La flecha supera toda distancia, se impone a las limitaciones espaciales, vuela, impacta y sorprende y al dar en el blanco genera un orificio por el cual fecunda, impregna, abre una brecha, pinchando, hiriendo, desgarando, generando un espacio por donde -simbólicamente- puede penetrar la luz.

Según Bachelard, “la imagen de la flecha reúne correctamente velocidad y derechura” y en su desplazamiento existe una aspiración ascensional, vertical, más que horizontal, generando así un puente invisible entre la tierra y el cielo. De ahí que en muchas representaciones aparezcan arqueros apuntando al cenit, a lo más alto, con un arco tensado y con una flecha a punto de salir y que se asocia a la divisa “Apuntando alto”. 

En este sentido, el arquero que representa el signo de Sagitario suele apuntar al cielo como símbolo de sus aspiraciones, pero en la constelación del mismo nombre su flecha está apuntando a Antares, la estrella roja del Escorpión, para así vengar la muerte del cazador Orión que había sido picado por este animal.

La flecha, para ser efectiva, depende del arco, y por eso es imposible analizar su simbolismo sin tener en cuenta a este segundo elemento. Ambos representan la focalización y la canalización de una energía que busca superar diversos escollos hasta lograr su objetivo.

En la disciplina de la arquería, se hace evidente el combate del arquero consigo mismo y su significado último es bien descrito por Joseph Epes Brown: “El arquero es el arco, su Sí divino es la flecha y el blanco –con el que la flecha debe unirse– es Dios”. 

En la arquería hay dos posibilidades: acertar al blanco o errar, y cada una de estas dos posibilidades está vinculada a la habilidad del arquero, lo cual evidencia que los obstáculos nunca están afuera sino adentro de nosotros. Por esto decía Confucio: “El arquero es un modelo para el sabio. Cuando falla en el blanco, busca la causa en sí mismo”.

Desde lo simbólico, estas dos opciones (acertar o errar) pueden traducirse de este modo:

Acertar: Centro, Dharma, Propósito, Virtud, Equilibrio.

Errar: Periferia, Karma, Despropósito, Vicio, Desequilibrio.

En relación a esto, recordemos que la palabra para “pecado” en griego era “hamartia”, que significa “no dar en el blanco”, por lo cual “pecar” no nos está hablando de una condenación eterna sino que simplemente quiere decir “errar”, haber malgastado las energías en algo que no logró su objetivo.

Por otro lado, las tres formas de Karma (Sanchita, Prarabhda y Kriyamana) también pueden simbolizarse con el tiro con arco. Siguiendo este ejemplo, el carcaj del arquero que guarda todas las flechas simboliza el Sanchita o Karma acumulado (la carga del pasado), la flecha en el arco tensado el karma en formación (Kriyamana), es decir el que estamos generando ahora mismo, mientras que las flechas que ya hemos lanzado y que están en el aire constituyen el karma que se está saldando en nuestra actual existencia (Prarabhda).

Descubrir el Dharma (o sea, nuestro propósito existencial) y dejar de generar Karma significa encontrar una vía invisible entre la punta de la flecha y el blanco.

La práctica del tiro con arco puede resumirse en tres pasos: Tensar-Apuntar-Disparar, que desde una perspectiva iniciática significa:

a) Tensar: concentración de fuerzas, preparación, esfuerzo inicial.

b) Apuntar: disciplina, canalización de las energías hacia un objetivo único.

c) Disparar, y con la flecha volando, ya lejos de nuestro alcance, dejar que la Ley se cumpla.

En las representaciones simbólicas, la flecha hacia arriba significa aspiración, mientras que la flecha hacia abajo significa inacción y también paz.

Dos flechas cruzadas nos hablan de guerra, conflicto, mientras que dos flechas apuntando hacia un mismo objetivo nos hablan de unión de fuerzas, de sinergia.

Esta idea aparece claramente en el símbolo de las tres flechas, que apareció en 1931 como oposición a la esvástica nacionalsocialista y que era el emblema del Frente de Hierro contra el Fascismo, aunque actualmente las tres flechas se han retomado como símbolo de lucha contra los nuevos fascismos del siglo XXI. Las tres flechas han sido interpretadas de muchas maneras:

  1. Marx, Engels y Lenin
  2. Libertad, Igualdad, Fraternidad
  3. Campesinos, intelectuales y proletarios
  4. Ni amo, ni rey, ni Dios
  5. Formación, organización, revolución

En el otro lado del espectro ideológico, tenemos el yugo y las flechas, un emblema asociado a la Falange Española. Cuando Franco, en el año 1937, decretó la unificación de todas las fuerzas nacionalistas y la gestación de un partido único que tenía el larguísimo nombre de Falange Española Tradicionalista y de las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista (FET de las JONS), el símbolo (el yugo de la labor y las flechas de poderío) quedó indeleblemente ligado al régimen franquista, aunque su origen es ciertamente mucho más antiguo.

