la magia.
Quizás este sea un buen momento para revalorizar al personaje, dejando de lado su connotación meramente mercantil y tratando de analizar su obra desde una perspectiva iniciática. Algunos fundamentalistas cristianos han intentado encontrar elementos satánicos en la obra de Rowling, los conspiranoicos esbozaron teorías sobre planes maléficos de los Illuminati y algunos se pusieron a buscar elementos esotéricos escondidos en la obra. La pregunta inicial al iniciar estos estudios es: ¿es posible encontrar elementos simbólicos de corte trascendente en los libros de Harry Potter o simplemente constituyen una ficción sin otra pretensión que entretener? ¿Acaso estaremos buscando una quinta pata al gato?
La intención original de la escritora no la podemos determinar a ciencia cierta, pero en nuestra opinión (al menos al principio) J.K. Rowling tuvo la habilidad para poder sintonizarse perfectamente –consciente o inconscientemente– con el arquetipo heroico y con ideas trascendentes que le fueron de utilidad para construir un mundo fantástico. Analizadas a fondo, sus obras son un excelente ejemplo de la traslación del antiguo esquema del viaje del héroe a un ambiente juvenil y mágico. Y ahí radica el valor de Harry Potter.
Advirtiendo esto, podemos tomar como referencia el esquema de las doce etapas del viaje del héroe, basándonos en los estudios comparados del mitólogo Joseph Campbell (que hemos analizado en otros videos), a fin de reconocer en las aventuras del mago adolescente las diferentes pruebas que todo héroe verdadero debe atravesar para recorrer el camino iniciático que lleva de la oscuridad a la luz.
Para poder acompañar a Harry en su odisea heroica utilizaremos el primer libro de la saga: “Harry Potter y la piedra filosofal”, publicado en 1997, donde identificaremos las doce etapas de la travesía.
Primera etapa: El mundo ordinario (conciencia limitada)
Harry Potter vive una existencia gris y frustrante con sus tíos, los Dursley, inmerso en un lugar que le es ajeno, el mundo profano (“muggle”) donde la magia está prohibida y condenada.
En este comienzo, el héroe ignora por completo su propósito, desconoce sus potencialidades y su herencia. Harry no pertenece al mundo muggle, pero por circunstancias del destino debe comenzar su aventura en ese sitio, ocupando un lúgubre cuartucho debajo de la alacena, donde convive con el polvo y las arañas.
Según el relato, “Harry había vivido con los Dursley casi diez años, diez años desgraciados, hasta donde podía acordarse, desde que era un niño pequeño y sus padres habían muerto en un accidente de coche. No podía recordar haber estado en el coche cuando sus padres murieron. (…) Sus tíos nunca hablaban de ellos y, por supuesto, tenía prohibido hacer preguntas. Tampoco había fotos de ellos en la casa. Cuando era más pequeño, Harry soñaba una y otra vez que algún pariente desconocido iba a buscarlo para llevárselo, pero eso nunca sucedió: los Dursley eran su única familia”.
Segunda etapa: La llamada (aumento de conciencia)
En esa realidad castrante y mundana, el héroe recibe una llamada a la aventura, un indicio de que su destino no está en el plano de los muggles. Esta llamada comienza, para Harry Potter, con una carta, una misiva que rompe su cotidianidad y lo conecta con algo completamente diferente de lo que está habituado.
Tercera etapa: Rechazo de la llamada (resistencia a la transformación)
Aunque la llamada siempre es evidente, los héroes suelen poner en tela de juicio sus habilidades y temen abandonar la tranquilidad de su zona de confort, que -aunque es frustrante- no exige demasiados sacrificios ni compromisos. Del mismo modo, Harry Potter duda de sus habilidades mágicas, y cuando el gigante Hagrid se presenta ante él para invitarlo al colegio de Hogwarts, esta duda se convierte en negación. Leamos lo que dice J.K. Rowling:
“Hagrid miró a Harry con afecto y respeto, pero Harry, en lugar de sentirse complacido y orgulloso, estaba casi seguro de que había una terrible equivocación. ¿Un mago? ¿Él? ¿Cómo era posible? Había estado toda la vida bajo los golpes de Dudley y el miedo que le inspiraban tía Petunia y tío Vernon. Si realmente era un mago, ¿por qué no los había convertido en sapos llenos de verrugas cada vez que lo encerraban en la alacena? Si alguna vez derrotó al más grande brujo del mundo, ¿cómo es que Dudley siempre podía pegarle patadas como si fuera una pelota?
