Todos, al introducirnos en el ámbito esotérico e iniciático, y al empezar a leer ciertos autores y corrientes, vamos creando -conscientemente o de forma inconsciente- una especie de “canon” donde aceptamos el testimonio de ciertos pensadores, negamos con fuerza y hasta despreciamos a otros escritores, y hay otros que nos parecen indiferentes. 

¿Qué es un Canon? Si vamos al Diccionario de la Real Academia Española encontraremos varias definiciones, pero hay una que se ajusta más a lo que estamos diciendo:

“Catálogo de autores u obras de un género de la literatura o el pensamiento tenidos por modélicos”.

Todos sabemos que en el cristianismo hay libros canónicos y otros apócrifos, es decir no reconocidos como revelados, pero cada escuela o corriente espiritual genera su propio canon. 

Un teósofo blavatskiano, es decir centrado en las enseñanzas decimonónicas de la Teosofía reconocerá como canónicas las obras de Blavatsky y de autores de su entorno: Subba Row, Henry Olcott, Damodar Mavalankar, William Judge y las Cartas de los Mahatmas, pero considerará apócrifas las obras de Annie Besant, Charles Leadbeater, etc.

Un teósofo de la segunda generación, es decir pasado el 900, inmerso en la llamada “Neoteosofía” aceptará todos estos autores que hemos citado e incluirá también a Besant, Leadbeater, Jinarajadasa, e incluso otros incluirán a Krishnamurti.

En el ámbito tradicionalista, René Guénon es el referente y como él acusó a medio pueblo de ser falso o contrainiciático, negará a todos los autores que dijimos y muchos más, e incluirá en su canon a Fritjof Schuon, Titus Burckhartdt, en ocasiones Julius Evola.

Como dijimos, cada escuela o corriente tiene su canon. El problema es cuando alguien llega a nuestro blog o al aula abierta de la Orden Rosacruz Iniciática y se cita por un lado a Helena Blavatsky y por otro a René Guénon, que en los ámbitos iniciáticos son algo así como el agua y el aceite. 

Pues bien, hemos dicho muchas veces que el único Maestro que vale la pena, el único instructor fiable es el Maestro Interno, y que todos los maestros exteriores, autores, filósofos, gurús, instructores, van a ser válidos en la medida que nos conduzcan al descubrimiento de ese Maestro Interno.

¿Qué quiero decir con esto? Que todas estas personas tuvieron y muchos siguen teniendo su función, un mensaje que se adecua a diferentes personas que están en diversos niveles de conciencia. 

Tenemos que rescatar el valor del eclecticismo, es decir rescatar lo bueno de cada cosa, el entendimiento de que todos los seres humanos pueden ser nuestros maestros en algún área y en algún momento específico de nuestra vida.

Al citar a autores y filósofos en nuestro canal no quiere decir que estemos de acuerdo con todas sus enseñanzas, pero sí debemos apreciar su aporte y su esfuerzo. Cada persona actúa como un canal de ideas y de influencias espirituales. Yo mismo, al comunicar esto, estoy actuando como canal de ideas e influencias. ¿Puedo equivocarme? Claro que sí. Seguramente me equivoque, pero todo lo que digo y enseño está supeditado a mi nivel de comprensión y consciencia, y esta enseñanza resonará en personas que están vibrando en la misma sintonía, en un nivel similar de comprensión y consciencia.

Max Heindel decía: no importa tanto lo que creamos sino como vivimos. Y esta enseñanza, tan sencilla pero tan magistral, nos lo dice todo acerca de este supuesto “canon”.

Cuando uno acepta un canon monolítico, es fácil caer en el sectarismo, y escuchamos “esto es falso porque la Biblia dice otra cosa diferente”, o el Corán, o bien “esto es mentira porque Blavatsky dice tal cosa”, e incluso “esto no es así porque Guénon asegura que…”, y esto lo podemos aplicar a cualquier canon convertido en dogma.

Nosotros no proponemos ningún canon. Obviamente hay autores que citamos con más frecuencia, que consideramos dignos de ser escuchados, pero siempre tenemos que saber que -sea lo que sea que leamos- necesitamos interiorizar lo que leemos, reflexionar sobre ello y luego exteriorizarlo, es decir llevarlo a la práctica, adaptarla a nuestra realidad.

Hay autores que no son santos de nuestra devoción, como Aleister Crowley y que ciertamente no creo que lleven a nadie a una vida más consciente y trascendente. De hecho, antes que leer a Crowley es mejor estudiar su biografía, porque a veces necesitamos saber también lo que no debemos hacer y ser conscientes que hay caminos que no llevan a ninguna parte.

¿Hay charlatanes? Por supuesto que sí, pero en este canal nunca acusaremos a nadie de charlatán y si lo hacemos en algún momento estaremos equivocados, porque cada instructor -sea verdadero o falso- llega a nosotros por causalidad, no por casualidad, en función de una necesidad interior que necesita ser colmada.

¿Cuál sería entonces la misión de un maestro verdadero? Lograr que descubramos nuestra conexión con lo profundo, con nuestro Maestro Interior. Por otro lado ¿Cuál sería el cometido de un maestro falso? Quizás sea decepcionarnos, desencantarnos, incluso llevarnos a otro autor o maestro, en fin… todo suma. Toda experiencia positiva o negativa puede actuar como un despertador de la conciencia.

Por lo tanto, para ir cerrando este artículo, cada uno irá encontrando una enseñanza que se adecue a sus necesidades interiores e incluso irá formando su propio canon, teniendo en cuenta que todos los autores tuvieron sus luces y sus sombras. Es injusto centrarse solamente en sus sombras y acusarlos con el dedo porque el eclecticismo justamente nos obliga a quedarnos con lo bueno de cada autor y desechar lo malo. Las discrepancias y diferencias entre los muchos referentes del esoterismo no reside en que estén mintiendo. Bueno, a veces pueden estar mintiendo o exagerando o incluso fantaseando, pero más bien estas diferencias suelen darse por diferentes niveles de conciencia y comprensión, como decía al principio. Tampoco podemos olvidar el nivel cultural y las circunstancias (el momento histórico y el contexto social) en las que algunas enseñanzas fueron dadas.

Si tenemos en cuenta todo esto y leemos con discernimiento, seguramente encontraremos perlas valiosas en los lugares más insospechados. Perlas que nos serán de utilidad para unir los puntos y finalmente, encontrar la Verdad, la Verdad con mayúsculas que no saldrá de doctrinas o especulaciones de otros sino de nuestro manantial interior.

A veces nos perdemos en discusiones estériles perdiendo de vista que lo que pretende el esoterismo es, en última instancia, revolucionar la conciencia, despertarnos del letargo y lograr que empecemos a recorrer -desde la vivencia y no desde la mera teoría- el camino de regreso a la Fuente.