A veces, en el triángulo sagrado no aparece un ojo sino la letra hebrea yod, que no solamente es similar a un ojo sino que es la primera letra del Tetragrammaton, el nombre secreto de Dios Yod Hev Wav Hev. Incluso podemos encontrar otra representación de este triángulo con las cuatro letras hebreas.

Pero volvamos a la pequeña letra yod, la letra más chiquita del alfabeto hebreo y a partir de la cual se forman todas las demás letras del mismo.

Yod es, como dije hace un instante, la  primera del Tetragrammaton, pero también la primera de otras palabras importantes para los judios como Israel, Jerusalén y también la primera de Jesús.

Esta letra también se asocia al fuego, a una llama, y Paul Foster Case dice que “Yod, como parte componente de toda otra letra, simboliza la llama de la energía espiritual que está presente en todas las formas de expresión del Poder de Vida”.  De hecho, es usual que se haga referencia a esta letra como “principio” o “germen”, algo así como el núcleo divino presente dentro de toda la creación y, por ende, dentro de cada uno de nosotros.

Al aparecer sola dentro del triángulo, Yod está representando la Unidad divina. 

En la Masonería, esa letra Yod dentro del triángulo –este triángulo que se llama Delta por su forma que recuerda a la letra griega con ese nombre– se ha convertido en la letra G, seguramente por una asociación con la palabra inglesa God, y dentro de algunas corrientes racionalistas de dicha Orden, para evitar hablar de Dios, se buscó interpretar esa G como Geometría, Gnosis, Gracia, Gozo, Generación, Genio y muchas cosas más. Y aunque es verdad podemos conectar la G con muchos conceptos, si vamos a la esencia de esta G hallaremos que ésta no es otra cosa que la transmutación de Yod y, por lo tanto, si queremos entender en profundidad la G en este contexto iniciático tendremos que investigar el simbolismo de Yod.

En la gematría cabalística, es decir en ese código numérico que se estudia en la tradición hebrea, Yod tiene un valor de 10. Y el 10 es un número que numerológicamente esconde el 1, porque 1+0=1, entonces es un número que habla de regreso a la Unidad. Si observamos el árbol de la vida, el árbol sefirótico de la Cábala, vamos a ver que la séfira 1 es Kether (la Corona) y que la séfira 10 es Malkuth (el Reino). Como siempre, el que tenga ojos que vea.

El 10 es el número de la sagrada Tetraktys de los pitagóricos y una versión cabalística de la Tetraktys coloca en las 10 posiciones las letras del Tetragramaton, de este modo:

Si sumamos los valores de esas letras según la Gematría nos da 72, el cual es un número importante para la tradición judía porque son 72 los nombres inefables de Dios (el llamado Shem HaMephorash) y se habla también de 72 ángeles, de 72 afirmaciones del Zohar, de 72 peldaños de la escalera de Jacob, etc.

Algunas personas, sin ningún tipo de fundamento, han afirmado que la pirámide del Gran Sello de los EE.UU. tiene 72 bloques en un intento por relacionar a dicho símbolo por estos conceptos. Sin embargo, los invito a contar los bloques y detectar, sin mucho esfuerzo, la mentira de esta afirmación, una de las tantas que se hacen con referencia al Gran Sello.

Como ven, cada elemento simbólico se conecta con otros elementos simbólicos y podríamos seguir profundizando en cada uno de ellos, como si estuviéramos armando un enorme puzzle.

Dejemos la tradición simbólica del pueblo judio y pasemos a Egipto. Algunos han vinculado el ojo panóptico con el ojo de Horus, es decir que su origen no estaría en la tradición judeo cristiana sino que sería anterior, del Egipto faraónico o incluso más antiguo.

¿Cuál es el origen mítico de este ojo egipcio? Según nos cuentan los antiguos relatos, Horus perdió su ojo izquierdo en un combate contra Seth, pero luego el dios Thoth restauró este ojo, simbolizando así la luz interior que debe abrirse paso para cruzar las tenebrosas regiones del Am Duat, es decir del inframundo.

También se cuenta que luego de esta curación milagrosa, Horus entregó su ojo recuperado a su padre (Osiris) con la esperanza de regresarlo a la vida. Y así fue que el ojo penetrante de Horus también fue interpretado como un elemento mágico y curativo, y convertido en un amuleto apotropaico, es decir como protector y para alejar las malas influencias.

En Egipto, el ojo de Horus o Udyat fue usado para remediar las enfermedades oculares, para contrarrestar el mal de ojo y también como la protección vigilante, el ojo siempre despierto para cuidar a los difuntos.

En el mal llamado “Libro de los Muertos”, que en realidad se debería llamar “Libro de la salida a la luz del día”, podemos leer: 

«El Ojo de Horus es tu protección, Osiris, Señor de los Occidentales, constituye una salvaguarda para ti: rechaza a todos tus enemigos, todos tus enemigos son apartados de ti».

Cuando los egipcios hablaban sobre los procesos post-mortem, decían que “el alma del difunto se remontaba hasta las eternas fuentes de la vida y de la luz” (Champdor, Albert), y en este contexto “el ojo de Horus simboliza la luz del alma extrayendo su origen de la del sol, coexistiendo con ella, emanando de ella, confundida con su propia luz”.

Según dice Sotirios Mayassis: “Todas las almas se remontan al cielo. Van a fundirse en la luz, en el sol, en el alma divina universal, habitante del sol, cuyas emanaciones reaniman los cuerpos vivos. El alma universal, el alma de las almas, es la fuente de la vida de todas las criaturas; es la Divinidad en sí misma, el alma misteriosa que hace a los dioses y de la cual los dioses son formas y manifestaciones”, a lo cual agrega Albert Champdor: “Esta alma universal es el ojo de Horus, y el difunto es calificado “justo de palabra”solo cuando está en posesión de este ojo de luz que hará de él el igual de los dioses, le insuflará el fluido mágico que le hará eterno, le purificará y le perfumará, porque el perfume del ojo de Horus constituye asimismo el aroma de los dioses”.

Los amuletos y los talismanes con un ojo mágico insertado usados como una forma efectiva de mantener alejado el mal y para combatir el mal de ojo siguieron siendo populares en todo el mediterráneo aún mucho después de que el mito de Horus fue completamente olvidado.

El ojo turco (nazar) es un amuleto que deriva de este ojo de Horus y aun se sigue utilizando en nuestros días con el mismo propósito apotropaico. Es muy popular en Turquía y otros países de la región, y se lo puede encontrar en las puertas, en los coches, en los barcos, en joyas y hasta en teléfonos celulares. En la Jamsa o mano de Fátima, otro elemento mágico del mundo musulmán, en muchas ocasiones también aparece un ojo protector.

Así como hay un ojo de Horus, también hay un ojo de Ra, y en ocasiones estos dos ojos se vinculan al sol y la luna. Entonces, podemos decir que el ojo derecho era del dios Ra (el sol), mientras que el ojo izquierdo era comparado con la luna y el dios Horus. Pero hay que advertir que, según las creencias egipcias, muchos términos y conceptos son fluidos, por lo que el sol en ocasiones también puede ser llamado “Ojo de Horus”, lo cual puede generar un poco de confusión.

Toda esta mitología ocular es muy importante en el ceremonial funerario y en la comprensión de los procesos post-mortem. Los sarcófagos egipcios muchas veces están adornados con dos ojos, para que el difunto pueda seguir viendo.