En rigor de verdad, el yugo y las flechas, juntas, en el mismo sentido y apuntando hacia arriba, era un símbolo completamente olvidado en la España de la primera mitad del siglo XX y que representaba la unión de Fernando II de Aragón y Isabel de Castilla, aludiendo tanto a lo agrícola como lo militar.

La cantidad de flechas usadas por Isabel en sus emblemas fue variando, de cinco a once, pero siempre estaban unidas en un haz, en alusión a un relato de Pseudo-plutarco (que tiene una versión similar escrita por Esopo), donde el Rey escita Escíloro convocó a sus hijos en su lecho de muerte y los desafió, diciendo que el que fuera capaz de romper un haz de flechas sería su sucesor. Todos los intentaron pero ninguno pudo quebrar el haz. Entonces, el rey tomó una a una las flechas del haz y las fue quebrando, diciendo al final:  “Del mismo modo, si ustedes permanecen unidos, continuarán fuertes, pero si se dividen, el reino terminará débil y vulnerable”.

La arquería es -al mismo tiempo- una disciplina real y noble, que puede asociarse a la caza y a la guerra, y también como ejercicio espiritual.

Siendo así, encontramos en las tradiciones espirituales de Oriente y Occidente grandes arqueros, como Rama, Arjuna, Apolo, Diana, Cupido, y en la ficción moderna Legolas, Robin Hood, Flecha Verde, Lara Croft, Ojo de Halcón, Katniss Everdeen y René Higuita. Bueno, Higuita no, pero no podíamos dejarlo de lado. A Benji tampoco.

En la mitología clásica, las flechas representan la proyección del arquero, el alcamce de su influjo y poder. En el caso de Apolo, sus flechas son la misma energía del sol, sus rayos poderosos de luz, vida y calor. 

¿Y qué decir de Cupido y del corazón flechado, un símbolo que ha perdurado a través de los siglos? En verdad, según cuenta Ovidio, Cupido usa dos tipos de flechas: unas de oro que inflaman el amor, y otras de plomo, que lo extinguen.

Lo cierto es que Cupido sobrevivió a la antigua mitología y pasó a ser parte del imaginario colectivo, como emblema patente del día de San Valentín, e incluso ha sido transformado en un ángel, para camuflarse en el Occidente judeocristiano. 

Volviendo al corazón flechado, dice Cirlot que la flecha “por su forma, tiene un sentido fálico innegable, en especial cuando aparece en emblemas contrapuesta a un símbolo del “centro” y de carácter femenino como el corazón”.

La flecha es activa y el corazón, como blanco, es pasivo, en una oposición y complementariedad que también es reconocible en otros símbolos como el sol y la luna, la espada y la copa, el fuego y el agua, el cielo y la tierra, etc. y más etc. Por lo tanto, y siguiendo el razonamiento de Cirlot “la flecha clavada [en el corazón] es un símbolo de conjunción”

En la ritualística de los nativos americanos, específicamente en el ritual del peyote dirigido por el Uruwakame Tatewari (es decir, el Hombre de las Flechas), la percusión y la voz son comparadas con flechas que apuntan al fuego central y -de hecho- la vara que el cantante sostiene en la mano izquierda representa el arco.

De hecho, en la leyenda del cactus de la comunidad Wixárika, el cactus del peyote nació de la sangre de un venado azul e incluso existe una práctica ancestral de caza del peyote, donde literalmente un grupo de huicholes sale a cazar el cactus y cuando lo encuentran, le disparan una flecha, tras lo cual colocan cuatro flechas apuntando hacia los cuatro puntos cardinales.

Del mismo modo, las jaculatorias cristianas no son otra cosa que oraciones breves, flechas dirigidas a lo alto y su origen etimológico  “jaculum” significa dardo, jabalina, flecha, o sea que “iaculatorius” es “lanzar” cualquiera de estos objetos al cielo. En la antigüedad, al pronunciar estas jaculatorias se miraba al cielo y se movían las manos y los brazos como si se estuviera lanzando algo invisible hacia lo alto.

En muchas representaciones cristianas, las jaculatorias se representan directamente como flechas que salen del corazón humano. En el “Pia Desideria”, publicado en 1624, aparece el alma atravesada por flechas del amor divino y de su corazón emerge una flecha, anhelante de llegar a su destino. Y aquí, pueden aparecer tres flechas que representan lo que pensamos, decimos y hacemos: pensamientos, palabras y acciones, en terminología budista: recto pensamiento, recto hablar y recta acción.