—Hagrid —dijo con calma—, creo que está equivocado. No creo que yo pueda ser un mago”.
Cuarta Etapa: Encuentro con el mentor (ayuda sobrenatural)
En la historia de Potter, Hagrid actúa como el heraldo y también como la ayuda sobrenatural que el adolescente necesita para introducirse en el mundo mágico. Siendo así, y aunque Harry conocerá más adelante a su verdadero maestro (Dumbledore), en este primer libro podemos identificar a Hagrid como el mentor, el guía del joven mago en el callejón Diagon, acompañándolo en la compra de su herramienta mágica que lo acompañará en todo el camino: su varita, “una combinación poco usual, acebo y pluma de fénix, veintiocho centímetros, bonita y flexible”.
La varita mágica (como la espada en historias caballerescas) está destinada a ser usada únicamente por Harry Potter:
“Harry tocó la varita. Sintió un súbito calor en los dedos. Levantó la varita sobre su cabeza, la hizo bajar por el aire polvoriento, y una corriente de chispas rojas y doradas estallaron en la punta como fuegos artificiales, arrojando manchas de luz que bailaban en las paredes. Hagrid lo vitoreó y aplaudió y el señor Ollivander dijo:
—¡Oh, bravo! Oh, sí, oh, muy bien. Bien, bien, bien… Qué curioso… Realmente qué curioso…”
Quinta etapa: El cruce del umbral (dar el paso)
Tras ser introducido al mundo mágico por Hagrid en el callejón Diagon, Harry debe iniciar su odisea, es decir “dar el paso” que lo lleve del mundo profano-muggle al mundo mágico, del número 4 de Privet Drive a Hogwarts. Este cruce del umbral sucede en la estación del tren de King Cross, en la plataforma 9 y 3/4.
“Empujó su carrito y se dirigió hacia la barrera. Parecía muy sólida. Comenzó a andar. La gente que andaba a su alrededor iba al andén nueve o al diez.
Fue más rápido. Iba a chocar contra la taquilla y tendría problemas. Se inclinó sobre el carrito y comenzó a correr (la barrera se acercaba cada vez más). Ya no podía detenerse (el carrito estaba fuera de control), ya estaba allí… Cerró los ojos, preparado para el choque…
Pero no llegó. Siguió rodando. Abrió los ojos. Una locomotora de vapor, de color escarlata, esperaba en el andén lleno de gente.
Un rótulo decía: «Expreso de Hogwarts, 11 h». Harry miró hacia atrás y vio una arcada de hierro donde debía estar la taquilla, con las palabras «Andén Nueve y Tres Cuartos».
Lo había logrado”.
Sexta etapa: Comienzan las pruebas (experimentación)
La etapa de las pruebas suele ser la más larga de todas las odiseas heroicas y en la misma aparecen amigos (Ron, Hermione, Neville, Dumbledore, McGonagall, Hagrid) y enemigos (Malfoy, Quirrell, Voldemort), así como diversos obstáculos que deben ser franqueados. La fase de las pruebas en el relato de Rowling se inicia con la incorporación de Harry a la casa de Gryffindor, determinada por el sombrero seleccionador.
En esta fase, Harry descubre su habilidad para jugar al Quidditch y comienza a ser entrenado en el sendero de la magia donde empezará a autodescubrirse y tratará de contestar la pregunta fundamental: “¿Quién soy?”
Otro elemento importante de la historia de Potter es la aparición del espejo mágico de Oesed, donde está inscrita la frase: “Oesed lenoz arocut edon isara cut se onotse”, que al ser leída al revés y con los espacios correctos dice: “Esto no es tu cara sino de tu corazón el deseo”. Al reflejar el deseo más profundo y no la imagen reflejada, es importante la aseveración de Dumbledore: “El hombre más feliz en la tierra puede usar el Espejo de Oesed como un espejo normal, es decir, se mirará y se verá exactamente como es”.
Séptima etapa: Acercamiento a la cueva secreta (preparación para la batalla)
El dolor de la cicatriz de su cabeza advierte a Harry Potter que el desenlace de la historia está cerca y que tendrá que enfrentarse cara a cara con su destino.
La búsqueda final lleva a Harry Potter a los túneles subterráneos de Hogwarts, donde está escondida la piedra filosofal, en consonancia con el antiguo axioma de los alquimistas: “Visita Interiora Terrae Rectificando Invenies Occultum Lapidem” (VITRIOL, traducido como: “Visita el interior de la tierra y rectificando encontrarás la piedra oculta).
