El águila es un ave de naturaleza solar, que suele estar asociada tradicionalmente con el astro rey, símbolo de poder, fuerza y luminosidad, y cuando aparece con dos cabezas sus atributos se duplican.

El sentido simbólico del águila aparece destacado en sus alas y especialmente en sus plumas, que representan el impulso hacia el cielo, la elevación espiritual.

Por esta razón, las vestimentas con plumas –tanto en Oriente como en Occidente– aluden a este impulso hacia lo alto. En algunos círculos rosacruces de los siglos XVIII y XIX era frecuente la utilización de diferentes plumas ceremoniales: de cuervo (negras, nigredo), de cisne (blancas, albedo), de águila (de varios colores, citrinitas) y de pelícano manchadas con sangre del propio discípulo (blancas y rojas, rubedo). Por otro lado, en la antigua China, los sacerdotes taoístas eran llamados “sabios emplumados” y los adeptos “que se disponían a obtener la inmortalidad eran recubiertos de plumas de ave” (1) pues el taoísmo postulaba que “cuando un hombre alcanza el Tao, sobre su cuerpo empiezan a crecer plumas” (2).

En todos los casos, las aves representan nuestra conexión con el cielo, con la trascendencia y como dice Guénon“Los pájaros se toman con frecuencia como símbolo de los ángeles, es decir, precisamente, de los estados superiores” (3). Y esto es totalmente cierto: desde una perspectiva simbólica tanto los ángeles como las aves son mensajeros, intermediarios entre lo visible y lo invisible.

Volviendo al águila bicéfala, es evidente que ésta representa una doble condición y, por lo tanto, puede relacionarse tanto con el Jano bifronte como con el hacha de doble filo o “labrys”. Jano es, por autonomasía, el Maestro de los dos mundos, el Señor de la Iniciación, emplazado en un punto medio entre las dos realidades: la materia y el espíritu, lo de Arriba y lo de Abajo, lo de adentro y lo de afuera, el pasado y el futuro.

Posada sobre la cúspide de una montaña, el águila bicéfala tiene el poder de contemplar todo el panorama, de dirigir su mirada en dos direcciones que son las mismas que observa Jano.

Esta ave poderosa aparece como símbolo marcante en Asia Menor y de ahí pasó a Europa a través de Bizancio, siendo utilizada por varias casas reales, especialmente en Rusia donde se convirtió en el emblema imperial de los zares. La disposición de sus cabezas expresa una visión expansionista y omniabarcante, que en los imperios aparece en la forma de una conquista territorial. Carlos V, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico entre los años 1519 y 1558, lucía en su escudo de armas un águila bicéfala cuyas cabezas representaban los imperios de Roma y Bizancio, es decir Occidente y Oriente.

En Mesomérica, el símbolo del águila bicéfala apareció en varios pueblos de Oaxaca como los amuzgos, chinantecos, mazatecos, cuicatecos, mixtecos, chatinos y zapotecos (4), y representaba el encuentro del Viejo Mundo y el Nuevo Mundo, reflejada en una alianza entre el pueblo quauhquecholteca y los conquistadores españoles.

En la Francmasonería, el águila bicéfala aparece en el emblema del máximo grado del Rito Escocés Antiguo y Aceptado (grado 33) y en este contexto las cabezas representan la visión del pasado y del futuro, es decir la importancia de la Tradición, de la rica herencia de los antiguos, el mantenimiento de ésta y su proyección hacia el futuro.

Notas del texto

(1) Eliade, Mircea: “Historia de las creencias” II
(2) Eliade: op. cit.
(3) Guénon, René: “Símbolos fundamentales de la ciencia sagrada”
(4) Gómez Ramírez, Juan de Dios: “El águila bicéfala de Oaxaca”