Habiendo determinado su objetivo en la “cueva secreta”, es decir, el lugar donde se desarrollará el combate final con su enemigo, Harry es acompañado en este tramo decisivo por Ron Weasley y Hermione Granger, superando cuatro escollos: el lazo del diablo (una planta venenosa), las llaves voladoras, un tablero de ajedrez gigante y un acertijo con botellas diminutas. Al final de estos importantes desafíos, Harry Potter queda solo frente a su oponente: Lord Voldemort.
Octava etapa: La prueba suprema (la batalla final)
Para poder manifestarse en el plano físico y volver a vivir, Voldemort corrompió y utilizó al profesor Quirrell, que le sirvió de soporte material y por esta razón el combate final del mago héroe es contra Quirrell, la manifestación física de Voldemort.
“Harry se puso de pie de un salto, cogió a Quirrell de un brazo y lo apretó con fuerza. Quirrell gritó y trató de empujar a Harry. El dolor de cabeza de éste aumentaba y el muchacho no podía ver, solamente podía oír los terribles gemidos de Quirrell y los aullidos de Voldemort: ¡MÁTALO! ¡MÁTALO!, y otras voces, tal vez sólo en su cabeza, gritando: «¡Harry! ¡Harry!»”.
Novena etapa: Muerte y Resurrección
En pleno combate con el profesor Quirinus Quirrell, Harry perdió el sentido:
“Sintió que el brazo de Quirrell se iba soltando, supo que estaba perdido, sintió que todo se oscurecía y que caía… caía… caía…”
Y apareció más tarde en la enfermería junto al profesor Dumbledore:
“—¿Cuánto tiempo hace que estoy aquí?
—Tres días. El señor Ronald Weasley y la señorita Granger estarán muy aliviados al saber que has recuperado el conocimiento. Han estado sumamente preocupados”.
Llama la atención la cantidad de días que duró la “muerte” de Potter: tres días, los mismos tres días de muerte de los grandes maestros, y que en la Biblia aparece tanto en el viejo testamento (Jonás en el vientre del gran pez) como con el nuevo (Cristo antes de resucitar): “Porque como estuvo Jonás en el vientre del gran pez tres días y tres noches, así estará el Hijo del Hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches.” (Mateo 12:40)
El tema de la muerte será recurrente en la obra de J.K. Rowling y en este primer volumen la autora deja clara su opinión acerca de la misma por boca de Dumbledore, quien le dice a Harry Potter: “Después de todo, para una mente bien organizada, la muerte no es más que la siguiente gran aventura”.
Décima etapa: Recompensa (Iniciación-iluminación)
La recompensa que obtiene Harry Potter al finalizar su primera aventura es la piedra filosofal del alquimista Nicolás Flamel, escondida por Dumbledore en el interior del espejo de Oesed.
La piedra es el objeto místico por excelencia de esta historia (equiparable al Grial o el vellocino de oro) pero también debemos tener en cuenta otra recompensa en relación a Potter y su comunidad de compañeros: el triunfo de la casa Gryffindor que puede apreciarse al final de la historia.
Undécima etapa: Camino de regreso
Habiendo logrado su misión, Harry Potter debe volver a su hogar en el mundo profano junto a los Dursley, regresando completamente transformado y consciente de su propósito existencial.
“Subieron al expreso de Hogwarts, charlando y riendo, mientras el paisaje campestre se volvía más verde y menos agreste. Comieron las grageas de todos los sabores, pasaron a toda velocidad por las ciudades de los muggles, se quitaron la ropa de magos y se pusieron camisas y abrigos… Y bajaron en el andén nueve y tres cuartos de la estación King Cross”.
Duodécima etapa: Maestro de dos mundos (una nueva misión)
La historia de Harry Potter no termina aquí y tendrán que transcurrir seis historias más para que finalmente el mago-héroe alcance la Maestría, pero queda claro que el esquema del héroe ya puede apreciarse con claridad en esta primera historia.
Como vemos, si dejamos de lado la faceta mercantil del fenómeno de Harry Potter, podemos encontrar en él una manifestación patente del héroe de las mil caras, del noble viajero que debe transitar el sendero y combatir a las fuerzas tenebrosas para alcanzar el centro, para convertirse así en un “Maestro de dos mundos”
Notas del texto
(1) En 2016 empezó una nueva saga del mundo mágico de Harry Potter con la película «Fantastic Beasts and Where to Find Them» y que, según los productores, es la primera parte de una trilogía.
(2) Campbell, Joseph: «El héroe de las mil caras»